En 2024, las muertes de personas migrantes alcanzaron un récord histórico con al menos 8.938 víctimas, una cifra que refleja el agravamiento de una crisis humanitaria global. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de su Proyecto Migrantes Desaparecidos, ha reunido información clave que permite dimensionar la magnitud del fenómeno, en particular el alarmante aumento de migrantes fallecidos que no logran ser identificados.
Las rutas migratorias de todo el mundo han sido escenario de una crisis sin precedentes en 2024. Según un informe presentado por la OIM, alrededor de 8.938 personas murieron en tránsito, estableciendo un nuevo récord trágico. Este número supera las 8.747 muertes registradas en 2023, evidenciando el fracaso de los esfuerzos internacionales para garantizar rutas seguras.
De acuerdo con los datos más recientes de la organización, 2024 ha marcado un hito preocupante no solo por el número de muertes, sino también por la persistente tendencia de aumento anual desde el año 2020. Las muertes en 2024 no solo han superado las de 2023, sino que también han revelado la gravísima realidad de las rutas migratorias internacionales: la violencia, los naufragios, los accidentes de transporte y las condiciones extremas de salud continúan siendo las principales causas de la tragedia.
El problema es a nivel global, pero su impacto varía por región. En Asia, se registraron 2.778 muertes, mientras que en África la cifra alcanzó 2.242. En Europa se documentaron 233 fallecimientos, y por su parte el Mediterráneo se constituyó como una de las travesías más mortíferas para los migrantes: más de la mitad de las muertes en 2024 (52%) se debieron a ahogamientos, particularmente en el Mediterráneo y en la frontera entre México y Estados Unidos, donde fallecieron al menos 2.452 personas. Otras causas relevantes de muerte incluyen accidentes y episodios de violencia (19%), condiciones ambientales extremas como deshidratación e hipotermia (13%), y la falta de atención médica en el trayecto (8%).
Como señala la organización, la falta de datos sobre los migrantes desaparecidos en muchas regiones hace que la cifra real de víctimas probablemente sea aún más alta. Las rutas por el desierto del Sahara o los viajes clandestinos por el mar, entre otros, no siempre permiten registrar todas las muertes, debido a la escasez de recursos y la escasa cobertura en zonas más remotas.
El drama en América Latina: un corredor de muerte
La crisis migratoria en América se ha intensificado en los últimos años, con rutas cada vez más peligrosas y un aumento del 20% en las muertes durante 2024. La frontera entre México y Estados Unidos sigue siendo el paso más letal del continente, con 715 muertes registradas. Ahogamientos en el Río Bravo, la frontera natural entre México y Estados Unidos, especialmente en ciudades como Ciudad Juárez y El Paso; agotamiento en el desierto de Sonora, ubicado en el extremo norte del golfo de California; y accidentes en el tren “La Bestia”, también conocido como “el tren de la muerte”, una red de trenes de carga que transportan mercancías pero que es utilizada por migrantes para cruzar México, forman parte de la cotidianidad de quienes buscan llegar al norte. “El Río Bravo se ha convertido en una tumba silenciosa. Cruzarlo es una apuesta contra la muerte”, advierten organizaciones humanitarias en la frontera.
En el Caribe, la situación no es menos alarmante. Un total de 341 migrantes murieron intentando llegar a Estados Unidos y Puerto Rico, la mayoría haitianos que huyen de una crisis política y económica sin precedentes. La fragilidad de las embarcaciones y la ausencia de operativos de rescate agravan la tragedia. Según la Cruz Roja Internacional los naufragios son comunes y la cifra real de muertos es probablemente mucho mayor.
Impacto de las Políticas Migratorias actuales en Latinoamérica
En los últimos años distintos países latinoamericanos han implementado políticas migratorias ultra restrictivas, lo que ha tenido un impacto directo en la seguridad y en el bienestar de los migrantes y, en consecuencia, una mayor exposición a peligros, forzándolos a buscar rutas más inseguras y dejándolos en una situación de vulnerabilidad extrema.
En México, la militarización de la frontera sur y el aumento de operativos de control, en colaboración con Estados Unidos, han llevado a un crecimiento del tráfico de personas y de la corrupción en los retenes migratorios. Como resultado, los migrantes enfrentan mayores riesgos de extorsión, secuestro y asesinatos a lo largo de su ruta. Por su parte, Estados Unidos, con un rol primordial en lo que a estrategias de restricción y expulsión respecta, promueve políticas de “contención” en la frontera con México, el endurecimiento de los procesos de asilo y la reactivación de medidas como la deportación acelerada, generando una crisis humanitaria en los centros de detención y en las ciudades fronterizas. Las devoluciones exprés han empujado a muchos migrantes a intentar cruces clandestinos cada vez más peligrosos, lo que ha incrementado las muertes.
