Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Servicio Nacional de Migraciones (SERMIG), actualmente en Chile hablar de migración es hablar de tensiones. En apenas una década, el país pasó de ser un receptor de migrantes cauteloso, a convertirse en uno de los principales países de acogida de América Latina. Sin embargo, este flujo migratorio es acompañado por un fenómeno preocupante: el aumento de la xenofobia, especialmente dirigida hacia la comunidad venezolana que representa actualmente el mayor grupo extranjero en el país.
Conforme a los datos del SERMIG hasta finales de 2023 se estimaba que en Chile residían más de un millón y medio de personas extranjeras lo que representa cerca del 8% de la población total.
La migración está liderada por:
- Venezolanos: 444.000 personas (27,3%)
- Peruanos: 252.000 personas (15,5%)
- Haitianos: 179.000 personas (11%)
- Colombianos: 156.000 personas (9,6%)
- Bolivianos: 132.000 personas (8,1%)
- Otros: 462.000 (28,4%), incluyendo argentinos, dominicanos y ecuatorianos.
La mayoría de los venezolanos llegaron durante el período 2016–2021, escapando de la crisis económica y política en su país. Aunque muchos lograron insertarse en el mercado laboral formal, otros lo hicieron en condiciones precarias, sin documentación ni acceso a servicios básicos.
El panorama de la xenofobia
Diversos estudios muestran un preocupante deterioro de la percepción social hacia los migrantes, particularmente los venezolanos.
- Una encuesta de Activa Research (2025) reveló que el 85,2% de los chilenos expresa distancia social hacia los venezolanos, en comparación con el 55,2% en 2019.
- Según el Centro de Estudios Públicos (CEP), un 55% de los encuestados percibe “fuertes tensiones” entre chilenos y migrantes, un aumento de 11 puntos desde 2023.
- El estudio “Populismo en 2024” de Ipsos indica que el 60% de los chilenos cree que el país sería más fuerte si se detuviera la inmigración, muy por encima del promedio global (43%).
- Una encuesta de Datavoz (2024) revela que el 63,4% asocia la inmigración con el aumento de la delincuencia, especialmente en el norte del país, donde la criminalidad ha crecido y ha sido atribuida, en parte, a bandas internacionales como el Tren de Aragua.
Dos casos testigo: George Harris en Viña del Mar y las declaraciones de Pablo Herrera
Uno de los eventos que ilustró la tensión social fue la participación del comediante venezolano George Harris en el Festival Internacional de Viña del Mar en febrero de 2025. Durante su presentación, fue abucheado por parte del público y se retiró del escenario visiblemente molesto. La organización calificó lo ocurrido como un acto de xenofobia y racismo, y la controversia se viralizó en redes sociales.
“Fue un momento vergonzoso, no solo por el trato hacia un artista, sino porque refleja el rechazo hacia una comunidad entera”, dijo un portavoz del festival.
Por otra parte, el caso del cantante chileno Pablo Herrera generó una fuerte ola de repudios en 2024, luego de que expresara comentarios abiertamente xenófobos durante una entrevista radial. Al referirse de forma despectiva a inmigrantes que venden comida en los alrededores del Mercado Central de Santiago, llegó a declarar: “Córranle bala a todos. La policía tiene que hacer uso de derecho, y ojalá se los piteen (sic) a todos. Porque más encima van a ser un gasto de casi un palo en la cárcel”. Estas declaraciones, cargadas de odio, desataron una ola de repudios en redes sociales y entre organizaciones defensoras de derechos humanos. Sin embargo, también hubo sectores que celebraron sus palabras como una muestra de “valentía”, lo cual evidencia una creciente polarización en la sociedad chilena alrededor de este tema.
La criminalización de las personas migrantes: un camino sin salida
La criminalización de la migración venezolana en Chile ha sido alimentada por los medios y algunos discursos políticos. Aunque se ha documentado la presencia de bandas como el Tren de Aragua, también se ha demostrado que la mayoría de los venezolanos no tiene vínculos con actividades delictivas. Por el contrario, muchos han sido víctimas de trata, explotación laboral y extorsión, incluso dentro de Chile.
Un informe de InSight Crime incluso alerta que los propios migrantes venezolanos se encuentran expuestos al accionar delictivo de pandillas de alcance transnacional como la mencionada Tren de Aragua. Sin embargo, el estigma contra los migrantes venezolanos, que en muchos casos son asociados al delito transnacional por su mera nacionalidad, favorecen la radicalización de la xenofobia, impide una integración efectiva y puede generar condiciones para una mayor exclusión y violencia.
Según la presidenta de la Asociación Venezolana en Chile (Asovenchile), Patricia Rojas, “estamos al debe, tanto la comunidad venezolana como las comunidades de acogida. No hemos trabajado en la convivencia”. Este déficit de integración se manifiesta en tensiones cotidianas, como el ruido excesivo y las fiestas nocturnas con alto consumo de alcohol, prácticas que generan roces con los vecinos chilenos debido a diferencias en las normas de convivencia . Además, la llegada de migrantes con menores niveles educativos y recursos económicos desde 2020 ha intensificado la estratificación interna y la competencia por recursos, complicando aún más la inclusión social y el reconocimiento de los venezolanos en la sociedad chilena .
Un futuro incierto para la integración de los venezolanos
En este clima de creciente hostilidad en Chile frente a la migración venezolana, expertos en migración y derechos humanos llaman al Estado a adoptar una política migratoria clara e integradora, con un enfoque centrado en los derechos humanos, que frene la circulación social y mediática de los discursos de odio y favorezca la cohesión social.
Lo cierto es que en un mundo cada vez más globalizado, los discursos de odio y las posturas que promueven el cierre de fronteras vuelven a ocupar un lugar central en la agenda pública. En este sentido, con un diagnóstico claro de la realidad y el problema bien identificado, queda por ver cómo el Estado y la sociedad chilena planean abordar una situación que, en términos de convivencia, no aporta ningún beneficio ni para los chilenos ni para los venezolanos que residen en el país.
También te puede interesar:
No te olvides de los pobres ni del mar que los cubre
Es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Locutor Nacional por el ISER. Con amplia experiencia como cronista de exteriores, su interés está centrado en la visibilización de las problemáticas de minorías que suelen quedar fuera de la agenda de los grandes medios.
Su historia familiar está atravesada por la migración: su abuelo llegó desde Grecia escapando de la guerra, y tanto sus padres como él vivieron la experiencia de la migración interna.