Desde São Salvador, Bahía, hasta el corazón de Buenos Aires, el Mestre Marcos Gytaúna narra su viaje y los desafíos que enfrentó al llevar la capoeira –arte ancestral y filosofía de vida– a un país que, en sus inicios, desconocía su verdadera esencia.
En el marco del 30º aniversario de la Asociación Argentina de Capoeira, conversamos con el mestre Marcos Gytaúna, figura emblemática y pionera en la difusión de la capoeira en Argentina. Originario de Bahía y con más de cuatro décadas de trayectoria, en esta entrevista Gytaúna nos relata cómo su pasión por este arte lo impulsó a cruzar fronteras y transformar no solo su vida, sino la de innumerables practicantes en tierras argentinas. En esta conversación, el Mestre comparte anécdotas de su llegada en los años 80, los retos de romper estereotipos y la fuerza transformadora de la capoeira, un arte que va más allá de lo físico y propone forjar un compromiso profundo con valores propios de una filosofía de vida.
—Para comenzar te voy a pedir que te presentes, que nos cuentes de qué parte de Brasil viniste y cómo fue tu llegada a la Argentina.
—Bueno, soy Marcos Moura Freitas, vengo de São Salvador, Bahía, Brasil. Conocido en el mundo de la capoeira como el Mestre Marcos Gytaúna. Empecé la capoeira en el año 75. Comencé con un grupo de amigos en el barrio Liberdade, en São Salvador, Bahía. Después de un tiempo conocí a Alfredo, en la Escuela Duque de Caxias, Liberdade. Y luego comencé la capoeira con él, que ahora es mestre, conocido como Mestre Alfredo. Discípulo del Mestre Saci y del Mestre Paulo dos Anjos (N. del A.: Mestre significa maestro en portugués, y en el contexto de la capoeira implica un título de sumo respeto). Comencé capoeira hace mucho tiempo en Salvador, trabajando en diferentes grupos y grupos de folklore también. Y ya en los años 80 vine a Argentina, exactamente en 1987. Fuimos invitados por “La Negra” Egle Martin, una actriz, estrella, muy conocida en Argentina, para trabajar en un proyecto que ella tenía, que era Ritos y Candombe, que mostraba todos los fragmentos de la cultura afro en América Latina. Y la capoeira vino, dentro de su proyecto, representando el único arte de lucha y defensa de los esclavizados durante el período colonial, donde se logró la abolición de la esclavitud. Entonces vinimos a mostrarle a la sociedad argentina este arte en esta muestra, Ritos y Candombes.
—¿Qué encontraste en la Argentina de los años 80? ¿Había conocimiento de lo que era capoeira o no se sabía demasiado?
—Se sabía muy poco cuando llegamos a Argentina. Sin embargo, aquí había algunas personas promocionando la capoeira. Y cuando empezamos a quedarnos en Buenos Aires, porque vinimos por esta propuesta y eran cinco días, de repente vino una propuesta de un actor, fue mi primer alumno: Adrián Ghio, quien murió en un accidente, pero él junto a su esposa fueron las personas que me motivaron a quedarme en Argentina para dedicarme a la capoeira. Y bueno, decidí quedarme en Argentina. La capoeira no era muy conocida aquí en aquella época. Intentamos un poco, pero realmente el Argentino no sabía nada: confundía la capoeira con la comida, con la feijoada o incluso con la caipirinha. Entonces tuve que mostrar el arte todo el tiempo, a todos, para que la gente pudiera entender qué era. Los que la conocían mucho eran algunas personas que, en ese momento, tenían la posibilidad de ir a Brasil y conocer la cultura, el folklore. Pero bueno, me invitaron a quedarme. Vi que la historia era un poco complicada, porque no hablábamos el idioma y no sabíamos mucho sobre el país. Pero acepté el desafío y bueno, nos quedamos. Vine a Buenos Aires desde Bahía acompañado de un gran amigo, el Mestre Val Boa Morte, mi amigo y hermano capoeira. Éramos un dúo, tres veces campeones de capoeira bahiana.
—Y cuando decidiste quedarte, ¿en un primer momento ya dijiste “la capoeira tiene que ser mi vida acá” o “mi misión va a ser representar la capoeira en la Argentina”? O fue más bien algo gradual. ¿Evaluaste hacer otras cosas?
