En el Día Nacional de la Libertad Latinoamericana, la historiadora Sara Mata repasa la vida y el legado de Martín Miguel de Güemes, líder popular de las guerras gauchas, estratega clave en el proyecto emancipador de San Martín y primer gobernador electo por el pueblo salteño. Su figura, durante años relegada por las elites, es hoy símbolo de una memoria federal y de la participación popular en la independencia.
Argentina conmemora el paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes, figura clave de la lucha por la independencia. En este diálogo con la historiadora salteña e investigadora del CONICET, Sara Mata, reflexionamos en torno al legado de este líder popular de las guerras gauchas y defensor de la frontera norte.
Güemes nació en Salta el 8 de febrero de 1785, en una familia acomodada. Sin embargo, desde joven se volcó a la causa revolucionaria, al mando de milicias que resistieron con tenacidad las invasiones realistas. La escasa visibilidad de su figura en los relatos tradicionales se debe, en parte, al rechazo que generaba en las elites, que lo consideraban un caudillo ajeno a los ideales “civilizatorios” de Buenos Aires.
“Historiográficamente fue considerado un caudillo y, en muchos casos, descalificado —señala Mata—. Incluso por sus contemporáneos, especialmente la elite salteña, que lo acusaba de fomentar el desorden social. Su muerte, en 1821, fue celebrada por varios sectores del poder en Buenos Aires”.

El plan sanmartiniano y la guerra popular
Güemes tuvo un objetivo político claro: la independencia. Fue un colaborador estratégico en el proyecto emancipador de José de San Martín. En 1814, San Martín lo designó jefe de la vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú. “Su organización militar —explica Sara Mata—, mantenida con esmero entre 1815 y 1816, resultó decisiva para enfrentar al general La Serna mientras San Martín cruzaba los Andes. Esa acción fue clave para asegurar el avance hacia Lima”.
En 1815, Güemes fue elegido gobernador de Salta por asamblea popular, sin intervención de Buenos Aires. Fue uno de los pocos gobernantes de la época plebiscitados por su propio pueblo. Desde ese rol, organizó la defensa territorial con una fuerza compuesta por mestizos, mulatos, campesinos y arrendatarios. Así nació la División Infernal de Gauchos de Línea, conocidos por sus uniformes rojos y su feroz resistencia.
Gracias a su conocimiento del terreno y su cercanía con la población rural, Güemes logró contener nueve invasiones realistas mediante tácticas de guerra de guerrillas.
“La base de su poder fueron las milicias gauchas, integradas por sectores sociales diversos en una geografía extensa —señala Mata—. No se puede generalizar sobre las motivaciones de quienes se sumaron a la lucha, pero fueron clave en la defensa del proyecto revolucionario”.
Además de estratega militar, Güemes fue un líder profundamente comprometido con la justicia social. Es recordado como el “padre de los pobres”: defendió a los soldados con la figura del fuero gaucho, que permitía que los gauchos, al ser combatientes del Ejército patriota, estar exceptuados del pago de arriendo a los dueños de la tierra y de la obligación del conchabo, una institución de origen colonial que le aseguraba a los dueños de la tierra contar con mano de obra barata y permanente. Estas medidas lo enfrentaron tempranamente con las élites locales, que toleraron estas medidas porque se encontraban atravesando tiempos de guerra.
El rol de Macacha y las mujeres de la independencia

Su hermana, María Magdalena “Macacha” Güemes, tuvo un papel clave como organizadora de milicias y articuladora política. En reiteradas ocasiones, mientras su hermano se encontraba en campaña, ella asumió funciones de gobierno.
Fue además una figura central del sistema de inteligencia güemesiano: fue la organizadora de una red de espionaje y contrainteligencia en la que operaban las llamadas “bomberas”, mujeres que recolectaban y transmitían información a las fuerzas patriotas, y a veces difundían datos falsos para confundir al enemigo.
“El protagonismo político de Macacha queda claro cuando, tras la muerte de Güemes, se la acusa de conspirar y es encarcelada por una semana —señala Mata—. Ese documento está en el Archivo Histórico de Salta. Aunque la conspiración no haya existido, demuestra que fue vista como una figura con poder”. Y agrega: “Llamarla madrecita de los pobres o conciliadora reproduce estereotipos de género que borran su rol político. Nombrarla solo como la compañera del hermano es una forma de quitarle protagonismo”.
Muerte y legado

El 7 de junio de 1821, una partida realista al mando del traidor José María “el Barbarucho” Valdéz lo emboscó en Salta. Herido de muerte, Güemes resistió diez días en agonía en la Cañada de la Horqueta. Rechazó toda oferta de rendición. En uno de sus últimos gestos, reafirmó su vínculo con las tropas populares y su compromiso con la causa:
“Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarlos (…) En el magnánimo corazón de estos hombres no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad; el pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete”.
Güemes murió el 17 de junio de 1821, a los 36 años. Fue el único general argentino que murió en combate durante la guerra por la independencia. Su estrategia, y el protagonismo que le confirió a los sectores populares en la defensa de la frontera norte, permitieron frenar al ejército español y resguardar el proyecto emancipador a escala continental de José de San Martín.
Durante años, su figura fue relegada de las historiografía de la independencia argentina. Sin embargo, hoy es reconocida como uno de los símbolos fundamentales de la emancipación americana y apela a una memoria verdaderamente popular, donde los pueblos emergen como los artífices del destino nacional y continental.
Imagen de portada: “El General Martín Miguel de Güemes y sus gauchos”, oleo sobre tela pintado en el año 1912 por el pintor catalán Antoni Estruch y Bros.
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Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y estudiante de la Maestría en Periodismo Narrativo (UNSAM). Especialista en comunicación institucional, atención al público y producción de contenidos creativos.