A más de tres décadas de su independencia, Armenia continúa enfrentando desafíos históricos y actuales. Desde el genocidio del siglo XX hasta la reciente ofensiva en Artsaj, su pueblo mantiene viva la lucha por la libertad, la memoria y la justicia.
El 21 de septiembre se conmemoran los 34 años de la independencia de Armenia. Hasta 1991, el pueblo armenio estuvo bajo el control político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con la disolución de la URSS, los armenios finalmente pudieron celebrar la conquista de un país independiente, algo por lo que habían luchado y deseado durante siglos.
Cuando hablamos de Armenia y de su pueblo, no nos referimos a un país supuestamente “joven”, como erróneamente podría hacer creer esta fecha conmemorativa. La independencia de Armenia es, sin dudas, un hito histórico muy importante, pero es apenas una parte de una historia milenaria. Asimismo, hablar de Armenia es hablar de una cultura rica y de un pueblo que ha sabido ser resiliente frente a persecuciones, masacres y un terrible genocidio.
Una nación con muchas independencias
En los primeros dos mil años de su historia, desde 585 a. C. hasta fines del siglo XIV, el pueblo armenio atravesó períodos de autonomía, gobernados por su propia nobleza, y etapas de dominación por imperios vecinos. Esta dinámica de independencia intermitente terminó cuando fueron invadidos y sometidos por los otomanos, pasando a integrar su imperio.
A lo largo de casi 600 años bajo el dominio otomano y, posteriormente, del Imperio ruso, el pueblo armenio preservó su cultura y, sobre todo, el anhelo de construir una patria libre. Sin embargo, en 1915 sufrió una de las mayores tragedias del siglo XX: el genocidio armenio. Solo en 1918, tras la Revolución Rusa que puso fin al imperio zarista, los armenios lograron hacer realidad su sueño de independencia, aunque aquella primera república apenas sobrevivió unos pocos años
No es posible abordar la historia armenia sin hablar de este genocidio, uno de los más terribles del siglo XX. Lamentablemente, los armenios habían sufrido otros intentos de aniquilamiento, pero nada comparable con lo ocurrido entre 1915 y 1923. A lo largo de ocho años, el Imperio otomano emprendió una masacre que asesinó a más de un millón de armenios y desplazó a cientos de miles de sus hogares. Ante esta situación, las instituciones nacionales quedaron debilitadas y no pudieron ofrecer protección a los sobrevivientes, lo que llevó a Armenia, en 1922, a aceptar la dominación soviética para obtener la protección del Ejército Rojo y poner fin al genocidio.
Una vez más, los armenios volvían al yugo político y económico de un poder externo… hasta el 21 de septiembre de 1991. A pesar de la alegría de haber vuelto a ser una nación libre, el proceso de independencia no ha concluido y continúa hasta la actualidad con la lucha armenia contra la ocupación del territorio de Artsaj por parte de Azerbaiyán.
Artsaj: sigue la lucha por independencia
Artsaj, o Nagorno-Karabaj, es el nombre de la región montañosa ubicada entre la República de Armenia y la República de Azerbaiyán. Las raíces históricas de Artsaj con la etnia armenia se remontan a mil años antes de Cristo, habiendo sido un territorio gobernado por dinastías de nobles armenios durante siglos. Por tanto, Artsaj es una región históricamente poblada por armenios.
Mientras Armenia estaba sujeta al Imperio otomano, Artsaj fue gobernada por el Imperio persa hasta 1805, cuando pasó a pertenecer al Imperio ruso, al que también se incorporaba la región que hoy conocemos como Azerbaiyán. Tras la Revolución Rusa y las independencias de Armenia y Azerbaiyán, comenzaron los primeros conflictos por Artsaj.
Desde 1921 hasta 1988, la región quedó bajo la administración del Azerbaiyán soviético. Los gobiernos armenios intentaron en repetidas ocasiones reincorporar este territorio, pero no contaban con el apoyo del gobierno central soviético, aunque el 95 % de la población de Artsaj era armenia. Con el fin de la URSS y la independencia de Armenia y Azerbaiyán, los habitantes de Artsaj, en su mayoría armenios, organizaron un movimiento para unirse a su país de origen. Al no aceptar la voluntad de la población, el gobierno azerí retiró la autonomía de la región. Ante este impasse, se celebró un referéndum cuyo resultado fue la Declaración de Independencia de Artsaj.

La independencia de la zona nunca fue reconocida por la comunidad internacional debido a la presión de Azerbaiyán y de países como Turquía. Sin embargo, se respetó la influencia política de Armenia hasta 2020, cuando el gobierno azerí decidió retomar el conflicto por el dominio de la región, provocando enfrentamientos militares entre los dos países. En septiembre de 2023, en una ofensiva brutal que resultó en cientos de muertos y heridos, incluidos niños, Azerbaiyán tomó el control de Artsaj, ocupó la región, expulsó a los armenios y llevó a cabo acciones de limpieza étnica. Según los datos del Servicio de Seguridad Nacional armenio, desde entonces, más de 16 mil desplazados de Artsaj abandonaron el país.
Todo esto ocurre actualmente bajo la mirada de la comunidad internacional y el profundo silencio de las autoridades. El pueblo armenio sigue luchando por la independencia al día de hoy, pero ya no solo por su país, sino también por sus hermanos de Artsaj.
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Es Licenciado en psicología por la Universidade Estadual Paulista (UNESP/Brasil), con un magíster en Derechos Humanos y Sociedad, Migrante brasileño, reside en la Argentina desde 2018. Actualmente cursa la carrera de periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).