—Sí, en realidad, cuando llegué aquí, la capoeira siempre fue mi fuente de energía, fue mi mayor herramienta de estabilidad, siempre. Crecí, entonces la capoeira se incorporó mucho a mí, y vi este desafío como una posibilidad de mostrarle realmente a la gente lo que era esta cultura, y pensé, vale la pena, creo que debo compartir esta cultura con esta gente, porque la capoeira tiene una filosofía ancestral muy sólida y enriquece mucho a la persona. Más allá de lo físico, también transforma mucho lo que es el equilibrio entre la mente y el cuerpo, trayendo esa conexión con el espíritu. Este es un arte muy sólido en ese sentido, entonces acepté el desafío y lo intenté, vi que era muy difícil y lo acepté.
—En ese momento ¿tuviste un desarraigo triste de tu tierra? ¿Fue una migración triste o estabas tan motivado con el proyecto que aunque fuese difícil tenías la energía disponible?
—De hecho yo era folklorista, ya me dedicaba a demostrar el arte al público, para mí era como un placer mostrar capoeira. Además, la capoeira te transforma en esto, te deshaces de esa persona tímida dentro de ti, te libera y te transforma en una persona más abierta. Sentí la seguridad de que sí podía transmitir la capoeira en ese sentido. ¿Cómo me comprometo con mi tierra? Está un poco lejos, ¿no? Igualmente, no es que haya tomado la decisión de quedarme definitivamente, quería mostrar capoeira y después ver la posibilidad de quedarme o no.
—Este año están cumpliendo 30 años con la Asociación de capoeira Argentina, así que unos años después de ese comienzo, siete u ocho años, ya comienzan con la Asociación y me imagino que ahí sí ya te convenciste que te quedabas.
—Este fue todo un proceso para llegar a este punto que hoy es la Asociación Argentina de Capoeira, la capoeira encima de todo, mostré la capoeira en la calle, trabajé en grandes teatros de Argentina, con grandes artistas. Cuando comencé aquí, además del Mestre Val Boa Morte, estaba Luis Salinas, que empezó su carrera allí, junto conmigo. Vivíamos en la misma mansión de Egle Martin. Empezamos a tener otras propuestas para mostrar el arte que nos llevó a diferentes lugares para promover la capoeira. De ahí también fuimos a Uruguay, Punta del Este, luego nos fuimos a Mar del Plata siempre difundiendo, trabajando. Y llegó un momento en que dije, tengo que empezar a dedicarme a promover la capoeira como un arte marcial, más allá de las exhibiciones.Entonces, comencé a hacer este trabajo de capoeira en diferentes gimnasios, en diferentes lugares. El primer lugar donde comencé a dar clases fue justo en la mansión de Egle Martin que vivía en la calle Castex, en pleno Palermo Chico. Había un gimnasio también llamado Body Gym, que estaba en la calle Salguero y Libertador y ahí empezamos a hacer capoeira. La revista Humor publicó una nota y se empezó a promocionar la capoeira. Fuimos una pareja de trabajo hasta que llegó el momento en que nos separamos, nos separamos para seguir impulsando mejor la disciplina. En un momento, el Centro Cultural Ricardo Rojas, con la directora del espacio, que era Cecília Felgueras, me invitaron a promover la capoeira ahí. Ella buscaba que la capoeira estuviera en ese lugar y que yo la promueva. Acepté y fui, y comenzamos a crecer dentro del Centro Cultural Ricardo Rojas porque era un lugar que tenía una extensión en la universidad y tenía muchos adolescentes.
Y empezamos con este trabajo de promoción de la capoeira y, en paralelo, trabajé como artista, como músico percusionista. Trabajé un tiempo como integrante del grupo King África, que estaba de moda en los 90, que cantaba ¨Y salta, y salta, salta, salta, salta¨ Fuimos al festival de Viña del Mar, fuimos la banda Revelación, y luego empezamos a trabajar por toda Latinoamérica. Y en paralelo a eso, yo ya estaba con el proyecto de fundar la Asociación Argentina de capoeira en 1995.

En ese mismo año, salió este tour con la banda King Africa por toda Latinoamérica y ya había comenzado con la Asociación Argentina de capoeira ubicada primero en la calle Serrano, entre Nicaragua y Soler, que hoy es Jorge Luis Borges. Pero antes se llamaba Serrano. Y ahi había una casa enorme, que la pintamos toda de amarillo, porque en esa época no había muchos colores, no se veía mucho, y todos decían, la casona amarilla. Bueno, entonces por ahí aparecieron La Nación y Clarín, haciéndonos notas para promover la disciplina, y empezamos a encaminarnos. Y en ese mismo momento, con King África, seguíamos haciendo un tour por varios países de América Latina, todos los que nos rodean, luego México, y de México a Europa e Islandia. Y cuando estaba tomando la decisión de ir a México con la banda, lo pensé y dije, no, aquí me quedo, porque estaba recién inaugurada la asociación, y no podía irme, porque la gente que tenía, mis alumnos, no estaban tan formados para mantener fuerte la escuela. Bueno, ahí fue cuando me quedé con este proyecto de la asociación. Nacimos en 1995, en ese momento con 20 egresados, 20 estudiantes que estaban dispuestos para formar esto. Y luego fuimos para adelante y hoy celebramos 30 años de historia, son tres décadas de capoeira en Argentina. Con mucho sacrificio, con mucho esfuerzo, en tiempos difíciles, incluso económicamente para el país, también hicimos capoeira. Ni siquiera la pandemia nos paró. Aquí estamos, firmes y fuertes.
