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Por moda o simplemente por desconocimiento, cuando se habla de movimientos migratorios, muchas veces se da por sentado que se trata de desplazamientos de personas que se trasladan de un país a otro. Pero las migraciones también pueden darse “fronteras adentro”.

La historia de buena parte de América Latina ha estado marcada por los constantes traslados desde las provincias hacia centros urbanos más poblados. 

Los motivos que llevan a las personas a salir de sus “localidades endémicas” y lanzarse a la aventura migrante son casi siempre los mismos. Sin importar que se trate de casos nacionales o internacionales. Son búsquedas relacionadas a mejor calidad de vida, acceso a servicios básicos, a una mejor educación o seguridad. También hay casos (demasiados) de “escapes” de entornos hostiles y de zonas de guerra.

Quizá no sea la motivación más repetida, pero no por ello menos válida. “Vivir del arte” es lo que llevó a Lautaro Astegiano, nuestro entrevistado, a dejar atrás a Posadas, su ciudad de origen, y lanzarse a la aventura migrante en Buenos Aires. Una migración interna, sí. Pero un movimiento migratorio, al fin y al cabo.

Un chico que quiere vivir del arte

A Lautaro lo conocí apenas llegué a Argentina. Luego de mis experiencias migratorias previas, esta vez, una de las decisiones que tomé, junto con la propia determinación de emigrar, fue encontrar rápido refugio y protección en el arte, específicamente en la actuación. Por ello, dos días después de “sellar mi entrada”, empecé a enviar mi “resumé” actoral a cuanta convocatoria de casting me encontraba en las redes sociales. 

El afán dio resultado y a los pocos días me uní al elenco de El gitano de París. Una adaptación teatral de Nuestra señora de París, el clásico de Víctor Hugo, escrita y dirigida por Andy Nor. Pieza de la que mi entrevistado es precisamente el protagonista.

“Vivir del arte en Misiones es casi imposible”, explica Lautaro Astegiano, que migró de Posadas a Buenos Aires | Foto: gentileza. 

En lo que iniciamos de manera “formal” la entrevista, recurre a la tercera persona para responder a la primera de mis preguntas: quién es Lautaro Astegiano. Es “un chico que se busca permanentemente; lo único que tiene claro es que la búsqueda es eterna y eso es lo que le hace ser él”. Luego, se incluye en el discurso para añadir que “no hay una definición, y eso me gusta”.

Rápido se encarga de instalar el tema de la migración sobre la mesa. Reconoce, no sin lamentarse, que “vivir del arte en Misiones es casi imposible”. Por eso tomó la decisión de trasladarse a Buenos Aires, una ciudad “que me gusta mucho” porque “acá es donde más puedo buscarme a mí mismo”. 

No ha sido difícil migrar solo

La seguridad con la que justifica sus respuestas por momentos sorprende, considerando que “sólo” tiene 22 años. Aclara, sin lamentaciones, que migrar solo “no ha sido difícil”. Incluso, da la impresión que para él, fue un proceso natural. “Soy una persona solitaria y autosuficiente, entre comillas”, señala. 

“Me gusta estar solo, me encanta disfrutar de mi tiempo solo. Es una aventura”. Admite que por momentos le cuesta seguir el ritmo vertiginoso de la ciudad. “Todos los días tengo que llegar rápido al SUBTE, tengo que hacer cosas rápido porque sino se me pasa y es responsabilidad mía y de nadie más y eso me encanta”. 

A Buenos Aires llegó con el propósito de hacer teatro, algo que no pudo hacer durante su infancia. En Posadas “había pocas escuelas o eran muy caras”. Para entrar en contacto con el arte, recurrió a lo que sí tenía a mano: clases de canto. Además, nació en el seno de una familia de artistas: su abuela es escritora, mientras que uno de sus abuelos y su padre se dedicaron a la música.

Un actor y un artista en formación

Un año y cinco meses después de embarcarse en su “cruzada migrante”, se le ilumina el rostro cuando habla de las experiencias que ya ha vivido sobre las tablas. De hecho, el día previo a nuestro encuentro, formó parte de Despertar de Primavera, muestra final del Taller de Teatro Musical de Artistas del Musical Argentino (AMA). En agosto también participó en Chicago, otro montaje producido por esta academia.

Como parte del Taller de Teatro Musical de Artistas del Musical Argentino (AMA) Lautaro participó de la producción “Chicago” | Foto: gentileza. 

Actualmente, mientras se prepara para el estreno de El gitano de París, previsto para marzo de 2025, también toma clases de ballet y de danza jazz. De esta última disciplina dice “es algo que literalmente me está volviendo loco”.

Lautaro también escribe poesía. “Desde que tengo memoria lo hago”, acota, sin esconder su orgullo. “Algún día me gustaría publicar un libro”.

Una brecha

Si algo ha quedado claro para Lautaro luego de migrar, es la “brecha” respecto a las oportunidades económicas que hay entre su provincia y la capital del país. Además, se lamenta nuevamente cuando piensa que los artistas de Posadas han tenido que forzosamente migrar para subsistir.

“La única forma de vivir del arte en Misiones es enseñando.” Luego, matiza un poco sus palabras, aunque no demasiado. “Quizá no es la única manera, quizá sí la menos difícil, no voy a decir que la más fácil”.

El futuro

Al hablar de sus planes futuros, insiste en que quiere vivir del arte. “No sé cuánto tiempo me va a tomar. Disfruto mucho el proceso que estoy viviendo ahora, nutriéndome, aprendiendo, haciendo pequeñas obras”. El cine es su objetivo principal y ve en la formación teatral un medio para alcanzar esta meta.

Para cerrar, le pregunto por el Siriki, una bebida tradicional de esta provincia del noreste argentino. “Fallé como misionero, jamás escuché hablar del Siriki”, admite entre risas. Señala al tereré como la bebida que más le recuerda su punto de origen, aunque sea una infusión de “nacionalidad” paraguaya. “Es que Paraguay está al lado (de Misiones) y hay mucho intercambio cultural”, se justifica.

+ notas

Estudió cine y posee una amplia trayectoria en periodismo, marketing digital, actuación y dramaturgia. Nacido en Venezuela, vivió en países como México y Costa Rica. Actualmente reside en Argentina, en lo que constituye su tercera experiencia migratoria.


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