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El estudio jurídico de Alejandro Kim está en el medio de uno de los centros comerciales más grandes de la Ciudad de Buenos Aires, en la manzana que forman las avenidas Nazca y Rivadavia del barrio de Flores. 

Esta zona es reconocida por su crecimiento en los últimos años, principalmente gracias al trabajo de comunidades migrantes que se asentaron y desarrollaron en sus alrededores, en su mayoría la comunidad coreana. El intercambio económico fue parte fundamental de la integración cultural y es lo que en la actualidad le da identidad propia a este barrio porteño.

Desde ahí Kim ejerce como abogado, donde representa principalmente a “los suyos”, la colectividad surcoreana de CABA. Pero también a gran parte de la colectividad boliviana y a cualquier ciudadano porteño que requiera de sus servicios. 

En las elecciones del año pasado, Kim formó parte de la lista de candidatos a la legislatura de la Ciudad por Principios y Valores, espacio encabezado a nivel nacional por Guillermo Moreno. Eso le dio una visibilidad en las redes que nunca había esperado: “Nunca imaginé esto, lo mío –desde la militancia– fue siempre un rol más secundario, desde lo técnico-operativo”, comenta mientras cuenta que en su última visita a Corea se encontró siendo reconocido por argentinos, chilenos y hasta dominicanos que paseaban por el país.

Alejandro Kim tiene su estudio jurídico en el barrio porteño de Flores. Foto: gentileza.

Hoy “Ale” Kim, como se lo reconoce en redes, tiene más de 46 mil seguidores en TikTok y casi 56 mil en Instagram. Alcanzó mayor viralidad al encabezar su campaña afirmando: “Soy hijo de inmigrantes. Me discriminaron por no ser argentino, siendo argentino”.

Kim nació en 1977 en el hospital Piñeiro de CABA, un año después de que su familia llegara desde Corea del Sur buscando salvar su vida de un gobierno dictatorial. En Argentina, la familia ya no corría peligro, pero tuvo que encontrar una manera de sobrevivir en otra dictadura, en un país muy distinto y sin hablar el idioma. 

Por eso desde chico, mientras sus padres se desarrollaban en el rubro textil, Kim tuvo que aprender cosas de grandes, como leer documentos y aprender de negocios para oficiar de traductor. De grande, y como militante político, considera que hay que empezar por lo chico: “primero lo mío (los suyos) y después vamos por los otros. Primero arreglo las goteras de casa y después salgo a arreglar tu techo si querés”. Teniendo eso en mente, lo primero que hizo cuando tuvo las herramientas como abogado fue ayudar a la comunidad surcoreana a tener carnet de conducir en la Ciudad de Buenos Aires.

También desde chico estudió la historia del país de origen de su familia a través de libros y novelas que veían en formato VHS. Para él conocer lo que pasó en siglos y décadas pasadas es fundamental. “Lamentablemente, me parece que en épocas como las que estamos viviendo desconocemos nuestra historia contemporánea, por eso cometemos los errores que estamos cometiendo como pueblo”, afirma. Parte de esa historia es la que convirtió a Corea del Sur en un modelo económico de estudio. Después de la guerra con Corea del Norte la reconstrucción se inició desde lo más chico. “El foco para el crecimiento de Corea se puso en la infraestructura, en la industrialización y en el avance para generar puestos de trabajo y que la gente pueda comer porque allá había hambre”.

Para Kim, ese modelo que prioriza a los trabajadores, que primero tienen que comer y educarse para luego producir y consumir lo que producen “es muy peruca”, afirma haciendo referencia al peronismo. Y sostiene: “Veo un montón de similitudes y un montón de cosas muy parecidas entre el desarrollo coreano, que es el milagro económico que se estudia en la actualidad, el milagro económico del siglo XX, con la revolución inconclusa que tuvimos nosotros los peronistas”.

De chico la madre de Kim lo llamaba “doctor”. Eso, afirma, lo marcó para siempre. Foto: gentileza.

Durante la hiperinflación de principios de los años ochenta el negocio de sus padres fue a la quiebra. Luego, durante los años noventa, Kim llevó adelante su propio negocio de ropa y ambas experiencias hicieron que viviera de cerca las fluctuaciones económicas de Argentina con sus respectivas soluciones políticas. Fue ahí que descubrió que su vocación era ser abogado y peronista.

Su militancia empezó alrededor de los veinte años, cuando un compañero de la facultad, Jorge Feijoó, lo acercó a una unidad básica de Flores. De la misma forma que con la historia coreana, estudiar la historia argentina le hizo entender que sus esfuerzos debían estar en el espacio que había hecho “avanzar a la Argentina” y en el que se habían impulsado “procesos de industrialización”: “Tenía bien claro dónde tenía que estar, así que sesudamente elegí ser peronista”.

“Primero los míos”

En 2010 Kim comenzó a participar en la Asociación Coreana en Argentina y formó la Cámara de empresarios coreanos, la cual presidió durante tres gestiones. En ese momento descubrió que la mayoría de los adultos coreanos, que habían llegado al igual que sus padres sin hablar el idioma, no podían tener licencia de conducir en CABA porque al no comprender el español se los clasificaba como “no aptos psicológicamente” para manejar, por ende, se les negaba la posibilidad. Después de un largo camino de golpear puertas, Kim logró que –al igual que como se implementaba en otros lugares del mundo–el examen de conducir se pudiera rendir en el idioma nativo, siendo el coreano el primero en implementarse en el país.

