Alejandra Soto Cantero tiene 30 años y nació en Asunción, Paraguay. Es licenciada en Urbanismo y una migrante con mucha historia. En parte podríamos decir que lo lleva en su ADN: su familia del lado materno viajó desde Perugorria, Corrientes, hasta la localidad de José C. Paz, al noroeste del conurbano bonaerense.
Cuando sus padres se pusieron en pareja se fueron a vivir a Asunción del Paraguay: allí nacen Alejandra y su hermana. Luego de 13 años sus padres se separaron, y ella con su hermana decidieron volver al país natal de su mamá.
¿Por qué decidiste migrar a la Argentina?
Vine hace 17 años a vivir a Buenos Aires. No fue decisión propia, porque era menor de edad. Como para contextualizar un poco: mi mamá es Argentina, oriunda de Corrientes, de la ciudad de Perugorria. Hace muchos años su familia, o sea sus padres y sus hermanos vinieron a vivir a Buenos Aires a José C. Paz. Mi mamá era muy chica también. Tenía 4 o 5 años. Por ende, toda la familia estaba acá.
Mis padres se separan hace 18 años, y prácticamente fue una obligación venir con mi mamá. Tengo mi hermana que vive en Paraguay. Pero evidentemente no vine sola, sino con mi mamá y mi hermana.
-¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de Argentina?
Argentina sí es el primer lugar al que emigré, siendo muy chica. Recuerdos que tengo de Argentina son muchos, porque como decía, al tener familia de este lado de Sudamérica, siempre veníamos de vacaciones con toda la familia. Tengo muchos recuerdos de que mi familia se dedicó al cuidado de animales, mi abuelo era talabartero. También me acuerdo de la vida de campo o de los desfiles de caballo en Luján, por ejemplo, que se hacían hasta hace unos años.
Sí tengo un recuerdo de hace muchos años, no me acuerdo cuántos años tenía: nosotros nos tomábamos el colectivo 315 en Panamericana y Ruta 197, para ir para el lado de la casa de mi abuela. Y me acuerdo patente que la 197, primero tenía una sola mano y había llovido muchísimo todo el camino, obviamente acá en el conurbano también. Y recuerdo que el colectivo tambaleaba cual zamba ida y vuelta, en el barro de la 197, del mercado concentrador y de cómo me queda esa imagen patente del colectivo ahí bailando en medio de 197. Obviamente hoy no está así, pero eso fue algo que me marcó un montón.
¿El tener que migrar te generó tristeza? ¿Qué es lo que te ayudó a transitar esa tristeza?
Sí, me generó tristeza porque era muy pequeña, dejar todo lo que tenía, sobre todo lo relacionado con mis vínculos, me fue duro. No sé si hubo algo que me ayudara, fue pasando con el tiempo.
¿Tuviste momentos en que te sentiste discriminada? Y si fuese así, ¿tuviste algún tipo de contención?
Sí, siempre te discriminan por “no ser de acá” por “paragua”, por todo en realidad. Tener a mi mamá fue la mejor contención que pude tener, la verdad.
¿Cuál es tu formación académica? ¿Tuviste, como migrante, algún problema en tus tramos educativos? ¿Qué pensás sobre las medidas del gobierno sobre arancelar la educación a los migrantes?
Soy Licenciada en Urbanismo, de la hermosa UNGS (Universidad Nacional de General Sarmiento), que fue el lugar donde más contención tuve en todos los aspectos de mi vida, y no tuve ningún problema en el tramo de mi carrera.
En cuanto a las medidas del gobierno, ¿qué se puede esperar de gente como esta que está cumpliendo sus spots de campaña misóginas, discriminatorias, nefastas? Ese odio que tienen es indescriptible. Me duele mucho que salgan este tipo de resoluciones, que lo único que hace es reproducir odio y discriminación. Algo tan característico de la Argentina siempre fue la gratuidad en educación y salud, pero se encargan de pudrir todo, de alimentar el odio y de dividirnos como sociedad. Lo más importante sería el dejar de esperar y prender fuego todo.
¿Cómo definirías a los argentinos? ¿En algún punto te sentís argentina?
El argentino es muy cálido, te contiene…en realidad no todos, pero gran parte como generalizando es cálido, te da contención, apoyo y lo que necesites. Es compañero, te hace partícipe de su cotidianidad, es como al menos con mi familia y con las personas con las cuales me relacioné a lo largo de estos años, fueron así. Siempre inclusivos, la verdad que me gusta mucho vivir acá. Me gusta mucho cómo se relacionan con todos. No me siento argentina. Si bien tengo sangre argentina y decido hoy vivir acá en Argentina, no me siento argentina. Yo siempre defiendo mis raíces y con mucho orgullo digo que soy paraguaya. A veces se va como el tono, algunas costumbres como van quedando un poco más relegadas quizás, pero porque uno se termina adaptando. Uno se termina adaptando a las costumbres de donde está. Que a veces no lo hace uno queriendo, pero bueno, es así.
¿Pudiste volver a tu lugar de origen en algún momento? ¿Te gustaría volver a vivir allá?
Volví muchas veces a Asunción. El hecho de poder volver es más que nada porque tengo mi familia de aquel lado. Volver para mí siempre es un placer. Hoy te digo que no volvería a vivir allá, porque elijo quedarme acá, elijo seguir construyendo lo que construyo desde hace 17 años. Y, por otro lado, es muy difícil, cuando uno llega, volver a crear todos esos vínculos. La facu, el fútbol –que a mí me gusta jugar al fútbol–, ya es más difícil volver a arrancar de cero todo. Independientemente de eso, yo elijo vivir acá, elijo quedarme acá. Porque me gusta, porque tengo familia y porque para mí Argentina es mi casa.
Licenciado en Política Social. Nació en la Prov. Buenos Aires y vive en Malvinas Argentinas. Su familia emigró del norte al conurbano bonaerense en los años ’70 debido a la crisis en el sector azucarero originada por la dictadura de Juan Carlos Onganía.