Era febrero de 2008 y un grupo de haitianos llegaba a Rosario con las ansias de continuar sus estudios superiores. Aquellos jóvenes universitarios se embarcaron en una travesía que pronto los colmaría de frustración. Las promesas de una beca y formación de calidad quedarían truncas. Fueron 26 que debieron reconocerse como estafados y sumirse en la red de contención que debían tejer…
