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“La capacidad de aprender es lo que más me gusta de este proceso” me dice desde Madrid, Luciana Peker, cuando le pido que comparta su experiencia como migrante.

Luciana, reconocida periodista feminista, autora de libros, activista, potente comunicadora y analista de su tiempo, se fue de Argentina el 21 de diciembre de 2023, sólo 11 días después de que ganara las elecciones presidenciales Javier Milei. Se fue por miedo.

“Me fui de la Argentina por amenazas que están demostradas en la justicia”, situación que hizo pública en una entrevista que le hice para la agencia nacional de noticias Télam, cerrada por el gobierno nacional (la pueden ver acá).

“En Argentina hay un retroceso brutal, un autoritarismo tan grande, y las periodistas feministas nos jugamos sin tener atrás ni redacciones, ni abogadas, ni organizaciones. Entonces, en ese contexto es que decidí irme y creí que era por un tiempo y después la situación recrudeció, entonces estoy solicitando asilo”, comparte.

Y contextualiza como la buena periodista que es: “Javier Milei tiene un plan económico que, básicamente, lo que plantea es el saqueo y el retroceso de Argentina, un país sin Estado, sin justicia social, con un ataque a los chicos con cáncer, a las personas con discapacidad, a las universidades, a las personas migrantes”.

“Ese plan, además, se concretó con un ataque muy determinado hacia las protestas feministas, que después se extendió al periodismo. En ese contexto por supuesto que las personas decidimos o vemos qué hacemos, y yo decidí irme del país”, relata.

Luciana tiene una hija y un hijo. Ser madre es una condición que también tiene que ver con su decisión y su experiencia migrante: “Hay algo que estoy pensando en estos días sobre la idea de un periodista que dice: ´Bueno, la gran diferencia entre las mujeres y los hombres es quién te espera´, y creo que eso es así, y a las madres solo nos esperan nuestros hijos, que en mi caso, quedaron muy expuestos”.

—Refugio Latinoamericano: ¿Qué aprendizajes estás transitando como migrante?

—Luciana Peker: Lo mejor de la migración es lo que aprendí de las otras migrantes, del proceso migrante; conectar todavía más con las latinoamericanas que se tienen que ir y aprender muchísimo sobre islamofobia y racismo. Argentina es un país que queda en el sur del mundo y para mí el proceso más interesante como feminista es entender y definirme primero como latinoamericana, y el proceso de la migración te pone todavía más a los pies en Latinoamérica y más a los pies sobre ese otro sur global que es África.

—RL: Migraste apenas asumió Milei ¿cómo ves la situación de tu país desde España?

—LP: Me impacta —y para mí es un gran aprendizaje— que entre todas las cosas que hizo el gobierno de Milei erosionó derechos de las personas migrantes. Algo que es muy significativo es que eso casi no tuvo impacto en Argentina, y eso se produce porque en esa batalla cultural que dio la extrema derecha, nos tuvo a las feministas en la primera fila enemiga, fuimos las primeras contra las que tuiteó Javier Milei y sus ideólogos como Agustín Laje. Tengo guardados su posteos contra mí.

—RL: Se dice que no vimos venir a la derecha

—LP: Las primeras que vimos la ultraderecha fuimos nosotras. No lo podíamos no ver porque éramos a quienes atacaban directamente. Otra cosa es que no nos escuchen, y que después, como siempre, los varones se atribuyan el descubrimiento de procesos que nosotras relatamos, pero que cuando ellos lo relatan parece que empiezan a existir. Y dentro de ese proceso se da lo que yo llamo “machópolis y machopolización”. Eso quiere decir que el 90% de los medios están copados por varones, con mujeres en lugares de excepción o excepcionales.

—RL: ¿Y qué cambiaría en la cobertura sobre migración si tuvieran más espacios las periodistas?

—LP: Se impone una agenda de la derecha y los modos de la derecha. Y eso, por ejemplo, hace que no solo Milei haya logrado erosionar los derechos de las personas migrantes en Argentina, sino que lo haya hecho sin ninguna resistencia, sin que haya información, sin que haya oposición. Me parece que la agenda feminista, si hubiera estado de pie, no lo hubiera permitido. Hoy, desde mi lugar de migrante lo veo como una gran aberración. Me di cuenta que realmente en Argentina hay un racismo que siempre relaté, pero que es más grande del que veíamos, y que además ese retroceso en la agenda y esa “machopolización” de la agenda hace que además se dejen de lado todas las miradas interseccionales.

En estos casi dos años viviendo fuera del país, Luciana ha participado de diversos espacios con otras personas migrantes. Recuerda que en un taller que dio en el Instituto de las Desigualdades en Barcelona, un chico de Marruecos le dijo “hay que aprender a buscar la vida”, y eso le pareció “una actitud vital, una actitud de denuncia, porque yo me busqué la vida cuando decidí no naturalizar al gobierno de Javier Milei e irme apenas ganó las elecciones”.

En estos casi dos años, ella se encontró con otras que transitan, con sus particularidades, su mismo proceso, como Gabriela Wiener de Sudakasa, como las que impulsan la Asociación Mujeres con Voz o como la periodista mexicana especializada en migración Eileen Truax.

En estos casi dos años, Luciana aprendió que la migración tiene “capas”, y entre tantas experiencias también se encontró con las de Gerardo Pisarello, nacido en Tucumán y que ahora es secretario primero de la Mesa del Congreso y coportavoz de En Comú de España, y la de Manuela Bergerot Uncal, portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, nacida en La Plata y criada en España porque sus padres fueron refugiados políticos. 

—RL: En este punto de la charla me parece importante destacar que no hay que romantizar la migración

—LP: Mi experiencia es la de una migración difícil porque soy mamá. Es muy difícil irte con una hija, que se quede un hijo. Es muy difícil también la migración a los 50 años. Las periodistas de esta edad somos las más férreas y eso no es azaroso. Yo tengo casi 30 años de hacer periodismo feminista, es mi vida, no podés dejarlo porque vos te podés cambiar una remera, pero no podés dejar tu propia existencia. No es casual que las periodistas que tenemos alrededor de 50 años seamos las más convencidas y las más fuertes porque realmente hemos dado la vida por transformaciones, por hacer periodismo, por contar historias, por ver cómo las contábamos. Hemos tenido grandes triunfos también, por eso creo que nos persiguen más por nuestras victorias que por nuestros fracasos.

Imagen de portada: Luciana Peker (CC BY-SA 4.0)


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Silvina Molina, periodista argentina, foto de perfil.
Editora general |  + notas

Periodista, comunicadora y facilitadora en comunicación inclusiva. Participa en redes de periodistas internacionales y ha sido editora periodística y de Género. Es autora de libros sobre periodismo con enfoque de derechos. Nació en Entre Ríos y migró de niña a Buenos Aires. Vivió en Formosa y hoy reside en el conurbano bonaerense. Tiene raíces vasco-francesas y españolas.


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