Más que música y danza, el candombe es memoria viva, identidad colectiva y resistencia cultural. En Uruguay, los tambores marcan territorio, recuperan historias silenciadas y dialogan con las luchas actuales por el reconocimiento y la equidad racial, cada 3 de diciembre y en cada llamada que vuelve a ocupar la calle.
El sonido aparece antes que la bandera. Un repique grave irrumpe en las calles de Montevideo. Allí donde suenan los tambores, el candombe vuelve a convocar al territorio. Nacido en el Río de La Plata y profundamente ligado a la historia de la comunidad afrodescendiente, el candombe es mucho más que música y danza: es una apelación a la memoria, la resistencia cultural y también una forma de habitar el mundo.
El candombe es una de las expresiones culturales más representativas de la comunidad afrouruguaya. Diciembre es un mes importante porque no solo los tambores vuelven a sonar en los barrios, sino porque también la música convoca a la memoria y a la reflexión.
Cada 3 de diciembre se conmemora el “Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial”, una fecha que invita a revisar la historia, reconocer los aportes de la población afrodescendiente a la construcción de la identidad nacional y rioplatense, brindar homenaje y también para visibilizar las desigualdades raciales que aún persisten en la sociedad uruguaya.
La importancia del candombe en Uruguay
Actualmente el candombe excede el marco del carnaval. Se toca en la calle, los fines de semana y feriados, como espacio de encuentro, celebración y memoria. El Desfile de Llamadas, que se realiza a comienzos de febrero, reúne a miles de tamboriles sonando al unísono en Barrio Sur y Palermo, una experiencia única en el mundo.
Reconocido en 2009 por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el candombe es símbolo de la fusión entre música, danza y vida comunitaria.
La fecha recuerda al 3 de diciembre de 1978, día en que sonaron por última vez los tambores en el Conventillo Mediomundo, considerado un templo del candombe. Se trataba de un edificio ubicado en la calle Cuareim 1080 del Barrio Sur en Montevideo. Había sido construido en 1885 por los hermanos Miguel y José Nicanor Risso como solución habitacional para inmigrantes, afrodescendientes y trabajadores rurales. El mismo fue desalojado forzosamente y demolido por la dictadura militar por peligro de derrumbe.
Con el objetivo de visibilizar y poner en valor el candombe, el 25 de octubre de 2006 se dictó la Ley 18.059 y se estableció el Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial. En función de promover el reconocimiento, la valoración y difusión del aporte afrouruguayo a la construcción del país y a su cultura, el candombe es destacado como su máxima expresión.

Raíces y memoria ancestral
La música de candombe está conectada a las viejas raíces afrorioplatenses y a la tradición de hacer música con tambores en marcha. En la segunda mitad del siglo XVIII, el puerto de Montevideo fue la principal vía de entrada de africanos esclavizados hacia el Virreinato del Río de la Plata.
En los márgenes de libertad que permitió la esclavitud, estas comunidades recrearon rituales, cantos y danzas provenientes de África. Allí comenzó a gestarse una expresión cultural que sobrevivió al desarraigo, al sometimiento y al silenciamiento histórico.
El primer registro escrito del término candombe data de 1830 y aparece en un poema en lengua bozal publicado por un diario de la época. Durante los inicios del Estado Oriental, el orden establecido permitió que las poblaciones afro se organizaran en las Salas de Nación, asociaciones de ayuda mutua donde se preservaban rituales religiosos, músicas y danzas.
Cada 6 de enero, los tambores recorrían la ciudad durante la Coronación de los Reyes Congos, una celebración en la que se elegía a los mayores como reyes y que, además, tenía como objetivo preservar la memoria africana. De ahí proviene la práctica de marchar tocando, una marca identitaria del candombe.
Con el paso del tiempo y la transformación social, estas formas dieron lugar a las llamadas, desfiles de comparsas de candombe en las que se tocan los tambores denominados chico, repique y piano.
Los barrios montevideanos de Palermo y Barrio Sur son el corazón histórico del candombe. La cuerda de tambores, el templado alrededor del fuego, los estandartes y los personajes tradicionales construyen una identidad que se transmite de generación en generación, ocupando la calle como escenario central.
La migración llevó el candombe más allá de Uruguay. En distintas ciudades de la región y del mundo, los tambores volvieron a sonar como forma de reconstruir comunidad y pertenencia. En la diáspora, el candombe no es nostalgia: es presente activo, lenguaje compartido y reafirmación identitaria.
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Chabela Ramírez: la voz del tambor como acto político
Hablar de candombe es hablar de sus referentes. Isabel “Chabela” Ramírez es una de las voces más potentes y una mujer líder de la cultura afrouruguaya.
