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Se trata del festival japonés más grande del interior del país que se llevó a cabo el 11 y 12 de octubre, en el predio de la Asociación Japonesa de Córdoba. Contó con 18 puestos gastronómicos, 45 expositores, un espacio cultural y más de 50 artistas en escena, que incluyeron artes marciales, danzas tradicionales japonesas, percusión y canto. Además, el momento más emotivo llegó de la mano del tradicional baile en círculo, alrededor de la torre central, mediante el cual se rinde homenaje a los ancestros, una celebración donde se agradece la vida y se mantiene vivo el espíritu de encuentro, la gratitud y la alegría.

El pasado 11 y 12 de octubre, tuvo lugar en Córdoba, una nueva edición del Bon Odori 2025, el festival japonés más grande del interior del país. Volvió este año para ofrecer una experiencia multisensorial única, para toda la familia, en el predio de la Asociación Japonesa de Córdoba, un entorno mágico y al aire libre, bajo el lema “viajá a Japón sin salir de Córdoba”.

Fueron dos intensas jornadas durante las que los asistentes pudieron disfrutar de la tradicional danza Bon Odori, 18 puestos gastronómicos; 45 expositores en el paseo de compras; un espacio cultural con más de 10 puestos; y más de 50 artistas en escena, que incluyeron artes marciales, danzas tradicionales japonesas, percusión y canto.

“Vine porque me interesa la cultura japonesa, su historia, su gastronomía. Venir y compartir con gente a la que no conoces y jamás viste antes, es mágico. Lo que se genera en el momento del baile es muy fuerte, una experiencia única. Por eso, quiero aprender un poco más sobre sus tradiciones y el respeto hacia los antepasados, presentes en este festival. Ya quiero que sea el próximo año, para volver a venir”, dijo Ana, quien participó del evento por primera vez.

De esta manera, el Bon Odori se consolida como una cita imperdible para toda la familia y para quienes buscan sumergirse en la tradición, la música, la gastronomía y el espíritu cultural de Japón.

Un escenario al rojo vivo, con música, baile y diferentes destrezas

Durante las dos jornadas del festival, el escenario principal fue epicentro de los diferentes espectáculos que se iban sucediendo, uno tras otro, manteniendo cautiva la atención de los asistentes.

De esta manera, el corazón del festival se llenó de color y alegría, con danzas tradicionales, percusión japonesa y artes marciales, con la actuación de diferentes grupos de taiko, música tradicional y artistas contemporáneos.También, se desarrollaron demostraciones de artes marciales como karate, aikido y kendo.

“Soy fanática del anime y vine con mi familia. Mi mamá nació en Japón y todos los años venimos para encontrarnos con los nuestros y compartir juntos nuestra cultura”, dijo emocionada, Laura, una de las tantas mujeres que asistió luciendo un atuendo característico japonés.

De esta manera, mientras de fondo sonaban canciones tradicionales, los adolescentes y niños de diferentes edades compartían charlas, bromas e intercambian saberes sobre los personajes más famosos de sus animes preferidos, mientras el resto de las familias compartían mates, bebidas tradicionales y disfrutaban de la exquisita gastronomía japonesa.

Un recorrido atrapante por la cultura nipona

Este año, a pedido del público, el festival incorporó un espacio cultural ampliado, con exhibiciones, demostraciones y charlas para todos los gustos y edades. 

Los visitantes pudieron asistir a charlas y talleres sobre origami (arte japonés de plegar papel para crear figuras); temari (manualidades japonesas); bonsái (arte de cultivar árboles y plantas controlando su tamaño); artes marciales; cultura pop; anime (animación japonesa); sumie (técnica de pintura japonesa monocromática de tinta negra); mizuhiki (arte ceremonial japonesa que utiliza cordones de papel trenzado y endurecido); sanshin (instrumento musical); caligrafía japonesa; tatuaje tradicional; talleres participativos y diferentes espacios intervenidos e interactivos.

Además, en esta oportunidad, se sumaron actividades especialmente pensadas para niños y adolescentes. Todo estuvo diseñado para vivir una experiencia multisensorial que trascendió lo meramente visual, acercando a los presentes a la riqueza y diversidad de la cultura japonesa.

El momento más emotivo: la danza del Bon Odori

Cuenta la leyenda que Mokuren, un discípulo del Buda Gautama, quiso contactar a su madre fallecida y cuando la soñó descubrió que estaba sufriendo en el reino de los fantasmas hambrientos. A través de varias ofrendas, el Buda pudo liberarla y ambos bailaron con alegría. Así, esto se convirtió en el verdadero espíritu del festival japonés.

Es por ello que el Bon Odori es una festividad de origen budista, que honra a los antepasados y a los seres queridos que ya no están con nosotros, en esta vida. En todas las regiones de Japón, la gente se reúne para bailar alrededor de una torre central o yagura, iluminada por faroles de papel que guían a los espíritus en su camino, y al ritmo de tambores tradicionales, creando un ambiente emotivo, participativo y comunitario. 

En Japón, durante el Obon, los espíritus de los fallecidos reciben ofrendas florales, frutales y sus comidas favoritas, antes de volver al mundo de los difuntos, a través de una hilera de lamparitas que flotan en el río. En otras partes del mundo, como en Córdoba, se cuelgan faroles de papel que guían a los espíritus en su camino. 

Este fue el momento más esperado por los asistentes, y el más emotivo para todos los que anhelaban con alegría reencontrarse con sus seres queridos que ya no están. Así, al compás de los tambores, los presentes se unieron a esta danza colectiva que se realiza al anochecer, bailando en círculo, realizando coreografías simples, repetitivas, en un gesto simbólico de encuentro, memoria y homenaje a los ancestros.

Esta danza no es solo una expresión artística, también es un momento espiritual muy importante y profundo, ya que conecta a las personas con sus familiares, amigos, conocidos, quienes ya no están en este mundo. Por eso, el festival también guarda un componente emotivo, donde cada farol encendido representa un agradecimiento, una plegaria o un recuerdo.

Así, pasó por Córdoba, una nueva edición del festival Bon Odori, un encuentro comunitario y una oportunidad única para conocer una cultura milenaria, una celebración donde se agradece la vida y se mantiene vivo el espíritu de encuentro, la gratitud y la alegría. Un hermoso viaje compartido, sin haber salido de la ciudad.

MPP

Imágenes de portada y nota: María Paola Pignata.


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Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, donde también obtuvo el título de Técnica en Comunicación Radiofónica. Diplomada en Periodismo Político (2004) y en Derecho de las Personas Migrantes (2023), actualmente es doctoranda en Ciencia Política en la Universidad de Belgrano, con una tesis en curso sobre políticas públicas hacia la comunidad migrante senegalesa en Córdoba durante la pandemia de Covid-19.


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