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Desde Refugio Latinoamericano entrevistamos a Cristina Abela y Trini Abascal, fundadoras de Latin Stories, una organización que acompaña a personas migrantes de origen latinoamericano en Australia. Lo que comenzó como un blog para entrelazar historias migrantes se consolidó con el tiempo como un espacio de referencia para la visibilización de las voces latinoamericanas, la promoción de la inclusión y la recuperación de la memoria de las comunidades hispanohablantes que han llegado al país a lo largo de las últimas seis décadas.

Cristina Abela llegó de México a Australia en 2011 para cursar una maestría en medio ambiente en la Universidad de Melbourne, pero su adaptación estuvo lejos de ser sencilla: no contaba con redes de apoyo, y tuvo que enfrentarse a un mercado laboral competitivo y poco diverso, además de lidiar con un entorno cultural que la hacía sentirse desconectada. Con el tiempo, formó una familia con un australiano —con quien tuvo un hijo— y consolidó su carrera profesional en Melbourne, donde trabaja en la Essential Services Commission, evaluando los programas de participación comunitaria de las compañías de agua del Estado. 

“Hace 14 años, en mi trabajo todo era muy ‘australiano blanco’. No había nadie de Latinoamérica. Yo sentía que venía de Marte. Me sentía sola e invisible”, cuenta. La soledad y las dificultades de adaptación derivaron en episodios de depresión y desgaste físico. “Había un deseo intenso de pertenecer; incluso me compraba ropa rarísima, que estaba de moda acá, solo para usarla cuando salía con los amigos de mi esposo”, recuerda. 

Impulsada por esa necesidad de conexión, Cristina comenzó a participar activamente en eventos comunitarios en español. “Iba a todos los encuentros posibles porque quería conocer a gente viviendo lo mismo. Preguntaba: ‘¿Cómo estás? ¿Cómo saliste adelante?”. Fue así como conoció historias muy alentadoras que la llevaron a mirar más allá de su propia experiencia y a preguntarse por la ausencia de relatos sobre la vivencia de las personas migrantes latinoamericanas en Australia. 

Latin Stories: el nacimiento de una comunidad 

En 2015, de esa necesidad nació Latin Stories, un blog que Cristina impulsó junto a su amiga Trini Abascal, también mexicana, radicada en el país desde hace más de diez años y vinculada al trabajo en salud mental. Juntas empezaron a recopilar historias de migrantes latinoamericanos en Australia y lo que comenzó como un proyecto artesanal se convirtió rápidamente en un espacio de encuentro y pertenencia. “Nos dimos cuenta de que había una necesidad real de conectar, de encontrarnos, de no sentirnos solos tan lejos de casa, recuerda Cristina.

En 2017, un terremoto en México marcó un punto de inflexión para el proyecto. Para entonces, ya llevaban tres años recopilando y difundiendo historias de personas latinoamericanas asentadas en Australia. Para colaborar con la situación, y aprovechando su alcance con la comunidad, organizaron una campaña de recaudación de fondos para enviar ayuda económica desde Australia a México. La respuesta fue contundente: en apenas tres semanas, la organización reunió 15 mil dólares para enviar ayuda a México. “Para nosotras, eso fue una muestra clara de que Latin Stories se había convertido en un espacio confiable, legítimo y profundamente necesario”. Ese impulso permitió que la iniciativa se formalice como charity y comience a recibir apoyo estatal, consolidándose como una organización clave para la visibilidad, la inclusión y la reconstrucción de la memoria migrante latinoamericana en el país.

Desde entonces, la organización utiliza la narración de historias, la fotografía y el cine documental para fortalecer el sentido de pertenencia en un país multicultural; emplea juegos de mesa y teatro para abordar temas como la igualdad de género y aplica marcos teóricos sólidos junto a técnicas artísticas comunitarias para empoderar especialmente a mujeres migrantes, ayudándolas a explorar su identidad, aumentar su sentido de pertenencia y favorecer su inclusión social. Además, ha brindado apoyo directo mediante sesiones de salud mental y vales de asistencia alimentaria a personas migrantes latinoamericanas que acudieron a la organización en situaciones de vulnerabilidad, como quienes recién llegan al país sin trabajo ni redes de apoyo. Asimismo, han hecho lo propio con mujeres que atraviesan situaciones de violencia doméstica, estudiantes internacionales sin ingresos suficientes y personas que enfrentan precariedad laboral o dificultades económicas.

