Con una puesta íntima y profundamente emotiva, “Mucu, o el intento de volver” transforma la historia personal de la actriz venezolana Marialejandra Pérez en una reflexión colectiva sobre el desarraigo, la migración y la necesidad de construir comunidad en tiempos de fragmentación.
Un sillón. Así arranca la pieza teatral “Mucu, o el intento de volver”. Sin embargo, no hay un sillón real en el palco, solamente su idea, su abstracción. A partir de ahí, Marialejandra Pérez, actriz venezolana y una de las creadoras de la obra, empieza a construir el escenario, casi sin objetos, con palabras y acciones que van componiendo poco a poco un sentimiento creciente que nos acompaña durante toda la obra.
No hay secretos. Es una historia real. A partir del rechazo de la visa para viajar a Estados Unidos a visitar su hermano enfermo, Marialejandra Pérez propone una reflexión profunda sobre los valores que las instituciones y el sistema intentan dibujar sobre los cuerpos migrantes. En seguida, parte de una jornada por su historia familiar, sus dramas particulares y sus trabajos surrealistas, reivindicando el derecho a narrar y convirtiendo su fragilidad en encuentro.
Esta obra condensa de forma muy exitosa el proceso de arraigo de una persona migrante. La actriz mezcla performance de danza, monólogo, actuación dramática e interacción para establecer una metáfora de las múltiples formas que un migrante, por lo general, necesita desarrollar para fundar sus raíces en su nuevo país. La historia de muchas personas migrantes muestran situaciones que han puesto a prueba sus capacidades de resiliencia.
A mí, como migrante, esta fragilidad me tocó fuerte. Me hizo acordar de los “sillones” que no tuve, pero que añoraba cuando quería sentirme en un lugar familiar. Sin embargo, no es necesario ser una persona migrante para sentirse tocado. El sentimiento que comienza a ser construido en el principio de la obra culmina en una acción concreta, en la cual el público es instigado a participar.
La obra estuvo en cartelera durante todo el año 2025 en el teatro MOVAQ, pero ya cerró las funciones de esta temporada. Para el próximo año, todavía no hay una fecha cierta para el inicio de la nueva temporada.
Somos todxs migrantes
En el palco está solamente Marialejandra Pérez y su historia, pero la obra está hecha a muchas manos. Una de ellas es de la artista plástica colombiana Ana Orozco, también productora de esta pieza que, según cuenta, empezó a ser producida hace un año. El punto de partida fue el hecho real de la negación de la visa de Marialejandra para viajar a Estados Unidos. “Y al negársela decidió volver al teatro, hacía nueve años que ella [Marialejandra] no hacía teatro. Habló con Gabriela Carballido, que fue la directora de sus obras en Venezuela. Ellas se formaron juntas en Venezuela, así que tenían una relación bien linda. La obra se hizo básicamente un gran porcentaje virtual”.
Ana también habla sobre la importancia de Mucu en este momento actual, donde se están convirtiendo las personas migrantes en chivo expiatorio de políticas de neoliberales: “yo creo que ahora, más que nunca, esta obra es necesaria porque por todos lados hay estallidos y conatos de los migrantes, no solo con los latinoamericanos. Yo soy fiel creyente que en verdad todos somos migrantes. Entonces siento que puede ser una obra personal, pero a la vez es muy identificable, como que todos lo podemos ver de alguna manera cercano”.
Marialejandra y su “mucu”
“Mucu” es una expresión andina muy utilizada en Mérida, la región natal de Marialejandra Pérez, que se puede traducir como “montaña” o “lugar” y sirve como una especie de prefijo para nombrar determinados sitios: la laguna de Mucubají, el poblado de Mucunután, la comuna de Mucurabá, los pueblos de Mucujepe o Mucuchachí.
Marialejandra migró a Argentina hace nueve años, huyendo de la crisis en Venezuela y con el objetivo de estudiar una maestría en artes. Lejos de su “mucu”, ella descubrió la importancia de la comunidad, principalmente en este momento de tanta violencia:
“Es la comunidad que nos sostiene en medio de esa locura. Entonces, ¿por qué no más bien dar un poquito de calidez en medio de toda esta locura? Creo que todos queremos un abracito. La idea de esta obra es un poco eso, crear estos espacios de comunidad donde la gente se encuentre, que migrantes se encuentren con gente que no es migrante y ver si se pueden conectar. Porque algo que nos parece lindo es que la pieza llegue también a los locales, que se sientan identificados y representados también. Y eso está bueno, incluirnos en esa comunidad.”
Al final de la obra, Marialejandra invita al público a que se acerque al palco, donde están puestas algunas vajillas con arcilla y ramos de flores, y le ayude a construir una especie de abrigo a su alrededor. Con esta bella alegoría, ella muestra que el “mucu” es una construcción que se hace colectivamente, y nos llama a reflexionar sobre nuestros propios “mucus”.
Contenidos Relacionados
El circo como refugio cultural en América Latina
“El teatro salva”: entrevista a Pablo Ocanto, director teatral venezolano en Argentina
Es Licenciado en psicología por la Universidade Estadual Paulista (UNESP/Brasil), con un magíster en Derechos Humanos y Sociedad, Migrante brasileño, reside en la Argentina desde 2018. Actualmente cursa la carrera de periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).