—Según recuerdo, vos me dirás si fue así, hubo un momento de auge de la capoeira a fines de los 90 o principios de la década del 2000, en donde se veía mucha gente practicar en los parques, la indumentaria de los pantalones bahianos estaban de moda. ¿Puede ser que haya sido así?
—Si, ese fue el proyecto. Allá por el año 2000, fue un boom, un boom total. En 1999 vinimos aquí, a este espacio (Padilla 1008, Villa Crespo), y aquí seguimos hasta hoy. Pero en los 2000 la capoeira explotó y se hizo muy popular, porque yo venía apareciendo en diferentes programas de televisión de ese momento, estuve con Juan Alberto Badía en “Badía y compañía”, con Gerardo Sofovich en “La Noche del Domingo”, fui con Julián Weich en “El Agujerito sin Fin”, también fui a “360º” con Marley… Estábamos en varios programas en ese momento, como que fue un boom en la capoeira, realmente. Y gracias a eso, hoy es más fácil hablar de capoeira en Argentina; en aquella época era muy difícil, no se conocía y era muy difícil atraer gente. Pero hoy si pones una escuela de capoeira en algún lado, la gente ya sabe lo qué es la capoeira. Relaciona con que es un arte marcial, y que viene de la cultura ancestral afro brasileña. Ya existe una idea de qué es la capoeira hoy en día.
—Metiéndonos en eso, hay mucha gente que sabe de qué hablamos cuando se menciona la capoeira, pero se le generan algunas dudas con respecto a si es o no un arte marcial. Al observar la ginga, que es el paso fundamental, donde parecen que están danzando y no hay contacto, la confusión se puede dar entre sí es una danza o un arte marcial. ¿Hay campeonatos de capoeira? ¿Cómo se evalúa si no hay contacto?
—Sí, hay un torneo de capoeira individual, donde hay contacto, pero hay reglas. Es muy diferente a lo que conocemos como torneos de combate propiamente dichos. La capoeira respeta mucho la integridad de los demás y tiene la posibilidad de autocontrol. Llegar a destino, pero no lastimar. Entonces, es agresivo, golpea, pero no te hará daño. A menos que hubiera violencia en uno de los competidores porque se salió de control y quiso mostrar su violencia y lanzó un golpe para lastimar. Cuando la capoeira lastima, lastima muy mal. Pero hay torneos individuales y de duplas.
—Escuché el final de la clase recién, y hablabas del espíritu de la capoeira y como tiene que ser un capoeirista más allá de la clase en sí, sino en la vida. ¿Cuál es la filosofía que vos intentas inculcar a tus alumnos?
—Bueno, primero quiero abordar el tema de los torneos. Independientemente del torneo que haya en capoeira, porque la capoeira es una pelea, es un arte marcial. Hay una confusión de considerarla una danza, porque se la ve con música, porque se ve en el folklore. Bailando, puedes decir que sabes bailar capoeira, pero es un juego, la capoeira se juega, no se baila. Porque es como una partida de ajedrez. Ambos capoeiristas conocen la disciplina, conocen las reglas de la disciplina. Entonces se convierte en una guerra lúdica. ¿Hay contacto? Sí. Si no esquivas, hay contacto. Recuerda que en capoeira, cuando se evita un golpe, se lo evita muy sutilmente con una silueta que sigue el movimiento, no queda rígida a la salida. Entonces esta figura muestra cómo se tira un golpe y la gente dice ¨guau, guau, no lo tocó, no tocó¨. Tienen que ver qué tan rápido va la patada, y si no la esquiva seguro que tendrá lágrimas peores.
Entonces la capoeira no es un arte tan competitivo; el ser humano es competitivo. Entonces quiere competir, competir, competir y en esa competencia genera lo que hay en él, en este ser humano, que es el ego. Y es el ego, quizás, quien destruye esta hermosa filosofía ancestral que es la capoeira ¿por qué? Porque la capoeira te quita ese poder. La capoeira transforma a una persona en alguien fuerte, veloz, con un físico estructurado, muy estructurado. Entonces, llama la atención de algunos que son grandes capoeiristas y tienen la lengua muy suelta, se auto asumen los mejores, y lo que hacen es envenenarse.

