Migrar no es solo un cambio de territorio, sino también un proceso emocional y psicológico que puede afectar profundamente el bienestar de quienes lo atraviesan. Desde el desarraigo y la incertidumbre hasta las barreras en el acceso a la salud mental, son muchos y variados los desafíos que enfrentan las personas migrantes y las consecuencias que esto tiene en su estabilidad emocional. A partir del testimonio del psicólogo y migrante Marco Anex Castillo, y de algunos datos de organismos internacionales, en esta nota analizamos las dificultades de las poblaciones migrantes más vulnerables y las estrategias necesarias para garantizar una mejor atención y acompañamiento.
¿Qué es ser migrante?
Esta es una pregunta cuya respuesta suele ser objetiva y, de cierto modo, bastante sencilla, que comúnmente se cruza con conceptos jurídicos y del derecho. Sin embargo, si queremos tratar las cuestiones de salud mental, más bien la pregunta debería ser: ¿qué es sentirse un migrante?. Aquí, la respuesta es del orden de lo subjetivo y nos presenta pistas fundamentales para que podamos empezar a hablar sobre la salud mental de este sector de la población.
La migración es un fenómeno global en constante aumento, con profundas repercusiones en la salud mental de quienes la experimentan. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas están en movimiento en todo el mundo, lo que representa aproximadamente una de cada ocho personas. De ellas, 281 millones son migrantes internacionales y 84 millones han sido desplazadas forzosamente debido a conflictos, pobreza, desastres naturales y otros factores. A estos desafíos se suma la falta de acceso a servicios esenciales, lo que agrava aún más la situación de los migrantes.
Para comprender más a fondo este tema de la realidad argentina, entrevistamos al licenciado en psicología Marco Anex Castillo, de 38 años, experto en atención a personas migrantes. Marco también es un migrante. Nacido en Chile, decidió mudarse a Buenos Aires en 2013 para realizar su sueño de cursar la carrera de psicología, ya que en su país las universidades son aranceladas y él no tenía condiciones económicas para costear la facultad. Actualmente, Marco es el coordinador del área psicosocial del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), una organización que acompaña a personas migrantes y refugiadas desde un enfoque de hospitalidad, protección y restitución de derechos.

Migrar la mente: entre el desarraigo y la identificación
Según el psicólogo Marco, el proceso de identificación es muy importante porque permite ubicar en qué posición se encuentra la persona frente a su situación, es decir, si se considera como migrante o no. En términos objetivos, la persona es siempre un migrante, pero, en términos subjetivos, el proceso de identificación implica todo un conjunto de factores.
Si uno no se considera como un migrante, por lo general, es porque su cabeza y su existencia todavía siguen anhelando a su país de origen, en otras palabras, se da la negación de un proceso concreto. De lo contrario, cuando la persona se considera migrante, busca hacer valer más sus derechos y, por consecuencia, empieza a tener más arraigo en el territorio y a exigir lo que les corresponde como ciudadano, como el derecho al acceso a la salud pública, por ejemplo.
Las personas con mayor dificultad para identificarse como migrantes son los refugiados y exiliados, que fueron obligadas a salir de sus países por problemas políticos o sociales y que no pueden volver. En estas situaciones, el anhelo y el desarraigo son mucho más fuertes. El conflicto que puede surgir es el miedo a perder el lugar de origen si se radica al país de destino. La culpa también es otro factor que juega en contra del arraigo por haber salido del país, dejando sus amigos y familia allá, además de sentirse como “no merecedor de una mejor vida”. El trabajo terapéutico en estos casos es intentar disolver esta falsa oposición binaria entre el lugar de origen y el país de refugio y desarmar la trampa que se pone la culpa.

Entre fronteras y barreras: el difícil acceso a la salud mental de las personas migrantes.
