La película New Year Blues (2021) nos muestra el espectacular paisaje de la selva misionera. Dos de los protagonistas viajan hasta allí desde Buenos Aires, lo que nos permite ver varias escenas de su trayecto por las rutas nacionales. Al ingresar a la provincia del noreste argentino, los caminos y escenarios que se muestran en el filme deslumbran al espectador. Los protagonistas recorren las rutas rodeadas de la vegetación misionera hasta llegar a su destino final: las Cataratas del Iguazú. Definitivamente, podría tratarse de una película argentina, empero lo que distingue a New Years Blues de otras películas que también rodaron en ese imponente paisaje es que se trata de una película coreana.
New Years Blues fue transmitida en Argentina durante el festival de cine “Han Cine”, que todos los años es organizado por el Centro Cultural Coreano. Fundado en el año 2006, su objetivo principal consiste en la promoción y difusión de la cultura coreana a través de contenidos de calidad. Su origen reposa en la gran migración coreana existente en el país. Según el último censo de población, Corea se ubica en el puesto número 16 del ranking de población en viviendas particulares nacida en otro país, con un total de 5.337 personas. Por lo que Corea del Sur es el segundo país asiático con mayor población migrante en Argentina: se ubica tan solo detrás de China.
El centro suele programar distintas actividades que permiten aproximar la identidad coreana a la sociedad argentina. Precisamente y en concordancia con la ola coreana de series y películas, desde marzo hasta noviembre se presentó una nueva edición del ciclo de cine “Noches de Hancine”. Las películas coreanas se proyectaron en la segunda y cuarta semana de cada mes en la Gran Sala del Centro Cultural Coreano, ubicado en Maipú 972 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La entrada al festival es gratuita con previa inscripción.
Mundos entrecruzados
New Years Blues expone diversas historias de migración, entre las que se destaca la de un inmigrante coreano en Argentina, reflejando así situaciones cotidianas de quienes migran a otros países y los desafíos a los cuales se deben enfrentar diariamente.
En 114 minutos su directora, Hong Ji-young, presenta cuatro historias que ocurren durante la temporada navideña y que se entrelazan a partir de una temática en común: el amor.

El viaje es múltiple. No solamente por la migración y el recorrido colectivo en el que se tratan temas como la inserción laboral o la violencia de género, sino también porque cada uno de los personajes experimenta una transformación personal.
Ahora bien, lo que distingue a esta comedia romántica de otras en el mercado cinéfilo es la diversidad cultural que presenta: algunos personajes hablan en alemán, otros en chino mandarín, y una de las historias se desarrolla en Argentina.
En esta historia, Jin-ah (Lee Yeon-hee) decide hacer un viaje repentino tras una crisis emocional consecuencia de la ruptura con su novio, para lo cual contacta al agente de viajes Yong-chan (Lee Dong-hwi) -protagonista de otra de las historias-, quien le recomienda la Argentina por ser un destino muy lejano. Al llegar a Buenos Aires conoce a Jae-heon (Yoo Yeon-seok), un coreano que hace años decidió vivir en suelo argentino. En los primeros encuentros entre ambos se generará una relación conflictiva que los acercará con el transcurso de las escenas.
Buenos Aires a través del lente coreano
A partir de la historia de Jin-ah y Yong-chan, la directora de New Year Blues nos comparte imágenes clásicas de la vida cotidiana porteña. Algunas tomas tienen lugar en escenarios reconocidos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tales como los barrios de San Telmo y Palermo, el Obelisco, la Plaza Lavalle, entre otros. También participan actrices y actores argentinos.

La historia de Jae-heon proyecta la realidad que viven cientos de migrantes al arribar a un país desconocido, en el que tienen que aprender nuevas tradiciones, puesto que se encuentran con una nueva cultura, la cual en muchos casos puede ser completamente diferente a la suya. En la película, la directora se encarga de mostrarnos que, durante sus años en Argentina, Jae-heon interiorizó, aprendió a hablar español rioplatense, asimiló la idiosincrasia del país al que migró -como por ejemplo tomar mate, comer choripán, saludar con un beso y hasta bailar tango- y se incorporó de lleno a la sociedad argentina, haciendo decenas de amigos.
Tal vez la mayor muestra de la transformación de Jin-ah es precisamente una de las escenas graciosas que protagoniza en las Cataratas del Iguazú. El imponente sonido del lugar le permite insultar, gritar, y liberar desgracias.
El paisaje de una Argentina que eligió para emprender ese camino, también la acompaña.
Periodista especializada en migraciones y Lic. en Relaciones Internacionales. Trabaja desde hace más de 20 años en diferentes medios de comunicación. Sus raíces migrantes provienen de España, Italia y Escocia.