Taller de inclusión e integración promovido por Latin Stories | Foto: Latin Stories Australia

Nuestras Voces: reconstruir la memoria migrante y su contribución al tejido social australiano 

En 2020, Latin Stories Australia estrenó Nuestras Voces, el primer documental dedicado a recuperar la historia de las personas migrantes hispanohablantes que llegaron a Australia entre las décadas de 1960 y 1980, muchas de ellas huyendo de dictaduras, guerras civiles y crisis políticas. Premiado en diversos festivales internacionales, el filme recoge testimonios que revelan los desafíos y el aporte cultural de estas comunidades al tejido social del país. Su proyección se complementa con sesiones de debate y talleres educativos para estudiantes latinoamericanos sobre empleo, visados, consentimiento e igualdad de género. 

La investigación detrás del documental identifica tres grandes oleadas migratorias hispanohablantes a Australia. La primera, iniciada en los años 60, estuvo integrada por personas de España, Chile, Uruguay y Argentina, quienes vivieron la transición de Australia desde la política de la “Australia blanca” hacia un modelo multicultural que empezó a consolidarse a partir de 1973. La segunda ola llegó en los años 80 y principios de los 90, conformada por personas refugiadas centroamericanas —principalmente de Salvador y Guatemala— que escapaban de guerras civiles. La tercera, desde los años 90 hasta la actualidad, la protagonizan personas migrantes de distintas partes de Latinoamérica que llegan para estudiar, investigar o trabajar mediante programas como Work and Holiday. Se trata de un visado temporal dirigido a jóvenes de entre 18 y 30 años (o 35 en algunos países), que les permite viajar, trabajar y estudiar en el país durante un año para financiar su estancia. La visa autoriza a trabajar hasta seis meses en la misma empresa y estudiar hasta cuatro meses, y puede extenderse hasta dos años adicionales si se cumplen ciertos requisitos de empleo en zonas regionales.

Los testimonios del documental muestran que, aunque las primeras personas migrantes eran “bien recibidas” como mano de obra en fábricas, tuvieron dificultades para integrarse al sistema educativo y acceder a empleos calificados. Los migrantes debieron enfrentar barreras como el racismo, las limitaciones con el inglés, la falta de reconocimiento de títulos y experiencia profesional que traían de sus países (sobrecalificación ignorada), precariedad laboral y escasez de servicios adaptados a su cultura. Además, les resultaba difícil construir redes sociales que facilitaran su integración. 

Entre las historias destacadas del documental aparece la de Maritza Thompson, quien llegó de niña junto a sus padres escapando de la dictadura de Pinochet. Recuerda cómo, en la escuela, a los estudiantes migrantes los obligaban a sentarse detrás del pizarrón, mirando hacia la pared. Ya adulta, estudió psicología para comprender el trauma posdictadura y fue cofundadora de la Victorian Foundation for Survivors of Torture (Foundation House), hoy referente nacional en atención en trauma, apoyo a personas refugiadas, y capacitación institucional. 

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El documental también destaca la trayectoria de Ángel Calderón, una persona refugiada de origen guatemalteco. Calderón arribó en 1985 sin hablar inglés y reconstruyó desde cero una carrera que hoy lo posiciona como una figura clave en la formulación de políticas de educación superior en Australia. Pintor, maratonista y miembro del histórico colectivo comunitario “El Sindicato”, reivindica la gratitud y la autenticidad como guía para la vida migrante.“En un momento histórico en el que algunos sectores cuestionan los beneficios de la inmigración, se vuelve fundamental escuchar las voces de quienes migraron y buscaron refugio, para visibilizar sus contribuciones continuas y de largo plazo a la sociedad”, señaló.

