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Con una conferencia de prensa en el Club Atlético Deportivo Paraguayo, el 14 de febrero se consolidó un hito en la historia migrante por la memoria, la verdad y la justicia en nuestro país. Los restos de Antero Daniel Esquivel, desaparecido en 1977, serán finalmente trasladados a un mausoleo en Lanús, luego de que fueran identificados recientemente. Su historia, marcada por el activismo y la fe, resurge como un emblema de memoria y resistencia.

Su hermana melliza, Genoveva Esquivel, casi 50 años después de su secuestro, pudo identificar los restos de Antero Daniel, tras un enorme trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Junto a una comisión de notables, llevarán sus restos el próximo 23 de marzo, en un mausoleo en su honor ubicado la Parroquia Nuestra Señora de los Trabajadores, en el barrio de Villa Caraza, en Lanús, donde vivía Esquivel.

Su caso es singular porque se trataba de un activista católico y podría ser considerado un mártir. Según pudimos reconstruir, conversando con sus amigos, familiares y compañeros de militancia, además del registro de decenas de documentos, Esquivel formaba parte de la Juventud Obrera Católica, “la JOC”, como le decían sus miembros, y además había sido uno de los fundadores del Equipo Pastoral Paraguayo en Argentina (EPPA), un espacio de activismo católico emblemático para los migrantes de ese país en esos años.

Sus primeros años de militancia religiosa

Antero Daniel Esquivel nació el 3 de enero de 1945 en el municipio de Quyquyhó, al sur de Paraguay. Emigró en febrero de 1970 a Buenos Aires, tres meses antes que su hermana Genoveva. Llegaron con la esperanza de consolidar un porvenir más prometedor para su familia. Se asentaron en Villa Caraza, Lanús, en el conurbano sur de la Provincia de Buenos Aires. Según nos cuenta Genoveva, vivían en la misma cuadra, “a dos casas de distancia”, donde comenzó a ejercer el oficio de electricista. Su vida cotidiana giraba en torno de la comunidad y la fe en la Capilla Virgen de los Trabajadores, ubicada a dos cuadras de su casa, hoy convertida en Parroquia, donde se emplazará el mausoleo en su honor.  

Su formación política en la JOC, estando en Paraguay, le dio una impronta distinta a su compromiso en la Iglesia. Estaba convencido de la necesidad de una transformación social y trabajaba para ello todos los días en su barrio. Varias personas formadas en la JOC de Paraguay habían migrado hacia la Argentina, escapando de la sangrienta dictadura de Alfredo Stroessner, a quien le preocupaba particularmente la actividad de este grupo por su influencia social. Así, la Iglesia en Argentina se convirtió en un espacio para la participación de estos migrantes, pero también en una contención comunitaria para todos ellos. 

En este marco, un grupo de migrantes laicos y algunos migrantes seminaristas se reunieron con el Padre Francisco de Paula Oliva, más conocido como Pa’i Oliva, y gestaron el EPPA. Su intención fue construir una herramienta de contención para la acción en el país de destino. El primer objetivo del grupo era explícito: “acompañar la migración de nuestro pueblo”, según explica el Diácono Ricardo Irala González. 

La importancia del EPPA yen la reconstrucción de los hechos

La influencia del EPPA fue muy significativa, no solo para quienes participaron directamente, sino también para la siguiente generación. Alejandra Meza es hija de Pablino Meza y Marta Gauna, dos miembros históricos del EPPA, y hoy es funcionaria del municipio de Avellaneda: tiene a cargo la oficina de Cultos, Políticas Migratorias e Integración Cultural. Aunque ella es argentina, la marca de la militancia de sus padres la impulsó a dedicarse tanto al activismo religioso como al activismo migrante a lo largo de su vida. Gracias a su vínculo con ex miembros del EPPA, cuando se enteró del avance de la causa de Esquivel, no dudó en contactar a Genoveva para acompañar el proceso. 