Según la OMS, la población migrante enfrenta grandes desafíos para acceder a los servicios de salud mental. En muchos casos, los sistemas de salud de los países de acogida no reconocen adecuadamente sus necesidades, lo que agrava su situación. Las tarifas elevadas, la falta de información, el estatus migratorio irregular y la escasa competencia cultural entre los proveedores de salud, dificultan el acceso a tratamientos adecuados. Este proceso afecta en mayor medida a colectivos vulnerables, como las minorías racializadas, las mujeres, jóvenes o miembros del colectivo LGTBIQ+, que tienen mayor riesgo y menos factores de protección.
Los menores de edad y adolescentes migrantes también constituyen un grupo especialmente vulnerable. De acuerdo con estudios revisados por la OPS, los niños migrantes, especialmente los no acompañados, tienen más probabilidades de experimentar eventos traumáticos, abuso y explotación, lo que impacta negativamente en su salud mental. Un estudio realizado en centros de detención de Estados Unidos y publicado en Developmental Psychobiology encontró que el 97,4% de los niños migrantes centroamericanos y mexicanos habían experimentado al menos un evento traumático antes de migrar. La falta de redes de apoyo y las dificultades para la integración en las comunidades de acogida pueden empeorar su bienestar emocional.
Las mujeres y niñas migrantes también enfrentan dificultades particulares, como el acceso limitado a servicios de protección contra la violencia de género. Muchas de ellas sufren acoso, abuso sexual y explotación en los países de tránsito y destino, lo que incrementa los riesgos de desarrollar ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático. En el caso de las personas con discapacidad, los obstáculos se multiplican debido a la falta de infraestructura, la escasez de profesionales capacitados y la discriminación en los servicios de salud.
Pacientes migrantes y sus demandas
Marco atiende a migrantes en SJM desde 2021. A lo largo de este tiempo ha atendido personas desde 5 años de edad hasta mayores de 60. No obstante, la mayoría de sus pacientes son mujeres cis adultas, madres solas o que sufrieron violencia doméstica.
En el caso de estas mujeres acompañadas por Marco, usualmente la demanda es más por cuestiones sociales, principalmente por la violencia de género. Con frecuencia, en estas circunstancias, hay un enorme conflicto porque hay mujeres que siguen en pareja con el agresor y otras que han podido separarse y denunciar. El resultado de esto es un impacto en términos patológicos, con aumento de cuadros de depresión y ansiedad.
También, subraya Marco que ha habido un aumento de hombres cis que buscan acompañamiento psicológico. En general, son hombres que vienen de países cuyas construcciones de la masculinidad son muy tradicionales y estructuradas, y se encuentran en Argentina con un proceso de deconstrucción de esta masculinidad. Asimismo, por diversos factores acordes al tipo de vida migrante, no pueden mantener el lugar del “varón proveedor”, generando un aumento de conflictos familiares, violencia, ataques de pánico y ansiedad. El efecto es que estos hombres llegan al servicio con una carga muy fuerte y una agresividad muy marcada, pues este es el único modo en el que canalizan sus conflictos.
En cuanto a la población migrante infantil, son muy comunes los casos de duelos no elaborados, ya que usualmente a los niños no se les avisa que van a migrar, siendo muchas veces procesos de mudanza muy rápidos y abruptos. Así, no tienen tiempo para despedirse de sus amigos y parientes, ni tampoco para elegir los objetos personales que llevarán. Estas cuestiones en general se manifiestan en problemas conductuales en la escuela.
Finalmente, lo que explica Marco respecto al grupo de personas mayores es que muchos vienen con sus familias porque no se pueden quedar solas y/o necesitan de cuidados, o también para ayudar a cuidar de sus nietos. Este es un contexto que genera un conflicto, porque, por un lado, está la promesa de una vida mejor en otro país; sin embargo, terminan volviendo a ser madres/padres cuando ya habían finalizado sus propios procesos como tales. Además, afectan todas las cuestiones propias de la vejez, considerando que son personas que para la sociedad ya no son mano de obra útil: la dificultad de insertarse en mundo laboral, el acercamiento a la muerte, la pérdida del cuerpo adulto que genera la sensación de menor vitalidad, y la dificultad de establecer relaciones sociales.