En Colombia y Panamá, los esfuerzos por reforzar los controles en el Tapón del Darién han incluido operativos contra redes de tráfico y acuerdos bilaterales para la deportación de migrantes. Sin embargo, estas medidas han obligado a los viajeros a buscar rutas aún más peligrosas, lo que ha incrementado las muertes por hambre, deshidratación y violencia en la zona selvática.
En Brasil, Chile y Perú, las restricciones de visas y los nuevos requisitos de residencia han dificultado la regularización de migrantes, particularmente venezolanos y haitianos. Como consecuencia, muchas personas han quedado atrapadas en asentamientos informales con condiciones de vida precarias y han sido víctimas de discriminación y explotación laboral.
Por su parte, en Argentina a través del decreto Nº 584/2024 elevó sustancialmente el valor de las tasas migratorias para los trámites de residencia temporaria y permanente, tanto para personas provenientes de países del MERCOSUR y los Estados asociados, como para aquellas oriundas de otras regiones. La normativa citada también modifica el costo de trámites como los certificados de residencia o de movimientos migratorios, entre otros. Además, en algunas jurisdicciones se promulgaron normativas de arancelamiento en la atención de salud para migrantes sin residencia regular. Todo esto trae como consecuencia la dificultad en el acceso a derechos básicos para cientos de personas, aumentando la precarización de sus condiciones de vida y laborales.
El Tapón del Darién: la selva de la muerte
El Parque Nacional Darién, también conocido como “el tapón del Darién” es una densa selva que separa Colombia de Panamá y que se ha convertido en una de las rutas migratorias más letales del mundo. En 2024, se reportaron al menos 174 muertes en este trayecto, aunque los especialistas advierten que la cifra real es mucho mayor debido a la gran cantidad de desaparecidos.
El número de personas que atraviesan esta ruta ha aumentado exponencialmente. Más de 520.000 migrantes cruzaron el Darién en 2024, un 50% más que en 2023, lo que ha generado un colapso en la capacidad de respuesta humanitaria en la zona, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá.
Los migrantes que se aventuran en la selva enfrentan riesgos extremos. Las condiciones naturales son hostiles, con lluvias torrenciales, ríos caudalosos y enfermedades como malaria y dengue. Pero la amenaza más grave proviene de grupos ligados al narcotráfico que controlan el paso y se dedican al asalto, secuestro y violación de migrantes. Según advierten desde la ONG Médicos Sin Fronteras, que trabaja en la región brindando asistencia médica a los sobrevivientes, hay una impunidad total.

Mujeres y niños: los más vulnerables
El informe de la OIM revela que, de las víctimas identificadas en el Tapón del Darién en 2023, el 50% eran hombres, el 21% mujeres y el 27% menores de edad. Sin embargo, el impacto de la crisis migratoria en mujeres y niños va más allá de las cifras. Los niños migrantes enfrentan peligros alarmantes: muchos viajan solos y son víctimas de explotación o abuso en su trayecto. En el caso de las mujeres, la violencia de género es una amenaza constante, especialmente en rutas como el Darién, donde entre el 10% y el 15% de ellas han sido víctimas de agresiones sexuales, según la Cruz Roja de Panamá. Esto último puede ser un claro indicador de la mayor cantidad de cuerpos masculinos hallados, frente al menor número de cuerpos de mujeres y niñxs migrantes. Esta ausencia podría ser atribuida a una metodología de ocultamiento producto de las redes de explotación a la que estos grupos son sometidos, así como también puede dar cuenta de la violencia letal por razones de género en cuya dinámica los cuerpos son objeto de distintas formas de descarte, como por ejemplo, el entierro o la incineración.
Cuerpos sin nombre: la otra crisis humanitaria
La magnitud de la tragedia migratoria no solo se mide por las muertes, sino también por la incertidumbre constante que viven las familias que pierden a sus seres queridos en el camino. Uno de los aspectos más desgarradores de esta crisis es el alto porcentaje de migrantes desaparecidos sin identificar. De acuerdo con la OIM, en 2024, 6 de cada 10 cuerpos recuperados no fueron identificados.
Este fenómeno tiene raíces profundas tanto en la irregularidad de las rutas migratorias como en la falta de registros biométricos y de bases de datos internacionales coordinadas para la creación de sistemas eficientes de identificación. Además, en muchas ocasiones, los migrantes que sobreviven temen denunciar las muertes por miedo a represalias o deportaciones.