“Es el momento de que los inmigrantes radicados en la ciudad de Buenos Aires salgan a exteriorizar sus propuestas para mejorar esta ciudad, que es la ciudad de todos nosotros”

En 2012 formó su primera agrupación “Comunidades”, con 46 colectividades que trabajaban en conjunto. Tras un primer intento de realizar un censo, nuevamente detectó que el trámite para pasar del DNI libreta al DNI tarjeta para los extranjeros era muy complicado. Para los argentinos, el cambio se podía realizar en diferentes espacios y opciones, mientras que para los extranjeros solo se podía efectuar en una oficina en el centro de la Ciudad y el procedimiento podía llegar a demorar todo un día. Y así empezó un segundo camino de golpear puertas y buscar contactar funcionarios que lo escucharan. Así es como consiguió, mediante la colaboración del abogado Arias Duval, agilizar el trámite. Sin embargo, chocó con un nuevo obstáculo: muchos migrantes residentes con más de 20 o 30 años tenían documentos falsos o no estaban en los registros. Todo ese proceso culminó con un programa especial para que ciudadanos surcoreanos pudieran regularizar su situación migratoria con un trámite sencillo y sin costos excesivos y con la confirmación de Kim de su camino político: “Cuando conseguí resolver estas cosas fundamentales pero básicas para la comunidad, me convencí de que la herramienta de transformación de la realidad es la política. Empezar a tocar las puertas y a caminar la calle. Con eso ya está, quién me va a decir que la política no es el camino”, asegura.

Por eso hoy Kim afirma que “es el momento de que los extranjeros, hijos de extranjeros, inmigrantes radicados en la ciudad de Buenos Aires, salgan a exteriorizar sus propuestas, lo que ellos pueden aportar para mejorar esta ciudad que es la ciudad de todos nosotros” y que aquello que en algún momento se cuestionó pensando “a quién le puede interesar lo que piensa el hijo de un coreano sobre la política local”, hoy se transformó en una bandera que reivindica orgullosamente su identidad porteña y la argentina como “un pueblo en formación”, una mezcla constante, que es la que nos hace “diferentes al resto del mundo”.

Por último, Kim vuelve sobre la síntesis y la integración como forma principal de resolver los conflictos internos. La síntesis como propuesta para no bajar los brazos y hacer crecer a nuestro país: “tenemos que proponer cada uno su visión, pero una vez que encontramos una síntesis de las visiones de todos tenemos que ir para allá. No podemos estar eternamente discutiendo”.

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Equipo Periodístico | + notas

Soy Magalí Antonelli Laffite, comunicadora social, periodista y apasionada por la comunicación política. Mi formación y experiencia profesional me han permitido desarrollar un enfoque crítico sobre los procesos comunicacionales, especialmente en el ámbito de las relaciones de poder y de cómo las narrativas construyen realidades sociales.

Mis raíces familiares se remontan a Italia y Francia, con bisabuelos migrantes que llegaron a Argentina a principios del siglo XX, asentándose en el conurbano bonaerense. A lo largo de varias generaciones, mi familia transitó por distintas provincias del país, lo que ha sido fundamental para definir mi identidad, marcada por esa experiencia migrante. Además de mi trabajo en comunicación, me apasiona el análisis de los consumos culturales y populares, la astrología y la fotografía, áreas que continúan nutriendo mi curiosidad y creatividad.

Director ejecutivo | + notas

Soy realizador integral en cine y televisión, especializado en edición y postproducción audiovisual. Cuento con una amplia trayectoria trabajando en proyectos seleccionados en festivales internacionales como Cannes y Berlín. Mi formación incluye conocimientos avanzados en sistemas de edición como Avid, Davinci Resolve y Premiere, y he sido profesor titular de Montaje I y II en el CFP-SICA durante cinco años. Además, soy miembro activo de la Sociedad Argentina de Editores y cofundador de estudios de postproducción, como Sinnerpixel.

Mi historia migrante comienza con mis raíces familiares. Por parte paterna, mi abuelo Victor Sulcic, un arquitecto esloveno, emigró a Argentina tras la Primera Guerra Mundial, dejando su huella en obras icónicas como la cancha de Boca Juniors. Por parte materna, mis antepasados incluyen italianos y argentinos con un legado que se remonta hasta la Guerra del Paraguay.

Yo mismo viví una experiencia migrante significativa al mudarme a España en 1994, donde pasé más de una década. Allí estudié Administración de Empresas y trabajé en diversos roles, desde vendedor hasta repartidor, mientras me enamoraba de la cultura española y sus pueblos milenarios. Esta etapa de mi vida marcó profundamente mi perspectiva, inspirándome a cambiar de carrera y dedicarme al cine.

De regreso en Argentina, me especialicé en la postproducción audiovisual y participé en destacados proyectos junto a figuras como Fernando ‘Pino’ Solanas. Actualmente, estoy dirigiendo mi primer documental, ‘El dinero del fin del mundo’, y trabajando en el desarrollo del canal de streaming Waba Tv.


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