Alejandra guardaba celosamente todos los registros de la actividad de sus padres. Entre las pilas de documentos a los que pudimos acceder desde Refugio Latinoamericano, destaca una Carta Pastoral de Cuaresma que se distribuyó el 20 de febrero de 1977, por las comunidades de la Diócesis de Lomas de Zamora, a modo de denuncia pública, realizada por el Obispo Diocesano de aquel entonces, el Monseñor Desiderio Collino. Cabe destacar que esto se hizo a menos de 20 días de ejecutada la desaparición forzada de Esquivel. Otro documento destacado es la carta fechada el 26 de julio de 1977 que firmaron todos los miembros del EPPA, y que iba dirigida al presidente de la Comisión Episcopal para la Inmigración, solicitando apoyo en la búsqueda de Esquivel.

Carta de los miembros de la EPPA a la Comisión Episcopal para la Inmigración por el secuestro de Antero Daniel Esquivel (26/07/1977) | Imagen: gentileza de Alejandra Meza

También se enviaron cartas solicitando la intervención de la Santa Sede para exigir la aparición de Esquivel. Una de ellas, que envió el Pa’i Oliva, fechada el 30 de julio de 1977, señala que habían presentado dos recursos de Habeas Corpus en dos juzgados distintos, pero que no habían conseguido ningún resultado: 

“Hace un año precisamente por estos días, tuve la alegría de ser recibido por usted para tratar diversos asuntos referentes a la migración paraguaya en la Argentina. Al cabo de un año, vuelvo a dirigirme a usted agradeciéndole aquella acogida, pero esta vez por un asunto doloroso para todos los emigrantes paraguayos que estamos en Buenos Aires”.

La actividad actual de Alejandra Meza le permitió rearmar la red de personas que conocieron a Esquivel y articular con los diferentes actores para informar los avances de la causa. Así nos cuenta el acompañamiento a Genoveva en la reconstrucción del cuerpo de su hermano y el impacto notable para toda la familia: 

“La reconstrucción fue un momento muy fuerte para todos. Estábamos recuperando parte de la historia que le habían robado a la familia, y a todos sus compañeros, entre los que cuento también a mis padres. Saber que el EAAF trabaja con tanto rigor y respeto nos dio cierta paz. Ahora, más que nunca, sentimos la responsabilidad de seguir buscando justicia”.

Otra de las personas que destaca el trabajo de identificación es Daniela Ríos, sobrina nieta de Daniel: “Los del EAFF estaban buscando a mi abuela, pero no sabían que estaba viva. El primer contacto lo hicieron conmigo, todo por redes. Después vinieron a sacar una muestra, y después una vez más a darnos la noticia. Igual, mi abuela, ya sentía que era él.” 

Daniela sigue los pasos de su tío abuelo y en el barrio organiza una copa de leche desde hace muchos años. “Estoy muy orgullosa de seguir los pasos de Daniel”, señala entre lágrimas de emoción, mientras nos cuenta las actividades que realiza, y cómo vive la experiencia como una continuidad del trabajo de Antero Daniel en el barrio.  

El secuestro y desaparición de Antero Daniel Esquivel

Esquivel desapareció el 2 de febrero de 1977. Aquella noche la brutalidad de la dictadura militar irrumpió en su hogar. Lo arrancaron de su casa, en medio de gritos y amenazas, para llevarlo a la Brigada de Lanús, con asiento en Avellaneda, bajo la dependencia de la Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. El centro clandestino es conocido popularmente como “El Infierno”.

En aquellos pasillos sombríos del Infierno, hoy transformado en espacio de memoria, Antero Daniel fue visto por otros cautivos, quienes lo reconocieron como un joven de carácter pacífico. Aunque en el legajo de la CONADEP figuraba que había estado en el centro clandestino de detención “Puente 12”, no existen datos que corroboren esta afirmación. Podemos reconstruir hoy que, luego de un tiempo en el Infierno, fue trasladado al temible centro clandestino conocido como “El Vesubio”. En la causa Vesubio III, de junio de 2022, tres personas declararon haber compartido cautiverio con Esquivel: Juan Velásquez Rosano, Ana María Di Salvo y Gabriel García. 

