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Son casi las 6pm de un hermoso día en Buenos Aires, el sol comienza a ceder intensidad y el Parque Chacabuco está colmado de gente practicando deportes: los que utilizan la pista de atletismo para correr, los que siguen las directivas de sus entrenadores haciendo ejercicios en el pasto, otras chicas también coordinadas con la música de un parlante siguen una clase de zumba, niños andando en bicicleta, adolescentes jugando al fútbol, y, mientras tanto, en el primer piso del gimnasio cubierto, alrededor de 20 hombres y mujeres se preparan porque está por comenzar otra clase de sumo.

Cuando hablamos de sumo en la Argentina, nuestro imaginario popular nos lleva a pensar primero en la banda liderada por Luca Prodan, y luego sí, en Japón y en los combates de personas gigantes y semidesnudas. Ninguna de las dos cosas nos encontramos al subir al gimnasio: el sonido no era de rock nacional, sino que lo ponían las risas y gritos de algunos niños correteando en un cumpleaños con los cuales la clase compartía el amplio gimnasio ocasionalmente. La contextura física de profesores y alumnado distaban del imaginario.

La disciplina se practica todos los miércoles a las 18 horas en el gimnasio del Parque Chacabuco | Foto: Refugio Latinoamericano.

El profesor a cargo de la clase, Sebastián Videla, nos comenta al respecto: “Es lógico y está bien que la gente lo recuerde así, pero ese es el sumo profesional que solo se hace en Japón. Por eso, nosotros aclaramos que hacemos sumo amateur, que es una rama que se practica en el mundo, y es la forma de hacer sumo que encuentra Japón con el mundo occidental”. 

La relación de este experimentado Sensei argentino con la disciplina se remonta a los comienzos de la práctica del deporte en nuestro país en la década del 80, de la mano de Hideki Soma, quien luego de hacerse cargo como entrenador y director de la Federación Argentina de Judo comenzó a buscar algo nuevo para potenciar el entrenamiento de sus alumnos y, a modo de gimnasia, se le ocurrió incluir la disciplina. A partir de ahí, comenzaron las exhibiciones en torneos y el deporte se hizo cada vez más popular. 

El Sensei de Judo que tenía Sebastián a sus 12 años hizo lo mismo en su clase: “comenzamos con las prácticas de sumo como una forma de juego, al final del entrenamiento nos quitabamos la chaqueta y el profesor que tenía (Yamamoto -Fundador de la Asociacion Argentina de Sumo-) que era japonés nos explicaba y enseñaba agarres, y entonces promocionaba un poquito el sumo de esa forma, y en otros lugares también lo hacía junto a otros profesores japoneses que tenían dojos y así comenzó un poco la práctica del Sumo en nuestro país”.

En el sumo se combate descalzo y si alguna parte del cuerpo del rival (además del pie) toca el suelo, uno gana, al igual que si logra sacarlo del ring. Estas reglas son las fundamentales que unen la práctica profesional y amateur. Las diferencias radican en varios puntos, según nos explica Sebastián: “el profesional sólo se desarrolla dentro de Japón y hay cupo limitado para competidores extranjeros. Además, no hay categoría de peso, por eso es tan importante crecer en tamaño y se ven esos cuerpos gigantes, y en el profesional tampoco está permitida la competencia de mujeres”, aclara. 

Los aprendices de sumo

Los entretelones y detalles de los choques entre esta práctica milenaria y los desafíos del presente, son los que probablemente le hayan proporcionado un éxito de audiencia a ”El aprendiz de sumo”, una serie de ficción que produjo y estrenó Netflix en 2023, y ya tiene secuela asegurada para 2025. Cuenta la  historia de un chico que huye de problemas de violencia en su seno familiar y comienza como aprendiz en un Heya -son los lugares donde los luchadores de sumo viven, entrenan y siguen sus rutinas diarias- con la intención de comenzar a pelear y ganar dinero. Otra de las grandes diferencias del sumo amateur y el profesional en Japón radica en que los luchadores se dedican exclusivamente a entrenar muy duro, son muy bien pagos, y adquieren fama de deportista de élite. 

Pero no es el único contenido referido al sumo que se encuentra en la plataforma, y tampoco es el único que plantea la posibilidad de romper barreras milenarias. Hiyori Kon es la protagonista de Pequeña Miss Sumo, un corto documental de 18 minutos donde esta competidora narra su historia de preparación para competir en el mundial de Taiwán de 2018, en donde obtiene el segundo puesto mundial. Kon nació en Aomori, considerada la tierra del sumo en Japón y mismo lugar donde nació Hideki Soma (el fundador en Argentina). Como muchas niñas de su ciudad, tuvo entrenamiento de la disciplina en su escuela primaria, pero la diferencia con ellas radicó en que Hiyori quiso seguir practicándolo una vez terminada la escuela y tuvo el apoyo de su familia para hacerlo. Se convirtió en campeona juvenil, y con el correr de los años, y luego de tomar cursos de género en su país, Hiyori fue cobrando protagonismo en su tierra como una militante de la igualdad de derechos hasta que en 2019 integró la lista de las 100 mujeres más influyentes del mundo que elabora la BBC.

Desde hace seis meses, y por un año y medio más, Hiyori estará en Argentina dando clases, seminarios, presentaciones en escuelas japonesas, y hasta como entrenadora de nuestra delegación en el mundial de Taiwán en 2025. Su misión oficial es volver a interesar a los Nikkei con el deporte (emigrantes japoneses y sus descendientes). 

Llegó con solo seis meses de curso de español. Pero, aunque puede pronunciar pocas palabras, lo hace con una gran sonrisa. Eso le permite conectar con su alumnado, seguir el desarrollo de una clase completa y enseñarles con sus nombres japoneses los movimientos, técnicas y saludos. Fuera de las clases se relaciona con estudiantes que le enseñan a cocinar y sobre la cultura argentina, ya ha preparado pastel de papa, milanesas, empanadas, y ella, en contrapartida, les enseñó a preparar chanko nabe, que es una comida hipercalórica que comen los luchadores en Japón. 

En Argentina se practica sumo amateur, que es la más difundida en el mundo | Foto: Refugio Latinoamericano. 

El éxito de la serie y la presencia de Hiyori en su mejor momento como deportista provocaron que el alumnado se renueve, y que se sumen alumnos y alumnas para probar gratuitamente esta disciplina todos los miércoles a las 18 horas en el gimnasio del Parque Chacabuco.

Lidia Arias, una destacada luchadora argentina, —hija de inmigrantes bolivianos— que lo practica y compite desde 2016, asegura: “El sumo, al igual que otras disciplinas, te invita a conocer más tu cuerpo de maneras diferentes: no solamente es por peso, sino que es más que nada animarse a luchar a salir adelante, porque el sumo se basa en tocar y en salir, así que las invito a todas a probar, es muy divertido, muy desestresante también. Y te da lo que me da a mí, que es alegría”.

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Licenciado en Comunicación Audiovisual (UNSAM) y Locutor Integral de Radio y TV, con más de 15 años de experiencia en radio. Sus raíces familiares provienen de Génova, Asturias y Polonia.


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