El impacto de la migración en la salud mental
La relación entre migración y salud mental como compleja y multifactorial. Según esta Organización, los refugiados y migrantes a menudo enfrentan condiciones adversas en sus países de tránsito y destino, lo que los expone a un mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental. Factores como la barrera idiomática, la discriminación institucional, la precariedad laboral, la explotación y la marginación contribuyen a generar niveles elevados de estrés, ansiedad y depresión.
Un documento elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS resume la literatura científica sobre la salud mental de los migrantes internacionales en la Región de las Américas entre 2016 y 2023. Los hallazgos clave reúnen datos sistematizados en:
Depresión y ansiedad
- Síntomas depresivos leves a moderados en inmigrantes latinos, con mayor incidencia en mujeres.
- En hombres latinos recién llegados, la depresión se asocia con la conformidad hacia normas de masculinidad.
- Los migrantes venezolanos que han experimentado discriminación tienen 3.5 veces más probabilidades de desarrollar trastornos de ansiedad.
- Migrantes peruanos y colombianos en Chile reportan niveles elevados de depresión y ansiedad debido a la discriminación.
- Estrategias de asimilación en inmigrantes peruanos han intensificado síntomas depresivos.
- Migrantes sardos en Argentina presentan mayor riesgo de depresión severa que sus compatriotas en Italia, sobre todo mujeres jóvenes.
- Migrantes asiáticos en Canadá (China, Hong Kong, Macao, Vietnam) experimentan soledad y aislamiento social, con síntomas de ansiedad y depresión.
- La soledad y barreras idiomáticas aumentan el riesgo de suicidio en migrantes, según una revisión sistemática en EE. UU.
- Los jóvenes migrantes tienen tasas más altas de autolesiones e intentos de suicidio.
- Barreras como el estigma y la falta de dominio del idioma dificultan el acceso de los migrantes a los servicios de salud mental.
Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)
- Un 21.4% de los migrantes perciben el proceso migratorio como traumático por el miedo a la muerte o lesiones de ellos o sus seres queridos.
- Una revisión sistemática halló que el 31.46% de los refugiados y solicitantes de asilo padecen TEPT debido a violencia, separación familiar y barreras administrativas.
Uso de sustancias
- Refugiados en EE. UU. presentan tasas de consumo de alcohol entre el 13% y el 38%, aumentando un 20% tras un año de migración.
- Casi la mitad de los refugiados somalíes en EE. UU. consumen drogas.
- A pesar del consumo, la prevalencia de trastornos por abuso de sustancias en refugiados es baja (4% para cannabis, menos del 1% para cocaína, heroína y otros).
Estrés
- La discriminación y la exclusión agravan el estrés de la adaptación cultural, como se ha observado en migrantes en Sudamérica.
- Migrantes venezolanos en EE. UU. reportan altos niveles de estrés por el contexto migratorio.
- En Chile, refugiados y solicitantes de asilo sufren estrés por discriminación y nostalgia del hogar.
- La separación familiar afecta especialmente a migrantes colombianos que viajan solos.
- En centros de detención en EE. UU., un 97.4% de niños migrantes centroamericanos y mexicanos han experimentado eventos traumáticos previos a la migración, lo que agrava síntomas de TEPT.

El papel de la pandemia
La pandemia de COVID-19 exacerbó las desigualdades existentes, afectando de manera desproporcionada a los migrantes, en especial a aquellos en situación irregular. La interrupción de los servicios de salud, el aumento de la discriminación institucional y la precarización laboral, generaron mayores dificultades para la atención de la salud mental en esta población. Además, el confinamiento y el cierre de fronteras aumentaron los sentimientos de aislamiento y desesperanza entre los migrantes.
Sin embargo, también existen factores que pueden mitigar los efectos negativos de la migración en la salud mental. Un informe de la Cruz Roja en España identificó que el empleo y la ocupación remunerada, aunque sea en la economía informal, proveen estabilidad emocional y seguridad económica. El acceso a la educación y la posibilidad de aprender el idioma del país de acogida también han sido identificados como factores protectores clave, al facilitar la integración social y mejorar el autoestima de los migrantes.