Según Diana Páez, directora del documental Nuestras Voces, el relato dominante australiano ha tendido a centrarse en historias de migrantes europeos, especialmente anglosajones, presentando al país como una nación construida sobre una identidad blanca y homogénea. Este enfoque ha invisibilizado a comunidades como las hispanohablantes, cuyos aportes culturales, laborales y sociales han sido poco reconocidos. “El proyecto de Latin Stories busca precisamente dar un espacio a estas comunidades, situarlas dentro del tejido social y, al mismo tiempo, empoderar a las generaciones mayores a narrar sus historias como un acto de sanación, registro de memoria y comprensión de los desafíos que enfrentan hoy, mostrando así un multiculturalismo más diverso y completo”, se afirma en un fragmento del material institucional de Latin Stories Australia.

El documental es sin dudas una invitación a repensar el multiculturalismo australiano: no solo como convivencia de culturas visibles, sino como un entramado social enriquecido por migrantes que, con sus diferencias —idioma, tradiciones, formas de vida—, tienen el potencial de transformar a la sociedad en su conjunto.

“Ser migrante es ser un cactus”

Cristina ha desarrollado una metáfora que resume su experiencia: ser migrante es ser un cactus. “Soy de San Luis Potosí, cerca del desierto mexicano, crecí rodeada de cactus, pero nunca me identifiqué tanto con ellos como hasta que me mudé acá. Un cactus, con muy pocos recursos, logra sobrevivir en el desierto y en algunos casos logra sacar una flor. Eso me parece increíble. Ser migrante es buscar la fortaleza dentro de ti y tener clara la razón por la que quieres estar en el lugar que elegiste. Eso te permite florecer donde sea que estés plantado. Y el corazón migrante se expande, porque cruza fronteras. Tu amor siempre va a estar en dos lugares.”

Este año Latin Stories Australia cumplió diez años y su impacto ha sido ampliamente reconocido. En 2020, recibió el prestigioso Reconocimiento Ohtli, la máxima distinción otorgada por el Gobierno de México a mexicanos en el extranjero por su labor comunitaria. Además, en 2021, ganó el Victorian Government Multicultural Award for Excellence in Community Innovation por su enfoque creativo para abordar los desafíos de la comunidad latina. Por último, en 2022, su documental Nuestras Voces obtuvo los premios a Mejor Película Histórica en el Toronto International Women Film Festival y Mejor Largometraje en el Latino Feedback Film Festival. Y en 2023, su proyecto La Sobremesa fue galardonado con el People’s Choice Award en los TMRWW Awards.

Proyección de Nuestras Voces, documental de Latin Stories Australia | Foto: Latin Stories Australia

Entre sus próximos pasos, Latin Stories se propone seguir promoviendo la igualdad de género y la prevención de la violencia familiar a través de talleres y proyectos creativos como La Sobremesa, un programa basado en juegos de mesa y un cómic que fomenta conversaciones sobre consentimiento, relaciones saludables y respeto. Además, planean ampliar el alcance de su documental Nuestras Voces, desarrollar nuevos talleres e iniciativas que refuercen la pertenencia y la inclusión, y visibilizar el aporte de los latinoamericanos al tejido multicultural de Australia. 

“Nuestra visión es construir una sociedad donde la comunidad latina no solo esté incluida, sino también celebrada como parte esencial de la identidad australiana”, concluye Cristina.

Imagen de portada: Cristina Abela y Trini Abascal celebran los 10 años de Latin Stories | Foto: Diana Páez para Latin Stories Australia


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Autora |  + notas

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, donde también cursó el Programa de Actualización en Comunicación, Géneros y Sexualidades, se especializó en comunicación digital en Éter y cuenta con una trayectoria profesional vinculada a la comunicación para políticas públicas en Argentina. Actualmente reside en Melbourne, Australia, donde se desempeña como comunicadora freelance en diversos proyectos.


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