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Cuando se habla de migrar y del derecho a hacerlo, podemos describirlo desde la cotidianidad: las rutas elegidas para movilizarse, las razones por las cuales se migra y la historia de vida de cada persona. También es importante visibilizar las diferentes formas en que los derechos humanos se vulneran cotidianamente durante el proceso de tránsito y al definir un nuevo lugar para establecerse. Así como migrar es parte de la cotidianidad de miles de niñas, mujeres e identidades trans, la menstruación es también parte de esa cotidianidad migrante y conlleva diferentes obstáculos al gestionarse.

Históricamente, menstruar ha sido uno de los procesos que atraviesan económica, política y socialmente a todas las niñas, mujeres, identidades trans y personas menstruantes. Condiciones materiales óptimas, como el acceso a productos idóneos, espacios para aseo, agua potable y espacios de información sobre el ciclo menstrual-ovulatorio que no reproduzcan imaginarios negativos y tabúes, no son la realidad de toda la población que menstrua.

Según el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México:

“En el caso de las mujeres y personas menstruantes que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad como son las personas en situación de movilidad humana, su salud y gestión menstrual se ven impactadas de forma directa, debido a las distintas limitaciones que enfrentan en el acceso a insumos o servicios, al transitar por fronteras nacionales e internacionales.” (COPRED, 2024).

De unos años a la actualidad, los avances en materia política e investigativa han permitido que la menstruación no sea reducida ni al ámbito privado ni a un hecho biológico de simple sangrado, sino que se entienda como un hecho multidimensional que interpela la vida de todas las personas menstruantes a lo largo de sus vidas en los espacios laborales, educativos, de recreación y de ocio. Proponer que la gestión menstrual sea tratada como un derecho humano permite visibilizar las consecuencias de no poseer condiciones dignas y recursos adecuados que afectan directamente a la salud.

“Se ha avanzado en la reducción de este tipo de discriminación a la mujer; no obstante, quedan espacios donde debemos cuidar a las mujeres que se pueden encontrar en un mayor grado de vulnerabilidad, como son las mujeres migrantes.” (San Miguel, I., 2025).

En México, colectivos, organizaciones feministas y centros de estudios se han posicionado a nivel país como pioneros y ejemplo de estudios sobre gestión menstrual desde diferentes contextos. Linealmente, se convierte en uno de los países creadores de políticas sociales sobre gestión menstrual que han permitido llegar a un avance en derechos menstruales, como la eliminación del IVA en productos menstruales desde el año 2022. El 20 de marzo de 2025, Imelda Margarita San Miguel Sánchez propone ante el Senado una iniciativa de “proveer lo necesario para una adecuada gestión de la higiene menstrual”. Dados los flujos migratorios que caracterizan a México, sin dudas, presentar la gestión menstrual como derecho en condiciones de movilidad humana es de las primeras aproximaciones en materia de políticas sociales que comprende la urgencia de visibilizar los riesgos a los que se ven inmersas millones de personas menstruantes.

“Las personas en movilidad, especialmente aquellas en situación irregular, refugiadas o desplazadas, enfrentan múltiples obstáculos en su tránsito, como vivir en situación de calle o en campamentos inseguros y sin servicios básicos, situaciones de hacinamiento en albergues o la detención en estaciones migratorias y estancias provisionales del INM, donde frecuentemente se les priva de condiciones mínimas de higiene. A esto se suma la falta de una infraestructura política enfocada en la dignidad menstrual en estos contextos.” (COPRED, 2024)

De los relatos a la construcción de política

Conversando con una mujer migrante, quien por conflicto armado en Colombia decidió emigrar a Venezuela en el año 2011 y retornar por las mismas razones en el 2016,  nos relata sus experiencias menstruales en condición de movilidad humana  junto con sus dos hijas. Su relato nos permite visibilizar, las condiciones de riesgo de migrar por razones de violencia y todas las vivencias y particularidades de hacerlo. Entre la inseguridad, la violencia, la marginalización, la forma de subsistir, y la forma de gestionar su menstruación. 

“Nos enfermábamos, por no tomar agua potable, nos dio una bacteria por el agua que bebíamos. Las humillaciones de las personas en el camino que ‘vean a esas ladronas, póngales cuidado, que vean que van caminando y de pronto se roban alguna cosa’.  La policía que más que protegerlo a una le quitaban los papeles” Nos tocaban las quebradas, por eso también adquirimos infecciones vaginales”.

La aproximación a los derechos menstruales en contextos de movilidad humana visibiliza la dificultad de migrar de manera digna, uno de los tantos aspectos que comprende el entramado de una experiencia migratoria. Menstruar en contextos de movilidad, sin condiciones ni espacios idóneos, agudiza los riesgos a la salud, que se traducen en infecciones que afectan directamente al útero.

“Los derechos menstruales y la infraestructura que se ha ganado siguen siendo insuficientes para quienes se encuentran en tránsito, en situación de calle o en detención, dejando a un lado su bienestar y sus derechos humanos básicos.” (COPRED, 2024).

Por medio de las voces de grupos de mujeres migrantes que narran la forma de autogestionar su menstruación, se expresan una de las maneras más representativas y potentes de resistencia política ante una deuda histórica para con las personas menstruantes. Además, permite pensar políticas en función del contexto migratorio.

Evidentemente, discutir la gestión menstrual como derecho sexual y reproductivo, contextualizado dentro de la movilidad humana, representa un reto propio que afecta a la población migrante en cada país, sobre todo aquellos que cuentan con población migrante transitoria, como México, Colombia, Venezuela y Panamá. Son fundamentales las recomendaciones de organizaciones internacionales para todas las naciones respecto a los derechos sexuales y reproductivos y la eliminación de la discriminación hacia la mujer.

Reconocer no solo la menstruación sino también el ciclo menstrual como un aspecto multidimensional permite comprender la complejidad y la diversidad de aspectos invisibilizados sobre los derechos sexuales y reproductivos. Problematizar lo simbólico, los tabúes y los mitos sobre la menstruación, y abrir espacios de educación menstrual, permite adentrarse en la cotidianidad de las vivencias menstruales y promover la eliminación de nociones negativas sobre el menstruar. Las condiciones materiales idóneas y los espacios de educación menstrual garantizan uno de los tantos aspectos necesarios para que niñas, mujeres, hombres trans y personas menstruantes puedan vivir de manera digna.

Bibliografia

Senadora Imelda M. Sanmiguel Sánchez. (2025, 20 de marzo). Iniciativa con proyecto de decreto que reforma la Ley de Migración en materia de artículos de higiene femenina [Iniciativa legislativa]. Cámara de Senadores. http://sil.gobernacion.gob.mx/Archivos/Documentos/2025/03/asun_4865516_20250326_1742921822.pdf

Fernández de la Reguera Ahedo, A. (2023). El engranaje de la violencia institucional y la diferencia sexual: una reflexión sobre los derechos humanos de las mujeres en detención migratoria. Boletín Mexicano De Derecho Comparado, (163). 

Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED). (2024). Menstruación migrante: Gestión menstrual en mujeres y personas menstruantes en contexto de movilidad humana en la Ciudad de México.


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Equipo periodístico |  + notas

Profesional en Sociología y maestranda en Políticas Sociales. Experiencia con implementación y evaluación de proyectos con enfoque de género en poblacion habitante de calle, mujeres rurales de Colombia


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