Desde Suiza hacia el mundo, el dúo Roshâni transforma la migración en melodía. Con su EP Playa Los Ángeles, grabado en Colombia junto a músicos locales, Roxane Dumont e Inès Mouzoune fusionan cumbia psicodélica, ritmos afro y sonidos orientales. Su propuesta celebra la diversidad, los idiomas y la luz como símbolo de esperanza para quienes buscan un hogar en movimiento.
Roshâni es mucho más que un dúo musical suizo; es un puente entre culturas, un espacio donde la tradición y la modernidad se encuentran para narrar historias de movilidad, encuentro y diversidad. Con su reciente EP Playa Los Ángeles, grabado en Colombia junto a músicos locales, Roxane Dumont y Inés Mouzoune llevan la cumbia psicodélica, los ritmos afro-dancehall y la riqueza sonora de Oriente a un público global, usando múltiples idiomas y sonidos que reflejan la complejidad de nuestro mundo. En esta entrevista para REFUGIO LATINOAMERICANO, exploramos cómo su arte se entrelaza con la experiencia migrante y la posibilidad de construir puentes a través de la música.
En Playa Los Ángeles, el ritmo tropical de la cumbia psicodélica se mezcla con sonidos orientales. ¿Podrían contarnos cómo sus viajes y encuentros con distintas culturas influyeron en esta fusión?
Nuestros viajes siempre han sido un motor creativo. En Colombia nos encontramos con la cumbia y la tradición palenquera, somos grandes amigas con raíces persas, marroquíes y europeas que intentan aportar un sonido distinto. En Playa Los Ángeles la mezcla surgió de forma natural: el tambor alegre y la gaita se unieron con los sintetizadores y guitarras, conectando lo caribeño con lo oriental. En la música nos sentimos totalmente libres, y esa libertad es lo que nos permite mezclar mundos que aparentemente son distintos.
La colaboración con músicos locales en Colombia le da un carácter auténtico y comunitario al EP. ¿Qué aprendieron sobre movilidad cultural y la migración a través de estas experiencias compartidas?
Trabajar con Franklin Tejedor y David Mesa nos mostró que la movilidad cultural no es solo intercambio, sino también transformación. Aprendimos que las migraciones, voluntarias o forzadas, generan nuevas formas de expresión. En Palenque, un pueblo fundado por los primeros esclavos libres, comprendimos que la música es memoria, resistencia y futuro. Además, en la música —a diferencia de la ciencia y las matemáticas, por ejemplo, donde se deben seguir reglas estrictas— la colaboración no tiene límites: cada persona aporta algo único y el resultado siempre es inesperado.

Su nombre, “Roshâni”, significa “luz” en idioma farsi, un dialecto de lenguas indoeuropeas. ¿Cómo encajan esta idea de luz y esperanza en la narrativa de sus canciones, especialmente para quienes atraviesan procesos migratorios o buscan nuevos comienzos?
Para nosotras, “luz” significa la posibilidad de avanzar incluso en los momentos más difíciles. En nuestras canciones queremos transmitir esa energía a quienes buscan recomenzar lejos de su hogar. La luz también representa resiliencia y comunidad: algo que se comparte y que crece cuando se enciende colectivamente. Además, nuestras canciones suelen tener una vibra positiva y alegre, pensadas para dar energía a la gente.
Ustedes combinan español, inglés, francés y farsi en sus letras. ¿Cómo deciden qué idioma usar para cada tema y qué papel cumple esta diversidad lingüística en su mensaje artístico y social?
Cada canción pide su idioma. A veces por el ritmo de las palabras, otras por la emoción que transmite mejor en una lengua concreta. En Fluye Amor, por ejemplo, francés y español aparecieron naturalmente como dos voces en diálogo. El farsi nos conecta con nuestras raíces, el francés con nuestra vida cotidiana, y el inglés nos abre hacia un lenguaje más universal. Esa diversidad refleja nuestra identidad y la música que nos inspira.
La gaita y los ritmos tradicionales conviven con sintetizadores y elementos electrónicos en sus canciones. ¿Cómo ven esta mezcla de lo tradicional y lo moderno como metáfora de la migración y la transformación cultural?