—Para la práctica de la capoeira, además de la disciplina marcial vemos que hay música con tambores y el berimbau, ¿uno se puede reconocer como capoeirista si no toca los instrumentos o tiene que saber hacer todo?
—Bueno, es una buena pregunta. La capoeira es un todo, y está conformada por la parte de los movimientos. Y el movimiento más importante de la capoeira, el movimiento básico y fundamental de la capoeira es la ginga. Es el que demuestra la diferencia con otras disciplinas marciales, especialmente las orientales. Generalmente, los artistas marciales se paran de lado y saltan hacia adelante. Y la capoeira, no; no permite dar momentos estáticos al oponente. Por eso el lenguaje del capoeirista está completamente en movimiento, en ginga, que en la escuela decimos que es una danza. Pero este balance, que da ese equilibrio firme, no es estático, dándole a la otra persona la oportunidad de golpearte. Y está bien, pero no llegará con tanta fuerza, porque está flotando en el suelo y no está pegado al suelo. Este es el fundamento de la capoeira. La música es lo que te lleva a esa conexión. La música es lo que te hace balancearte. Sin música, la capoeira no tiene esta esencia de swing. Y eso es lo que lleva al ritmo, es un arte rítmico. Que lo haré con el cuerpo, y que es propio de los latinos. Somos así, nosotros caminamos bailando. Los latinos somos totalmente diferentes en este sentido. Y no sólo los brasileños somos así. No, el brasileño, el argentino, el peruano, el boliviano, el uruguayo, todos tienen ese swing dentro de sí. Porque pertenece a los latinos. ¿se entiende? Para la conformación de lo que es la cultura misma. Si miramos a los países que tienen esa influencia afro, tienen ese toque de swing dentro de ellos. Cuba, República Dominicana, Uruguay, Brasil en su esencia. Y la cultura argentina, donde se destaca la influencia afro y en la música. ¿A través de qué? Del candombe, del tango… Todas son influencias afro. Entonces, al tener esta influencia, la cultura lleva ese swing adentro. Este redoble de tambores, es así genéticamente, somos latinos. Y esto es lo que diferencia a la capoeira de otras disciplinas. La música te lleva, la música es lo que te eleva, te hace conectar con tu espíritu. Cuando escuchas cualquier música, cualquier tipo de música, te llevará a un estado en el cuerpo. Y la capoeira también tiene eso. Será un estado de estar en una guerra lúdica.
—El trabajar hace tanto tiempo con la capoeira te debe vincular permanentemente con brasileños que se acercan a practicar, pero el alumnado en su mayoría son argentinos o brasileños?
—Sí, hay brasileños que buscan… Es más, hay muchos brasileños que no practican capoeira, pero llegan aquí y la buscan. Hay estudiantes de medicina que llegan a su tierra y no practican capoeira, pero la buscan aquí. Es como si estuvieran buscando algo que se relacione con su identidad. Para no sentirse fuera de su tierra. Y aquí vienen familias brasileñas, pero no se compara con la cantidad de argentinos. Obviamente estamos en Argentina, donde los argentinos abrazan la capoeira cuando la conocen y la incorporan a sus vidas. Y ellos también se transforman. Un argentino que es capoeirista no solo habla el idioma, también la incorpora con mucha picardía en todos los sentidos, como si fuera brasileño más. Porque la esencia de la cultura brasileña está en la capoeira. Si ves el fútbol brasileño, es como arte a través de la capoeira, el samba está muy ligado a la capoeira, por lo que toda la cultura afro en sí tiene una raíz profunda, en conjunto, que está influenciada por la religiosidad, que es la religión de origen africano. A través de ella, la cultura brasileña es lo que es. Se puede hablar de samba, bossa nova, música popular, toda la música brasileña tiene que ver con la influencia y esencia del culto afro, el culto al candomblé.
—¿Qué te dicen tus familiares y amigos en Brasil de tu trabajo acá? ¿Te apoyaron desde un primer momento o tuvieron dudas acerca de la decisión de enseñar capoeira en Argentina?