La desconexión entre sistemas de salud, registros migratorios y bases de datos en distintos países genera una brecha enorme en la información disponible, dificultando el rastreo de desaparecidos y la documentación de esta crisis. La burocracia entre naciones ralentiza la identificación y repatriación de cuerpos, mientras que la ausencia de rutas migratorias seguras contribuye a la invisibilidad de las víctimas. A pesar de los esfuerzos de organismos internacionales y ONGs, la falta de políticas migratorias con perspectiva de derechos humanos y de recursos adecuados sigue dejando a miles de familias sin respuestas.
Por su parte, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) participó recientemente en la conferencia “El rol de los expertos forenses en la identificación de migrantes fallecidos: desafíos y oportunidades” realizada en el John W. Boyer Center de París, Francia, abordando estas problemáticas humanitarias en Europa, África y Latinoamérica. Mercedes Salado Puerto, directora para eurasia del EAAF destacó que la identificación de migrantes es un desafío más estructural que técnico en tanto en los países de origen existen organizaciones de familiares y de la sociedad civil que trabajan en el acceso a la información sobre migrantes desaparecidos en sus países de origen. “Lo necesario es contar con puntos focales sobre migrantes desaparecidos con mandatos transversales a nivel nacional e internacional y articulación con la sociedad civil” destacó durante su exposición de acuerdo al sitio web oficial del EAAF. Durante la jornada, en la que participaron otros expertos, entre ellos Morris Tidball Binz, Relator Especial de las Naciones Unidas, se resaltó la importancia de una mejor coordinación, marcos legales claros y canales de comunicación efectivos.
Sin datos completos y coordinados tampoco hay políticas migratorias que puedan garantizar una migración segura y ordenada.

El Proyecto Migrantes Desaparecidos: una herramienta para visibilizar la crisis
El Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM es una iniciativa que busca registrar y documentar las muertes y desapariciones de personas en tránsito alrededor del mundo. Desde su lanzamiento en 2014, ha recopilado datos de más de 60.000 migrantes fallecidos en distintas rutas migratorias.
Este proyecto tiene un enfoque basado en la construcción de datos verificables y en la colaboración con organizaciones humanitarias, familiares de migrantes y autoridades locales, siguiendo de cerca las muertes y desapariciones de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo. Esta información se utiliza para proporcionar un análisis detallado sobre las rutas más peligrosas y las causas de las muertes. Además, se enfatiza en la necesidad de una cooperación internacional más amplia para mejorar la recolección de información. En este sentido, la OIM insta a los gobiernos a invertir en programas de identificación forense y en mecanismos de búsqueda transnacionales.
En 2024, más del 60% de los cuerpos recuperados no fueron identificados.
En este contexto, el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM juega un papel crucial. Su trabajo no solo consiste en registrar muertes, sino también en humanizar cada cifra. A través de sus esfuerzos, la OIM busca visibilizar la tragedia de los migrantes desaparecidos y abogar por la creación de sistemas más eficientes para identificar los cuerpos y, en última instancia, para ayudar a reunificar a las familias.
El desafío de la falta de datos es particularmente grave en regiones con altos volúmenes de migración irregular, como en África del Norte, Oriente Medio y América Latina, donde las muertes y desapariciones de migrantes no son adecuadamente documentadas.
Un llamado a la acción: rutas migratorias seguras
El aumento de muertes de migrantes en 2024 es la consecuencia de políticas migratorias restrictivas que fuerzan a las personas a tomar rutas peligrosas. La solución radica en atacar sus causas estructurales: la pobreza, los distintos tipos de violencias y la falta de oportunidades. Mientras estas condiciones persistan, las personas seguirán migrando, sin importar los peligros. Es urgente la creación de corredores humanitarios seguros, mejorar los sistemas de rescate y establecer protocolos claros para la identificación de los migrantes fallecidos.
Con el inminente informe anual, se espera que se presenten más detalles sobre las muertes en 2024, y se renueve el llamado a la acción para evitar más tragedias en el futuro ya que, de lo contrario, 2025 podría convertirse en otro año de cifras récord, consolidando una tendencia en ascenso.
Imagen de portada: La vía donde se juntan los caminos de la valentía y el amor, de Pequeño Mar (CC CC BY-SA 4.0, sin cambios)
Antropóloga. Se especializa en el campo de la antropología forense, particularmente en temas como las desapariciones en democracia y la violencia de género. Su familia tiene raíces en Alessandria, Calabria, Cataluña y Roma. Le gusta el mar, escribir, viajar y conocer nuevas historias.