Asimismo, el establecimiento de vínculos sociales, el acceso a hábitos de vida saludables, la asistencia a grupos de apoyo comunitarios y la orientación psicológica pueden contribuir significativamente a mejorar su bienestar emocional. En este sentido, algunas iniciativas de ONG y gobiernos han implementado programas de atención psicológica gratuita para migrantes, con resultados positivos en su bienestar mental. Un ejemplo de ello es el programa de salud mental para migrantes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que ha brindado apoyo psicosocial a miles de personas en situación de movilidad.
Suicidio y el momento político actual
En noviembre de 2024, un informe de la ONG Diaconía, con apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de España, mostró que hubo un aumento de 38% los casos de suicidios entre los migrantes de 15 a 29 años de este país en los últimos cinco años. Lamentablemente, esta es una tendencia mundial, y no está restringida apenas a los grupos migrantes. En Argentina, por ejemplo, en 2023, hubo un crecimiento de 6% de personas que pusieron fin a sus vidas.
En los últimos tres años, el Licenciado Marco afirmó que ha notado un aumento de la ideación, planificación e intento de suicidio. En diciembre de 2024, un mes que en general es muy complicado para la población migrante debido a la añoranza generada por las fiestas, han recibido diversas llamadas solicitando ayuda a personas que intentaron quitarse la vida.
El aumento de los suicidios también está en sintonía con el momento político e histórico vivido en todo el mundo, con el ascenso de gobiernos de ultraderecha que se posicionan abiertamente en contra de la movilidad humana y los pueblos migrantes. Particularmente, con respecto a nuestro país, Marco comenta que el principal impacto de las políticas del Presidente libertario Javier Milei está siendo sobre las personas en situación de solicitud de estatuto de refugiado.
El gobierno estaría impulsando cambios en las leyes migratorias, generando modificaciones importantes, particularmente para personas refugiadas. Según el gobierno, la ley no estaba reglamentada y ahora lo están haciendo, pero hay una gran incertidumbre y no está claro que es lo que va a pasar. Es una cuestión política cuál es el criterio para que a una persona la acepten como refugiada o no, y eso es un factor que está generando un mayor nivel de ansiedad en las personas en situación de refugio, destaca Marco.

Conclusiones y desafíos futuros
Los estudios revisados por la OMS y la OPS muestran que la salud mental de los migrantes es un tema urgente que requiere una respuesta integral. Las políticas de los países de acogida deben centrarse en garantizar el acceso equitativo a los servicios de salud mental, promover la inclusión social y erradicar la discriminación estructural. Además, es fundamental ampliar las estrategias de prevención y atención temprana en salud mental para reducir la incidencia de trastornos psicológicos en esta población.
Es crucial que los sistemas de salud reconozcan las necesidades específicas de los migrantes y desarrollen estrategias de atención culturalmente competentes. De igual forma, el fortalecimiento de redes de apoyo, la generación de oportunidades de empleo digno y la creación de espacios de integración pueden ser clave para reducir el impacto negativo de la migración en la salud mental.
Garantizar el bienestar psicosocial de los migrantes no solo es una cuestión de justicia social, sino también una necesidad para la construcción de sociedades más equitativas y cohesionadas. La cooperación internacional y la implementación de políticas inclusivas resultan fundamentales para abordar este desafío global con soluciones sostenibles y humanitarias.
Ayuda y atención psicológica a migrantes
Para las personas migrantes que necesitan o desean un acompañamiento psicológico, el Servicio Jesuita a Migrantes está abierto de lunes a jueves, de 09:00 a 16:00 hrs. Se puede hablar desde WhatsApp a los números 11 2847-8764 (área social) o 11 5028-6697 (área psicológica).
En los casos más urgentes, donde haya riesgo a la vida, les migrantes pueden acercarse a las guardias de salud mental del servicio público de salud o llamar al teléfono 135 (Número de Asistencia al Suicida).

Imagen de portada: “The Inmigrant”, mural de Joel Bergner | Imagen: Roger Jones (CC BY-NC 2.0, sin cambios).