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Luimar Zabala tiene 37 años y vive hace siete años en Argentina. Llegó de Carora, un pueblito de Venezuela, y dice que no se arrepiente: al contrario, celebra y agradece hasta la luz del sol argentino.

¿Qué hacías en Venezuela antes de venir?

—Yo soy diseñadora gráfica; trabajaba en una agencia de publicidad. También tenía una agencia con la que trabajaba allá, que en parte fue muy bueno porque yo trabajaba a distancia con varios clientes y me ayudó muchísimo al momento de llegar aquí. Sin embargo, por temas de cuando uno llega a otro país, necesitas establecerte por muchas cosas, permisos, trámites, empecé a trabajar en un estudio jurídico que nada que ver con mi profesión y bueno, estuvimos ahí un tiempo mientras hacíamos la transición y ya luego de eso, volvimos otra vez a la carrera a hacer varias cosas.

Si yo te pregunto sobre tu primer recuerdo de tu llegada a la Argentina, ¿cuál sería?

—Creo que fue la autopista y el frío, porque yo llegué un 15 de julio en pleno invierno y estaba ese día en 0º la temperatura justamente y, sí, fue chocante. Yo venía directo desde Brasil y el choque del clima fue súper grande. 

¿Quiénes fueron tus primeros amigos, tus primeros contactos acá?

—Fue un amigo que ya estaba acá, un argentino, que conocimos nosotros en Venezuela y fue quien nos recibió en su momento acá cuando nosotros llegamos. Luego de eso, el entorno social en donde trabajaba, rodeada de argentinos. En ese entonces no había tantos venezolanos acá en Buenos Aires. Aparte yo llegué al Partido de San Martín y como que comunidad venezolana en ese momento no había tanta. Pero súper agradecida porque desde el principio fueron muy atentos, muy amables.

¿Hubo alguna actividad, algo que te hiciera pasar un poco la tristeza de haber migrado?

—Creo que todo el mundo cuando migra pasa por ese duelo migratorio que no necesariamente es triste. Yo creo que todas las realidades de todas las personas son súper diferentes. Hay personas que tienen esa conexión de añoranza más marcada que otras, porque varían mucho las formas en cómo tú migras. En mi caso particular, si bien hubo una añoranza, yo estaba muy contenta de haberme ido. Agradecí mucho desde el principio desde que llegué aquí. De verdad que yo era “gracias por esto, gracias por conseguir comida, gracias por conseguir pañales, gracias por conseguir leche, gracias, por muchísimas cosas”. Entonces yo siento que más que tristeza o añoranza: celebré mucho el hecho de estar en otro sitio con oportunidades. De verdad, agradezco hasta el sol de hoy. Todavía es una cosa que yo celebro todos los días. Extraño un montón todos los días también, pero me gusta vivir el presente. 

¿Cómo definirías a los argentinos? 

—A mí me encantan los argentinos. Al principio me parecían gritones, ¡pero ahora yo soy gritona también!. Ustedes tienen la tonalidad como un poco más fuerte y quizás sientes como que si te estuvieran regañando todo el tiempo. Yo observaba y pensaba: “se están gritando” y después decían “mi amor, mi vida” y se abrazaban, y yo me decía: “bueno, pero, ¿qué pasa acá?” Pero después entendí y dije ‘”no, no pasa nada, listo”. Los amo, me encantan los argentinos, para mí son lo máximo, de verdad que sí.

¿Y en qué cosas ya te sentís un poco argentina?

—Mira, ya me quejo por todo (risas). Porque los argentinos son quejones, ¡pero es su forma de ser! Yo ya me quejo con gracia así, tal cual.

¿Pudiste volver a Venezuela en algún momento en estos años?

—No, pero sí me gustaría. Por supuesto que sí. Por suerte mis seres queridos han venido para acá, han tenido esa oportunidad, pero bueno, está en planes. Pronto.

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Licenciado en Comunicación Audiovisual (UNSAM) y Locutor Integral de Radio y TV, con más de 15 años de experiencia en radio. Sus raíces familiares provienen de Génova, Asturias y Polonia.


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