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El pasado viernes falleció en París, a los 89 años, Armand Mattelart, uno de los más destacados e influyentes referentes intelectuales en el campo de la comunicación contemporánea. De origen belga y radicado en Francia, su obra marcó profundamente —especialmente en América Latina— el pensamiento crítico sobre los medios, la cultura y los procesos de globalización, convirtiéndolo en una referencia ineludible para la Economía Política de la Comunicación.

En 1962 viajó a Chile invitado por el sacerdote jesuita Roger Vekemans, en el marco de un programa destinado a impulsar las ciencias sociales y la planificación demográfica en América Latina. Tiempo después, a partir de 1967, comenzó a trabajar para las Naciones Unidas como experto en desarrollo social, momento a partir del cual se interesó especialmente por el estudio de los medios de comunicación de masas. Con ese propósito, conformó junto a su compañera Michèle Mattelart y la investigadora argentina Mabel Piccini (otra pioneras de los estudios latinoamericanos de comunicación) un grupo de investigación en el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN) de la Universidad Católica de Chile.

Su llegada al país trasandino coincidió con un período de profunda efervescencia intelectual y política que marcó un giro teórico e ideológico decisivo en su trayectoria. Su ámbito de interés inicial, la demografía, se desplazó hacia la crítica de los medios dominantes y la comunicación de masas, articulando influencias del marxismo y de la semiología estructural francesa —particularmente de Roland Barthes y Algirdas Julius Greimas—, cuyas ideas introdujo tempranamente en el ámbito de las ciencias sociales latinoamericanas. No fue casual que, con el triunfo electoral de Salvador Allende en 1970, Armand y Michèle Mattelart se incorporaran al desarrollo de políticas públicas de comunicación, orientadas a fortalecer la participación popular en los procesos informativos.

En ese contexto, se desempeñó como profesor en la Universidad Católica de Valparaíso y participó de un notable movimiento intelectual orientado a analizar los medios desde una perspectiva política y emancipadora. En ese contexto de altísima efervescencia política publicó, junto a Ariel Dorfman, el célebre Para leer al Pato Donald (1971), una obra pionera en la crítica a las narrativas de la cultura de masas y al imperialismo cultural, que se convertiría luego en un clásico de la reflexión crítica sobre la comunicación y el rol de los medios dominantes.

La edición argentina de “Para leer al Pato Donald” (Ed. Siglo XXI)

Sin embargo, el golpe de Estado de 1973 que derrocó a Salvador Allende interrumpió abruptamente esa etapa y lo obligó a exiliarse con su familia en Francia. A partir de esta etapa, Mattelart desarrolló una trayectoria internacional que amplió y resignificó su experiencia latinoamericana. Profesor emérito de la Universidad de París VIII (Vincennes–Saint-Denis), fue también editor, compilador y traductor de textos fundamentales para el pensamiento crítico a nivel global.

En sus antologías —como Comunicación y lucha de clases (1979–1983) o Comunicación en la Nicaragua popular (1985)— reunió autores, corrientes y experiencias de distintos continentes, contribuyendo a construir una tradición descolonizadora en los estudios de comunicación.

Su obra teórica, vasta y diversa, incluye títulos centrales como por ejemplo La comunicación-mundo (1994), La mundialización de la comunicación (1996), La sociedad de la información (2003) y, en coautoría con Michèle Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación (1997). En ellas exploró cómo la circulación global de la información estructura las relaciones de poder, el sentido común y la modelación de las formas de vida contemporáneas.

Armand y Michèle Mattelart en Santiago de Chile a mediados de 2005 (Foto: Paulo Slachevsky, CC BY-NC-SA 2.0)

Más allá de su producción intelectual, Mattelart actuó como observa el investigador argentino Mariano Zarowski— como un verdadero “intelectual-traductor”, un passeur culturel entre América Latina y Europa. Su itinerario intelectual encarnó el tránsito inverso del centro a la periferia y de regreso, llevando consigo una mirada latinoamericanizada sobre los medios y la globalización. Esa doble pertenencia le permitió cuestionar las jerarquías del conocimiento y sostener una visión crítica de la globalización cultural desde el Sur.

A lo largo de su trayectoria, Mattelart sostuvo una premisa fundamental: la comunicación es un campo de disputa política, y comprender sus lógicas resulta esencial para cualquier proyecto emancipador. Porque democratizar la información contribuye a la democratización de nuestras sociedades. De ahí que su legado continúe siendo un norte imprescindible para pensar las luchas contemporáneas por la soberanía cultural y la justicia comunicacional.

Imagen de portada: Paulo Slachevsky (CC BY-NC-SA 2.0)


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Consultor en comunicación estratégica. De raíces criollas y mestizas, sus antepasados se remontan a la historia del Alto Perú y también a la llegada de migrantes españoles en el siglo XIX. Apasionado por la historia y cultura latinoamericana.


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