No hay otra forma de hablar de Benedetti que no sea en primera persona. Prójimo de la nostalgia de quienes hemos partido. Vecino de los amores y los desamores. Contemporáneo de la esperanza —mucha o poca— que fuimos tejiendo. Del retazo de optimismo de quienes han desesperado de tanto esperar que la mala suerte mire hacia otro lado. Benedetti, su poesía, su palabra, pertenecen a quienes aún buscamos un pedacito de patria, un fragmento de país donde poner los sueños y las ganas de seguir.
Benedetti en tercera persona
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, o simplemente Mario Benedetti, nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó. Antes de descubrir su vocación literaria fue vendedor, cajero, taquígrafo y contable, pero sobre todo un hombre que echó raíces en la palabra, al lado de Luz López Alegre, la mujer que lo acompañó toda su vida.
Benedetti fue migrante en muchas etapas. La primera vez que dejó Uruguay fue en 1939, cuando se instaló en Buenos Aires durante dos años. Al regresar en 1941 se integró al semanario Marcha, una de las publicaciones más influyentes de América Latina, fundada en 1939 por Carlos Quijano y clausurada en 1974 por la dictadura. En sus páginas compartió espacio con figuras como Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti e Idea Vilariño.
“Cantamos porque llueve sobre el surco
¿Por qué cantamos? (fragmento)
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza”.
El camino de la palabra
Su primer libro de poemas, La víspera indeleble, se publicó en 1945. Ningún género le fue ajeno: escribió poesía, cuentos, novelas, ensayos, teatro y crítica de cine. Entre sus obras destacan los cuentos La muerte y otras sorpresas (1968), Geografías (1984) y Buzón de tiempo (1999); en poesía, Sólo mientras tanto (1950), Poemas de la oficina (1956), Preguntas al azar (1986), la antología Inventario uno (1963), El olvido está lleno de memoria (1995) y La vida, ese paréntesis (1998). Sus novelas más celebradas incluyen La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965), El cumpleaños de Juan Ángel (1971), Primavera con una esquina rota (1982), La borra del café (1992) y Andamios (1996).

La tregua, el punto de inflexión
Con La tregua (1960) su trayectoria tomó dimensión internacional. Ese mismo año, tras una breve estadía en Estados Unidos, reafirmó su compromiso ideológico. Su obra literaria y política se alineó con las causas más humanas y combativas, hasta confluir en el Movimiento de los Independientes del 26 de Marzo, que luego integró el Frente Amplio.
“Cuando me confiscaron la palabra
La casa y el ladrillo (fragmento)
y me quitaron hasta el horizonte
cuando salí silbando despacito
y hasta hice bromas con el funcionario
de emigración o desintegración
y hubo el adiós de siempre con la mano
a la familia firma en la baranda
a los amigos que sobrevivían”.
El exilio y el desexilio
Tras el golpe de Estado de 1973 en Uruguay, Benedetti debió renunciar a la universidad y partir al exilio. Argentina, Perú, Cuba y España fueron sus refugios durante más de una década. No solo dejó su país, también a Luz: emigró de sus dos grandes amores. Durante esos años, su escritura fue un puente para quienes también tuvieron que marcharse.
“Mirate
Torturador y espejo (fragmento)
así
qué cangrejo monstruoso atenazó tu infancia
qué paliza paterna te generó cobarde
qué tristes sumisiones te hicieron despiadado
no escapes a tus ojos
mirate
así”.
En 1985 volvió a Uruguay y se integró al consejo editorial del semanario Brecha. Su poesía se convirtió en raíz y sustento para quienes debieron enfrentar el desarraigo. De allí nació también la noción del desexilio: el retorno, con nostalgia y con ojos nuevos, a un país que ya no era el mismo.

Últimos años y legado
Hasta el fallecimiento de Luz López Alegre en 2006, Benedetti repartió su vida entre Madrid y Montevideo, motivado por compromisos literarios y también por razones de salud —el asma lo obligaba a huir de los inviernos duros.

El 17 de mayo de 2009, a los 88 años, murió en su casa de Montevideo. El gobierno uruguayo decretó duelo nacional y lo despidió con honores. A lo largo de su vida recibió reconocimientos literarios y doctorados honoris causa en universidades de todo el mundo. Su trato sencillo y su palabra profunda marcaron tanto como su obra.
Hoy, sus versos circulan en redes sociales como dedicatorias de amor, y quizá lo más conmovedor sea esa certeza de que leer a Benedetti es volver a casa después de un largo viaje. Cualquier libro suyo, abierto al azar, ofrece al lector una rendija de consuelo, un destello breve de esperanza.
“Cómo voy a creer/dijo el fulano
Utopía (fragmento)
que el mundo se quedó sin utopías…”.
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Escritora y periodista. En 2002 publicó “Hojas de Otoño”, y en 2007 “América y otros cafés” fue editado por la Editorial El Perro y La Rana de Venezuela. Participó en las antologías Amanecieron de bala, panorama actual de la joven poesía venezolana, El Corazón de Venezuela, Patria y Poesía, y Antología Poética a Bolívar. “Voces del Sur”, libro que recoge reseñas sobre escritores y libros, fue publicado en 2015 por Fundarte.
Articulista de opinión en medios impresos y digitales venezolanos y latinoamericanos. Colaboró con trabajos periodísticos en Argenpress Cultural, Prensa Latina y el semanario del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Todos Adentro.