Los instrumentos tradicionales nos recuerdan de dónde venimos, mientras que lo electrónico representa hacia dónde vamos. La migración transforma, nunca vuelves siendo la misma persona. Nuestra música es ese mismo viaje: tradición y modernidad no se excluyen, sino que se enriquecen mutuamente.
Su música parece conectar con la idea de “hogar en movimiento”. ¿Han tenido experiencias personales de desplazamiento o movilidad que hayan marcado la forma en que crean y transmiten sus canciones?
Sí. Somos unas de las tantas familias migrantes que llegamos a Suiza, Nuestras madres y padres comparten historias de migración huyendo luego de acaecida la revolución irani. Estas experiencias forman parte de quiénes somos y de cómo entendemos el hogar. Para nosotras, el hogar no es un lugar fijo, sino algo que se reconstruye cada vez que compartimos música con nuevas comunidades.
Al presentar Playa Los Ángeles en diferentes lugares, ¿han percibido que las comunidades migrantes se sienten especialmente representadas o reflejadas en su música?
Sí, hemos sentido una conexión muy fuerte. Muchas personas nos dicen que se reconocen en nuestra música: en la nostalgia y el desarraigo, pero también en la alegría de bailar y reencontrarse. Para nosotras es muy valioso, porque confirma que nuestra propuesta genera identificación.

La migración muchas veces implica desafíos y resiliencia. ¿Cómo buscan que su música sirva como puente entre culturas o como un espacio de consuelo y celebración para personas en tránsito?
Queremos que cada concierto sea un espacio abierto, donde las diferencias desaparezcan. Que se pueda bailar, emocionarse o simplemente sentirse acompañado. La música tiene ese poder: unir más allá de los idiomas o los orígenes, y crear un lugar común para personas en movimiento.
Algunos de sus temas invitan a bailar, otros a reflexionar. ¿Creen que la música puede ser también un vehículo de conciencia social sobre los derechos de migrantes y refugiados, o prefieren que la experiencia emocional hable por sí sola?
Pensamos que puede cumplir ambas funciones. Una emoción fuerte puede abrir tanto como un mensaje directo. Al mismo tiempo, el hecho de cantar sobre luz, amor o movimiento ya es una forma de tomar posición: creemos que todas las personas tienen derecho a la dignidad, a un hogar y a la alegría.
Finalmente, si pudieran enviar un mensaje de aliento a quienes han tenido que dejar su hogar y reconstruir su vida en otro país, ¿qué les dirían desde su experiencia artística y multicultural?
Les diríamos que no están solas/solos. En cada encuentro y en cada nota hay una comunidad que puede acompañarles. El desarraigo duele, pero también puede ser el inicio de nuevas raíces. Su historia merece ser compartida y valorada. Desde la música, queremos enviar un mensaje de fuerza y libertad.
Roshâni demuestra que la música puede ser un lenguaje universal que conecta vidas, culturas y experiencias migrantes. Entre ritmos, idiomas y sonidos que viajan de Colombia a Oriente y de Europa al mundo, el dúo nos recuerda que, aunque los caminos sean distintos, la luz y la esperanza siempre pueden encontrarse en el arte compartido.
Roshâni es la fusión explosiva de dos personalidades armoniosamente eclécticas. Desde la música electrónica latina hasta la música disco oriental, ofrece un ritmo ultra bailable, con la voz áspera de Roxane cantando en español, francés y farsi, y los sintetizadores y bajos profundos de Inès Mouzoune, acompañada en concierto por Yavor Lilov en la batería y la producción musical. Junto con el nuevo sello Stone Pixels Records, están dejando una huella imborrable en la escena musical electrónica internacional.
Imagen de portada: Roxane Dumont e Inés Mouzoune (Foto: Gentileza de Roshâni)
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Es periodista, escritor, guionista y ex vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Nació en Rosario y reside en Mar del Plata desde 1984. Actualmente publica artículos de opinión en el diario Nueva Tribuna y en Público, ambos medios gráficos de Madrid, España. Además, colabora con la sección Cultura del diario La Capital de Mar del Plata.
