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En el barrio porteño de Villa Crespo, Querida Rosa es mucho más que un restaurante: es un espacio que celebra la herencia de una familia de raíces armenias. Su fundadora, Natalí Marutian, nieta de sobrevivientes del genocidio armenio, convirtió esa memoria atravesada por el exilio en un lugar de sanación, espiritualidad y encuentro.

En la calle Aráoz al 500, el aroma del café se mezcla con incienso, música suave y conversaciones que fluyen entre mesas redondas, sillones antiguos y tazas delicadas con borra. Es miércoles por la tarde y Natalí nos recibe entre aromas de canela y granos tostados, mientras gente conversa o se hace leer el tarot.

Nieta e hija de armenios, Natalí Marutian creció inmersa en una comunidad muy presente: asistió a escuela y club armenios, y participó de olimpiadas culturales donde se encontraba con primos de otras provincias. “Lo colectivo que maneja la comunidad armenia es muy poderoso. Es como un idioma interno. Hasta el olor de un negocio te dice que estás en casa”, dice.

Con los años llegó la adultez, y con ella la reflexión: “Nosotros somos una generación privilegiada porque podemos preguntarnos cosas que nuestros padres y abuelos no podían ni pensar. A ellos les tocó lo que les tocó”, comenta. Las heridas del genocidio de 1915 y las sucesivas migraciones cargan un dolor que se transmite sin palabras. “Es una mochila pesada. Hay que hacer mucho trabajo emocional y espiritual para sanar eso”.

El café espeso y cremoso no se prepara en máquina, sino en arena caliente, siguiendo la tradición árabe y el rito adivinatorio de la cafeomancia. “La arena no arrebata el café como el fuego. Lo envuelve, lo abraza. Es otra energía”, explica. Se bebe lentamente, idealmente acompañado por un dulce como el baklava. Cuando queda solo el sedimento, comienza el ritual: tapar la taza, girarla, dejar que decante, y luego —recién entonces— leerla. En Querida Rosa, la cafeomancia es tan parte del menú como el sarmá, el hummus o el kebab con puré casero.

Querida Rosa, un rincón armenio en Villa Crespo donde el pasado cobra vida. Foto: Instagram

Natalí no aprendió a leer el café en un curso, sino sobre las rodillas de su abuela Sirvart (que significa Rosa Querida en armenio), entre coñac, cigarrillos y sobremesas con amigas. Mientras jugaban al burako, ella escuchaba símbolos y profecías. Hoy no solo sigue leyendo, sino que también formó a otras mujeres que leen borra en turnos rotativos. “A veces hay hasta tres lectoras en simultáneo. Y es increíble lo que se genera”, cuenta.

Querida Rosa: la memoria familiar como salvación

La historia de Querida Rosa comenzó como un acto de supervivencia durante la pandemia. Natalí, actriz y docente, había perdido sus ingresos. Lo único que tenía era su saber: leer la borra. Empezó ofreciendo lecturas virtuales, diseñó una cocina de arena portátil y recorrió el Conurbano con su valijita de mimbre.

Natalí Marutian, creadora de Querida Rosa, entre memoria, café y espiritualidad. Foto: Instagram

Desde entonces, el proyecto creció. Fue invitada a eventos, programas de televisión y casamientos. Formó una red de lectoras, y en 2023, en plena crisis económica, abrió Querida Rosa junto a su compañero —chef no armenio, pero apasionado de la cocina—. Allí, la tradición no es un museo, sino un presente vivo, reversionado con ternura.

La cocina es armenia, pero contemporánea. “Es la fusión entre la data cultural armenia que traigo yo y Fer, que es chef y muy creativo. No le gusta repetir recetas, le gusta expresarse”, cuenta. Por eso, aunque se respeta la tradición, hay espacio para innovar con sensibilidad.

El lugar —cálido, con alma de living familiar— invita a quedarse, conversar, emocionarse. A veces alguien come un sándwich mientras al lado otro se conmueve con lo que ve en su taza. “Acá viajamos en el tiempo. Las almas salen a volar y vuelven”, dice Natalí con ternura.

El público es diverso, pero la comunidad armenia empieza a acercarse. “El armenio no te lo ganás así nomás”, dice entre risas. “Hemos conquistado muchos corazones y otros van llegando con cautela, como a ver qué están haciendo estos chicos. Yo les tengo paciencia”.

Pero no todo es comida ni mística. En la entrevista, Natalí también habló sobre las tensiones que atraviesa la identidad armenia en la diáspora. Recordó los recientes conflictos con Azerbaiyán (2020, 2022, 2023), que dejaron una marca profunda. “Fue muy duro. Encima en pandemia. Cada uno desde su casa, compartiendo oraciones y reels. Fue muy solitario”, cuenta. Esos episodios resignificaron muchas de las críticas que tenía hacia su cultura. “Yo me permitía decir que Armenia era machista, pero ahora entiendo que cuando estás peleando por tu tierra, por tu vida, no te podés dar el lujo de repensarte como sociedad. Estás sobreviviendo.”

Sueña con viajar a Armenia, aunque admite cierto temor. “Lo que heredamos no siempre es lo que hay allá. Somos dos Armenias: la que quedó y la que emigró. A veces pienso que voy a llegar y no voy a encontrar lo que conozco acá”, dice. Sin embargo, la idea está. Cuando hicimos esta nota, estaba por casarse, y confesó que la luna de miel en Armenia es una posibilidad muy real. “Quiero ir a la fuente. Para no perder ese diálogo con lo genuino, con lo sensible”.

En Querida Rosa, ese diálogo ya se practica todos los días: en una taza, en una mirada, en un plato cocinado con memoria. Es una experiencia que abraza, como la espuma del café, como una abuela que sigue hablando desde el fondo de la historia.

Cómo llegar

No te pierdas la experiencia sensorial de Querida Rosa: café en arena, sabores armenios y un ambiente que evoca la historia y la espiritualidad ancestral del pueblo armenio. La dirección es Aráoz 568, Villa Crespo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

También podés seguirlas en Instagram: @queridarosacafe

Imagen de portada: Instagram de Natalí Marutian


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Licenciado en Comunicación Audiovisual (UNSAM) y Locutor Integral de Radio y TV, con más de 15 años de experiencia en radio. Sus raíces familiares provienen de Génova, Asturias y Polonia.


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