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Si algo define a la gastronomía de origen migrante es su íntima conexión con los momentos felices: los aromas y sabores de la infancia, los recuerdos de las reuniones familiares, las historias que se narraron alrededor de una mesa compartida. Por eso el acto de comer es, además de un hecho cultural, un acto de evocación: es una forma de reconectar con los orígenes y conjurar las distancias del tiempo y el espacio a través del alimento. Por eso, Taytay no es solo un local de empanadas en Saavedra: representa la preservación de una tradición familiar y el homenaje de un hijo a su padre. Un legado que le permitió a Nicolás (su dueño) no solo reconectar con sus raíces, sino también construir un modo de vivir.

En el barrio porteño de Saavedra, Nicolás Enrique Cámara Chinchillo mantiene viva una tradición que nació hace más de seis décadas. Su abuelo, un alcalde socialista del departamento de Cochabamba, tuvo que exiliarse de Bolivia por diferencias políticas en los años 50. Aquella migración forzada hacia la Argentina hizo que la familia tuviera que buscarse el sustento a través de un oficio que es un arte en sí mismo: las empanadas bolivianas.

De esta manera, la familia Cámara Chinchillo encontró en la elaboración de las “salteñas” (como le llaman a las empanadas en Bolivia) una forma de salir adelante. Por iniciativa de su abuela, los recién emigrados a la Argentina comenzaron a vender empanadas en la calle, y con el tiempo, junto a su esposo, lograron abrir un local en el barrio de Palermo: El Horno, un negocio familiar que se mantuvo en pie desde finales de los años sesenta hasta principios de la década de 2000, cuando la crisis económica provocó el cierre de miles de comercios en todo el país.

Después del cierre de aquel negocio familiar (del cual Nicolás guarda muchos recuerdos), su abuela falleció, y con ella se fueron algunos de los secretos mejor guardados de la receta que durante tantos años los ayudó a sustentarse y progresar en la Argentina. 

Nicolás y el redescubrimiento de la receta familiar

Aunque Nicolás creció en aquel entorno gastronómico y familiar, durante su juventud decidió volcarse a estudiar cine y trabajar en el rubro de la publicidad. Se dedicó a esta labor durante aproximadamente 25 años. Sin embargo, el acontecimiento disruptivo de la pandemia del COVID-19 en 2020 y su impacto directo en la presencialidad del trabajo de la industria audiovisual, lo hicieron buscar nuevamente una fuente de sustento. Y así como sus abuelos, encontró en la memoria familiar la clave para reinventarse y salir adelante. Así fue como decidió recuperar la receta de las empanadas bolivianas. De esta manera decidió recuperar la receta familiar, de las empanadas bolivianas, reconstruyéndola desde su memoria y también con la ayuda de su padre, quien había perdido la capacidad de hablar tras sufrir un ACV. 

Así, en base a prueba y error, Nicolás fue recuperando el sabor de las empanadas de su infancia. Primero las compartió con amigos y familiares, y poco a poco, el boca en boca hizo lo suyo. La historia de su familia, unida a la calidad del producto, captó la atención de periodistas gastronómicos, y su emprendimiento de venta de empanadas congeladas a través de Instagram, creció rápidamente durante los tiempos de la pandemia. Así, con el tiempo, pudo abrir su propio local en el barrio de Saavedra, en una esquina que parecía esperarlo con los colores verde y amarillo, acaso un guiño del destino a su ascendencia boliviana.

Un sueño cumplido: el local propio. Taytay se convirtió en un lugar muy concurrido en el barrio de Saavedra | Imagen: Instagram

De esta manera nació Taytay, un nombre cargado de un profundo significado cultural y familiar. En quechua, “Taytay” significa padre o padre mío, del cual deriva el uso de “Tata”, palabra de uso consuetudinario y popular en el norte argentino para referirse al padre con cariño. El vocablo transmite una reverencia profunda hacia la figura paterna, y en el caso de Nicolás, fiel a esta tradición histórico-cultural, supone una forma de sumo respeto hacia los mayores, en un homenaje directo a su abuelo y su padre, quienes lo iniciaron este camino y le permitieron sobrellevar un momento difícil. De ahí que el logo del emprendimiento rinde tributo a su papá, cuya figura está representada en la imagen de la marca, en un gesto de amor y profunda gratitud para mantener viva su memoria.

En quechua, “Taytay” significa padre o padre mío, del cual deriva el uso de “Tata”, palabra de uso consuetudinario y popular en el norte argentino para referirse al padre con cariño. El vocablo transmite una reverencia profunda hacia la figura paterna, y en el caso de Nicolás, fiel a esta tradición histórico-cultural, supone una forma de sumo respeto hacia los mayores, en un homenaje directo a su abuelo y su padre, quienes lo iniciaron este camino y le permitieron sobrellevar un momento difícil.

Una tradición que cautivó los paladares porteños

Las empanadas y los fuegos del horno de Taytay | Imagen: Instagram

Como en toda casa de empanadas que honra las recetas tradicionales, Taytay ofrece una carta breve pero repleta de sabor: carne común, carne picante, pollo, cebolla y queso, jamón y queso, y choclo. Al momento de esta nota, Nicolás nos contó que está desarrollando una opción vegana.

Eso sí, hay una ausencia que puede sorprender a más de un paladar porteño: en Taytay no se sirven empanadas de verdura. Nicolás admite que las odia desde chico y que se hizo una promesa firme: nunca venderlas. La misma suerte corre la pascualina. “Si alguien quiere empanada de verdura, tendrá que buscar en otro lado”, dice entre risas.

Eso sí, hay una ausencia que puede sorprender a más de un paladar porteño: en Taytay no se sirven empanadas de verdura. Nicolás admite que las odia desde chico y que se hizo una promesa firme: nunca venderlas. La misma suerte corre la pascualina. “Si alguien quiere empanada de verdura, tendrá que buscar en otro lado”, dice entre risas.

Pero cada empanada de Taytay también es un tributo a la comunidad boliviana. Una comunidad que, como tantos otros colectivos migrantes, encontró en la cocina no solo un modo digno de ganarse la vida, sino también una forma de conectarse con su entorno. Porque el alimento, como la música o la poesía, crea lazos, despierta memorias y construye comunidad. Por eso en Taytay se entrecruzan migrantes bolivianos que saborean la nostalgia con argentinos que descubren, con asombro, la riqueza de una tradición culinaria que traspasa fronteras. Todo eso convierte a Taytay en una experiencia gastronómica única.

Taytay se encuentra en calle Conde 3800 (Saavedra, Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Horario de atención: Martes a Domingo de 11:30 a 23:30hs

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Licenciado en Comunicación Audiovisual (UNSAM) y Locutor Integral de Radio y TV, con más de 15 años de experiencia en radio. Sus raíces familiares provienen de Génova, Asturias y Polonia.


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