Haití se encuentra atravesado por una crisis multidimensional, caracterizada por una alta inestabilidad política, inseguridad alimentaria, violencia de pandillas, desplazamientos internos y deportaciones de ciudadanos desde Estados Unidos y República Dominicana. Desde el terremoto devastador de 2010, las intervenciones internacionales fallidas y las elecciones corrompidas han marcado la realidad del país.
En 2021 fue asesinado el presidente Jovenel Moïse, y asumió el cargo Ariel Henry, cuya presidencia duró tres años. Para ese momento las pandillas desarrollaron el terror en Haití. En febrero de 2024, obligaron a abandonar el país al presidente Henry y, posteriormente, se creó un Consejo Presidencial de Transición. Asumió Garry Conille (exfuncionario de la ONU).

Ante la creciente ola de violencia, en octubre de 2023 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la creación de una Misión Internacional de Apoyo a la Seguridad (MSS). Esta estuvo compuesta mayormente por agentes de policía kenianos, quienes ayudarían a la policía local a combatir la violencia de las bandas, facilitar la ayuda humanitaria y preparar al país para futuras elecciones. La misión arribó al país en junio de 2024, cuando el accionar de las pandillas se encontraba en su punto más alto. Estas tomaron barrios de la capital e interrumpieron la utilización de infraestructuras críticas como el aeropuerto internacional o el puerto. Para el mes de noviembre, el Consejo Presidencial destituyó al Presidente Conille y asumió Alix Didier Fils – Aimé.
Situación de los desplazados
Según un informe de OIM de enero de 2024, “la violencia que envuelve el área metropolitana de Puerto Príncipe es el resultado del conflicto entre pandillas, extorsión, secuestros y actos criminales más amplios. La extrema brutalidad a la que se enfrentan las personas haitianas agrava las profundas desigualdades, los altos niveles de privación de las necesidades humanas básicas y un entorno de seguridad fragmentado. El 94% de las personas desplazadas internamente en Haití proceden del departamento del Ouest, siendo la capital la principal fuente”.
De acuerdo con el último informe publicado por Amnistía Internacional, hasta el mes de octubre de 2024, más de 700.000 personas (la mitad de ellas mujeres y niños), habían sido desplazadas de sus hogares, sufriendo la violencia de las pandillas, y sin acceso a alimentos ni atención médica.
La tendencia a los desplazamientos forzosos pone de manifiesto el deterioro constante de la situación humanitaria y de seguridad. Aunque el personal humanitario sigue haciendo todo lo posible por prestar asistencia y apoyo para salvar vidas, la ayuda humanitaria no es la única solución. Se necesitan más inversiones en soluciones a largo plazo para reforzar los servicios estatales en todo el país.
Philippe Branchat, jefe de la OIM en Haití.
En ese marco, varios países de la región no proporcionaron la protección internacional debida a la población haitiana que huía de la catastrófica situación del país. Amnistía Internacional resalta en el mencionado informe que, tanto Estados Unidos como República Dominicana, mantuvieron su política de deportaciones ilegales y no garantizaron el acceso de asilo para quienes acudían a la protección internacional. Para fines de 2024, cerca de 200.000 personas habían sido deportadas hacia Haití.
Recientemente, el presidente dominicano, Luis Abinader, anunció un plan para deportar hasta 10.000 personas procedentes de Haití por semana, violando así el Derecho Internacional al negarle asilo a mujeres embarazadas, niños y niñas.
Por otra parte, en febrero pasado se produjo la primera deportación de haitianos desde Estados Unidos, bajo la segunda administración de Trump. Ese mes, la secretaria de Seguridad norteamericana, Kristi Noem, dio por finalizada la protección migratoria para haitianos, una medida que afecta a más de 500.000 personas que se encuentran viviendo bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS), desde el año 2010.
La incertidumbre que padecen quienes buscaron asilo en otros países, y la situación de emergencia extrema dentro del territorio haitiano, configuran un panorama desolador para un país que parece olvidado por la comunidad internacional.
Imagen de portada: Mujeres haitianas cuidando a sus niños (TopSphereMedia-Unsplash)
También te puede interesar:
Haití y la Francofonía: entre la herida colonial y el créole como resistencia lingüística
Soy Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Actualmente vivo en Capital Federal y estoy terminando la maestría en Sociología Política Internacional en la UNTREF. Participé varios años del grupo de estudio sobre migraciones internacionales de la Facultad de Ciencia Política de la UNR.
Mis raíces familiares son principalmente italianas, y libanesas. Este proyecto me interesa porque desde siempre me pareció muy interesante contar y conocer las trayectorias migrantes y considero muy importante fomentar la multiculturalidad.