Luego de un tiempo en el Vesubio, Esquivel encontró su destino final junto con siete personas más, en un falso enfrentamiento en la localidad de Temperley, el 22 de abril de 1977. Los cuerpos fueron encontrados en la intersección de Yerbal y 14 de Julio, una desolada esquina en el barrio de San José, según consta en los distintos expedientes judiciales, aunque hoy ese cruce de calles no existe más. El joven paraguayo tenía en ese momento 32 años.

El camino desde las sombras a la luz

Los años pasaron y mientras la dictadura llegaba a su fin, las historias de quienes sufrieron cobraban vida en los testimonios de los sobrevivientes. En los “Juicios por la Verdad” primero y en los tribunales después, el nombre de Antero Daniel Esquivel volvió a resonar, permitiéndonos reconstruir cómo fue su derrotero. Además, nos permite hoy conocer los nombres de sus verdugos: Milcíades Luis Loza, Hugo Roberto Rodríguez, Florencio Esteban Gonceski y Eduardo David Lugo.

Fue en 2005, casi tres décadas después de aquella noche fatídica, que el EAAF exhumó ocho cuerpos del Cementerio Municipal de Lomas de Zamora. Los restos, trasladados como NN desde el sitio donde fueron hallados, aguardaban por su identidad. Durante años, los expertos analizaron cada fragmento, cada marca, buscando la verdad que había sido enterrada junto con ellos. Finalmente, el 5 de febrero de 2024, el equipo pudo dar una respuesta: uno de esos cuerpos pertenecía a Antero Daniel Esquivel. Los forenses determinaron que había muerto de tres disparos, y su cuerpo presentaba lesiones en el tórax. 

Genoveva recuerda ese momento en que la convocaron al edificio del EAAF para transmitirle la identificación y mostrarle el trabajo del equipo con el cuerpo: “Sentí como un chispazo, la conexión entre hermanos”.

Así, su historia, relegada al olvido por el manto de la represión, volvió a la luz, iluminada por la persistente búsqueda de justicia. El reconocimiento del cuerpo, 48 años después de su desaparición, cierra una herida abierta, marcada por la violencia estatal. La lucha de sus seres queridos había logrado que su nombre resurgiera de las sombras, convirtiendo a Esquivel en un símbolo de resistencia y esperanza entre tantas historias migrantes silenciadas durante la década del 70.

Así lo entiende también el Obispo de Avellaneda-Lanus Marcelo Julián Margni, quien nos cuenta que “Daniel es un testimonio, es un mártir. Se ha convertido en testimonio de lucha por los demás”. El Obispo es parte de la Comisión Organizadora que está impulsando el mausoleo, y que también organizó la conferencia de prensa que tuvo lugar el pasado viernes 14 de febrero en el Club Atlético Deportivo Paraguayo, en el barrio de San Telmo, en la Ciudad de Buenos Aires. Además del Obispo, la comisión la componen Genoveva Esquivel, Alejandra Meza, el  Dr. Luis Bogado Poisson, Coordinador Académico de la Maestría en Políticas y Gestión de las Migraciones Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), Salomon Ramirez Santacruz, vicepresidente del club donde tuvo lugar la conferencia, el Presbiterio Cristóbal Manuel Fariña, uno de los fundadores del EPPA, y Juan Emilio Etter. 

El Obispo de Avellaneda-Lanus Marcelo Julián Margni, integrante de la Comisión Organizadora para el Mausoleo de Antero Daniel Esquivel | Imagen: gentileza.

Este grupo de notables de la comunidad le suma un marco de acompañamiento a la familia, que nunca dejó de reclamar “Memoria, Verdad y Justicia”. Según expresaron en la Conferencia, están realizando una colecta para poder recaudar lo necesario para construir el Mausoleo. El día 23, Esquivel volverá a descansar en el barrio en el que dejó una huella, y donde hoy su familia continúa su legado.

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Trabajador Social, docente universitario e investigador. Nacido y criado en el sur del conurbano bonaerense junto con 4 hermanos, por un padre boliviano y una madre argentina.


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