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Artigas fue un político, militar y líder revolucionario cuyas ideas federales y de justicia social marcaron profundamente el proceso de independencia de las actuales naciones del Cono Sur.

En la intersección de las calles Colón y Cerrito, en Montevideo, se respiran aires de libertad. Allí, el 19 de junio de 1764 nació José Gervasio Artigas, figura fundamental en la lucha por la emancipación del Río de la Plata. 

“Nada podemos esperar sino de nosotros mismos”. La frase atribuida a Artigas aparece en la pared lateral de su casa natal. Al ingresar lo primero que se observa es una vitrina con algunos elementos de su vida doméstica y materiales de la construcción original de la casa del siglo XVIII. 

La casa natal de Artigas en Montevideo. Foto: Sofía Parcesepe.

Durante su infancia vivió en el campo en la zona que actualmente es Sauce, departamento de Canelones. Creció cerca de las realidades sociales de los campesinos y pueblos originarios quienes le enseñaron el trabajo rural. Esta cercanía con los sectores populares influyó en su pensamiento político posterior, caracterizado por la defensa de los derechos de los más humildes y por su rechazo a los privilegios de las élites coloniales.

Su preparación militar comenzó en el Cuerpo de Blandengues, donde se destacó por su habilidad en la guerra de frontera y su profundo conocimiento del territorio. Esa experiencia lo convirtió en un estratega y un futuro defensor de la soberanía. 

Su despertar revolucionario

Durante la Revolución de Mayo en 1810 abrazó la causa alejándose del ejército español y comenzando el camino por la lucha por la independencia. La Batalla de Las Piedras, en 1811, fue su primer triunfo importante y marcó el inicio de su papel protagónico en la emancipación rioplatense.

En 1815 creó la Liga de los Pueblos Libres, integrada por la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Misiones y Córdoba. Fue un proyecto político basado en los principios republicanos, democráticos y profundamente igualitarios.

Artigas impulsó reformas agrarias, defendió los derechos de los pueblos originarios y promovió la justicia social. En su Reglamento Provisorio de 1815, estableció el reparto de tierras a los más necesitados, bajo la inolvidable frase: “Que los más infelices sean los más privilegiados.”

Sus ideas, adelantadas para su época, incomodaron tanto a las élites porteñas como a las potencias extranjeras. El proyecto artiguista fue combatido militar y políticamente por el centralismo, hasta que finalmente fue derrotado en 1820 por las tropas luso-brasileñas.

Tras la derrota, se exilió en el Paraguay, donde vivió los últimos 30 años de su vida sin riqueza ni reconocimientos. Allí murió el 23 de septiembre de 1850, en la ciudad de Asunción, Paraguay, a los 86 años.

El padre de la patria 

Su imagen está presente en plazas, estatuas y escuelas. Y en el cetro de Montevideo, más precisamente en Ciudad Vieja, existen dos lugares muy importantes: su casa natal y su imponente monumento ecuestre, lugar donde además descansan sus restos en un mausoleo subterráneo.

La primera conserva un gran valor patrimonial, histórico y cultural. El camino para recuperar el padrón donde se encontraba demoró más de 50 años. Finalmente fue restaurada e inaugurada en 2024 por la Intendencia de Montevideo en el proyecto enmarcado en los 300 años de la fundación de la ciudad. En ella niños y niñas de diferentes escuelas de Uruguay dejaron sus dibujos en homenaje al padre de la patria.

En el centro de la Plaza Independencia se encuentra el imponente monumento con una escultura de 17 metros de altura que sostiene en lo alto al héroe nacional vestido con un poncho, sosteniendo las riendas de su caballo con la mano izquierda y las Instrucciones del Año XII con la derecha. Debajo de él, en un mausoleo subterráneo, descansan sus restos, que son custodiados por el Regimiento de Blandengues. La obra, diseñada por los arquitectos Lucas Ríos y Alejandro R. Morón, fue emplazada en 1977 y reviste el carácter de Monumento Histórico Nacional.

El mausoleo donde descansan los restos de Artigas (Montevideo, Uruguay). Foto: Sofía Parcesepe

En un contexto marcado por desigualdades, violencias y discursos de odio, el legado de Artigas cobra fuerza e invita a pensar otro tipo de poder: uno que nace de la libertad, el respeto y la valentía. “Con libertad no ofendo ni temo”, afirmó como declaración de principios durante el proceso de emancipación de la Banda Oriental en el siglo XIX.  Artigas no concebía la libertad como un privilegio individual, sino como un derecho colectivo.


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Equipo periodístico |  + notas

Licenciada en Periodismo. Se desempeña como redactora y coordina talleres de escritura, brindando asesoramiento en la producción y desarrollo de textos literarios.


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