Cantante, activista y compositora. Nació en 1958 en el seno de una familia afro. Su crianza transcurrió en el barrio Palermo, cuna del candombe. Tuvo una infancia marcada por el sonido del tambor y un entorno en el cual la cultura afro luchaba por mantenerse viva.
A partir de 1980 comenzó a participar en comparsas como Sinfonía de Alsina, Concierto Lubolo y Estrellas Negras. En 1995 fundó y dirigió Afrogama, un coro integrado por mujeres en el canto, toque y danza, inspirado en el continente africano y en homenaje a los Orixás africanos.
En 2024 fue declarada ciudadana ilustre de Montevideo como reconocimiento a su trayectoria y activismo por los derechos de las personas afrodescendientes en Uruguay.
Actualmente es presidenta de la Casa de la Cultura Afrouruguaya. Su militancia cultural y su trabajo comunitario consolidaron una trayectoria donde el arte se vuelve una herramienta de lucha por la equidad racial.

Somos Afro: visibilizar para garantizar derechos
Con el objetivo de comprender y visibilizar la realidad actual de la población afrodescendiente en Uruguay, el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y el Banco Mundial lanzaron en abril de 2023 la campaña digital “Somos Afro”, una iniciativa orientada a promover la autoidentificación étnico-racial en el Censo Nacional 2023.
Contar con información estadística precisa es una condición fundamental para el diseño de políticas públicas focalizadas en áreas clave como educación, salud, vivienda, empleo y acceso a servicios. En ese sentido, el censo representa una oportunidad para dimensionar las desigualdades que atraviesan a la población afrodescendiente y para avanzar en acciones concretas que promuevan la equidad.
Durante más de un siglo, entre 1852 y 1996, los indicadores étnico-raciales estuvieron ausentes de las estadísticas oficiales en Uruguay. Esta omisión sistemática produjo una profunda invisibilización de la población afrodescendiente, dificultando el conocimiento de sus condiciones demográficas y socioeconómicas, y limitando la posibilidad de intervenir desde el Estado.
Según el último Censo Nacional realizado en 2023 y la Encuesta Continúa de Hogares, las personas afrodescendientes representan el 10,6 % de la población uruguaya. Sin embargo, los datos disponibles muestran brechas persistentes en distintos ámbitos.
Los datos indican que la pobreza en Uruguay es de un 8,3%, según la metodología de medición anterior del Instituto Nacional de Estadística. En la población afrodescendiente, la cifra asciende a un 18,7%, y con la nueva metodología de medición, alcanza casi el 30%.
La población afrodescendiente ingresa al mercado laboral a edades más tempranas, mayoritariamente en empleos poco calificados y mal remunerados, y tienden a retirarse más tarde. El salario medio por hora es 29% inferior al de la población no afro.
Los hogares afro presentan mayores niveles de pobreza. Según los datos recogidos el 46% de las niñas y niños menores de 6 años vive en situación de pobreza.
La tasa de desempleo es sistemáticamente más alta entre la población afrodescendiente que entre la no afrodescendiente, una brecha que se profundiza en el caso de las mujeres.
Ascendencia étnico racial
Los datos obtenidos en el censo realizado en 2023 revelan cambios significativos en la declaración de ascendencia étnico-racial por parte de la población uruguaya.
El porcentaje de personas que se identifican dentro de la ascendencia afro o negra aumentó a un 10,6% respecto del censo anterior en el que el porcentaje era de 8,1%. Este cambio refleja un mayor reconocimiento y autopercepción.
Por otra parte, el porcentaje de personas que declararon ascendencia blanca disminuyó del 93,9% en 2011 al 88,0% en 2023.
“Somos Afro” pone en el centro una idea clave: la autoidentificación étnico-racial es un acto político y de derechos. Nombrarse es existir en las estadísticas, pero también en las políticas públicas. Es reconocer una historia marcada por la resistencia, la invisibilización y la desigualdad, y abrir la puerta a transformaciones estructurales.
En un país que cada 3 de diciembre conmemora el Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial, la campaña dialoga con una misma premisa: sin memoria, sin datos y sin reconocimiento, no hay justicia social posible.
Es una fecha clave para pensar el candombe no sólo como patrimonio cultural, sino como expresión viva de una comunidad que reclama reconocimiento, justicia histórica y equidad racial.
Allí donde suenan los tambores, el candombe vuelve a decir, aquí estamos como la memoria, como el cuerpo, como una historia que sigue sonando.
Imagen de portada: Cuadro “Candombe” de Pedro Figari (Fuente: Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay)
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Licenciada en Periodismo. Se desempeña como redactora y coordina talleres de escritura, brindando asesoramiento en la producción y desarrollo de textos literarios.