—Hubo cuestionamientos porque la capoeira tiene una historia muy antigua, desde sus orígenes en el siglo XVI, cuando la disciplina surgió para luchar por la libertad. Los esclavos transforman este arte en un arma de lucha, por sus derechos como seres humanos. Y fue esto lo que hizo que la princesa Isabel firme la abolición de la esclavitud (1888). Porque los capoeiristas, junto con los abolicionistas y revolucionarios de la época, lucharon juntos para hacer grandes reivindicaciones dentro del imperio de una manera que no pudieron controlar. Entonces, los políticos de la época, los grandes líderes imperiales vieron que la capoeira era un problema. Así que primero tuvieron que abolir la esclavitud, pero como respuesta al problema, un año después, en 1889, impusieron el primer Código Penal brasileño, prohibiendo la práctica de la capoeira en todo el territorio nacional. Cualquiera que fuera sorprendido practicando capoeira era arrestado y castigado durante casi toda su vida. Entonces se intentó exterminar la capoeira, pero es energía y flotó. En 1920, más o menos, el gran Mestre Bimba empezó a desarrollar esta capoeira, que es una capoeira regional. Le mostró capoeira a uno de los grandes líderes de la época, el presidente Getúlio Vargas. Y él, viendo la capoeira como un arte tan exótico, tan hermoso, la definió como un deporte hermoso, eliminó la prohibición del código penal y lo convirtió en un deporte nacional. Pero, en la sociedad, todo el tiempo que estuvo marginada trajo consecuencias. En mi casa las tenía en mi madre, y principalmente en mi abuela, la matriarca de la casa.
Cuando yo tenía ocho años mi hermano me llevó a ver capoeira al Mercado Modelo en Salvador de Bahía y, quedé muy impresionado. Cuando volví a mi casa estaba feliz, con ganas de hacer capoeira, entre por la puerta y le dije muy contento a mi mamá: -¡quiero hacer capoeira! Mi abuela estaba por ahí y cuando escuchó enseguida me dijo ¿qué? ¿capoeira? ¡No!, eso es cosa de vago, de asesino. Estaba arraigado como algo muy marginal. Entonces, fue difícil que entiendan. Cuando quise quedarme a enseñar en la Argentina, me cuestionaron mucho, pero acepté el desafío, no me importó. Creí en la capoeira, creí en lo que el destino tenía planeado y hoy eso es la capoeira en la Argentina. Fue un trabajo muy duro, pero agradable, porque conocí mucha gente hermosa, de buen corazón, gente que amaba el arte, nuestra cultura, la cultura brasileña. Eso me fue transformando, me llenó de energía, y me dio fuerza para intentarlo y decidir quedarme a difundir este arte en Argentina. Y para transformar personas, transformar adolescentes, deshacerse de las drogas, de las adicciones, a través de la práctica de la disciplina. La capoeira es una filosofía de vida.
—Por último me gustaría que en el marco del festejo de los 30 años de la Asociación, puedas invitar a quien está leyendo o viendo esta nota a que los contacte y venga a conocerlos, y que le cuentes qué van a encontrar…
Quiero decir que este año celebramos nuestro 30 aniversario. Es una historia muy hermosa sobre nuestra capoeira en Argentina. Hoy en el país ya existen muchas escuelas de capoeira, que creció mucho en este lapso de tiempo y esto es bueno, muy positivo. Quiero invitarlos a todos a venir este año a celebrar con nosotros estas tres décadas de la filosofía de la capoeira en Argentina. Nos pueden buscar como la Asociación Argentina de Capoeira, Grupo Oriaxé, y vengan a ver esta disciplina. El 13 de mayo cumplimos 30 años, y durante esa semana celebraremos la Semana de las Artes, en la que se exhibirán artes aquí dentro de este lugar. Pueden presentarse muchos artistas y aquellos artistas que quieran participar en este recorrido, ya sea fotógrafo, artista visual, escultores…Están invitados todos los que quieran presentar y mostrar su arte. Simplemente ponte en contacto y serás bienvenido.
Y los espero a todos ustedes, para este gran período del 13 de mayo, donde dos mestres de capoeira viajarán desde Brasil hasta aquí como invitados. Una será la Mestra Nani, que es nieta de uno de los grandes representantes de la capoeira Angola, que es Mestre João Pequeno. También estará Mestra Girassol, que es del grupo capoeira Engenho, y luego estará el Mestre Risadinha de Bimba, que es un gran representante de la capoeira regional en Bahía. Tendremos a todos estos invitados aquí, dando seminarios, y dispuestos a hacer entrevistas, enseñar y sacar cualquier duda respecto a la capoeira. ¡Y no será más que alegría! ¡Los esperamos!
ER
Licenciado en Comunicación Audiovisual (UNSAM) y Locutor Integral de Radio y TV, con más de 15 años de experiencia en radio. Sus raíces familiares provienen de Génova, Asturias y Polonia.