Del cono sur a la santa sede
Uno de los hitos más significativos de los doce años de pontificado del Papa Francisco ha sido abogar por la dignidad de los migrantes a través de críticas a políticas antinmigratorias, visitas junto a refugiados y apoyo institucional a organizaciones.
El 13 de marzo de 2013, Jorge Bergoglio, un modesto pastor de formación jesuita y personalidad alegre, al tiempo que transgresora, pasó de ser el simple arzobispo de Buenos Aires a convertirse en un líder cuyas palabras y acciones no pasan inadvertidas por los ojos del mundo. El emblemático doble poder (temporal y espiritual) que detentan las máximas autoridades de la Iglesia Católica y del Vaticano, constituyen aspectos circunstanciales en la figura del Papa Francisco. Porque él es, ante todo, un líder social de alcance universal que no duda en instalar en la agenda internacional los desafíos más significativos y que más incomodan en el siglo XXI: crisis migratoria, cambio climático, desigualdad social y pobreza.
Tanto por su trayectoria jesuítica como por su distintiva vocación por servir a los humildes, el Papa Francisco se compromete con la justicia social y las causas humanitarias, y al mismo tiempo le otorga un lugar destacado a los migrantes en su narrativa litúrgica. A lo largo de los años, los fieles se han habituado a escuchar mensajes como «Al fin y al cabo, la búsqueda de un futuro por parte del migrante expresa una necesidad de salvación compartida por todos, independientemente de su raza o condición.» (Vatican News, 2024).
Así mismo, enfrenta sin titubeos la indiferencia y especulación de los países más desarrollados «Así, en el dramático enfrentamiento entre los intereses de quienes protegen su prosperidad y la lucha de quiénes tratan de sobrevivir, huyendo del hambre y la persecución, se pierden tantas vidas, ante la mirada indiferente de quiénes se limitan a contemplar el espectáculo o, peor aún, a especular con la piel de los que sufren.» (Vatican News, 2024).
Sorprendentemente, hace 12 años el destino lo llevó a establecerse en la Ciudad del Vaticano, a escasa distancia geográfica de una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. La del Mediterráneo es considerada una de las rutas de migración irregular más inseguras debido a que miles de personas desaparecen cada año por ahogamiento, condiciones climáticas extremas, falta de comida y agua, accidentes en embarcaciones, violencia, y falta de acceso a cuidados de salud.
De acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el año 2024 hubo 2.333 migrantes desaparecidos en el mar Mediterráneo y entre 2014 y 2022 más de 20.000 migrantes murieron o desaparecieron en la ruta del Mediterraneo Central. Desde hace décadas, familias enteras intentan cruzar en bote desde las costas del norte de África y Turquía para solicitar asilo o dirigirse hacia otros destinos europeos.
El Papa Francisco ha sido inflexible contra la indiferencia hacia las tragedias de los migrantes durante travesías marítimas. En varias ocasiones, ha criticado abiertamente la postura indiferente de Europa hacia los hombres, mujeres y niños que intentan cruzar el Mediterráneo.
La deportación como “herida a la dignidad humana”
En estos 12 años de pontificado, el Papa Francisco ha alzado la voz contra las políticas antinmigratorias de los países más ricos. Al mismo tiempo, ha subrayado la necesidad de no ser indiferentes ante las tragedias migratorias.
Con la llegada de Donald Trump a su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, la cuestión migratoria ha cobrado gran relevancia en toda América Latina, debido a las nuevas políticas de deportaciones masivas hacia migrantes en situación irregular. Estas iniciativas incluyen la reducción de admisiones, el término de protecciones de asilo como la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). El DACA es una medida que protege temporalmente a inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños —también llamados dreamers—. Asimismo, el nuevo gobierno reinsertó el programa “Quédate en México” que fuerza a solicitantes de asilo a esperar en México mientras sus casos son procesados.
El Sumo Pontífice ha pronunciado su oposición a estas medidas haciendo hincapié en la necesidad de darle un trato digno a los migrantes. En febrero de 2025 escribió una carta dirigida a la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos para apoyar al cardenal de Chicago, Blaise Cupich, y al obispo de El Paso, Mark Joseph Seitz, quienes se habían manifestado en contra de las deportaciones masivas. En aquella oportunidad el Papa sostuvo: «El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión» (Lettera del Santo Padre ai Vescovi degli Stati Uniti d’America, 2025). Al mismo tiempo, en la carta el Papa Francisco destacó el derecho de las comunidades a defenderse de aquellos que han cometido crímenes violentos o graves mientras están en el país o al llegar. En esta línea, sostuvo que la integración de los vulnerables «no obsta para promover la maduración de una política que regule la migración ordenada y legal.»
Según datos de la OIM, entre enero y febrero de 2024, se registró un promedio de 5.694 encuentros diarios en la frontera México-Estados Unidos, que incluyen detenciones, expulsiones y miles de migrantes intentando cruzar hacia ese país. A su vez, entre 2021-2022 más de medio millón de migrantes que llegaron a la frontera de Estados Unidos provenían de países del Triángulo Norte —El Salvador, Guatemala y Honduras—. Movidos por la violencia criminal, inestabilidad política y pobreza, miles de personas intentan cruzar la frontera de manera irregular.
Un camino junto a los migrantes
“Dios camina con su pueblo”, fue el título que el Papa Francisco eligió para el mensaje de la 110º Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) celebrada en 2024. Palabras que no fueron elegidas al azar. El Sumo Pontífice también intenta transmitir el valor de un camino espiritual conjunto del que emigra y el que aloja. Predicando con el ejemplo, el Papa Francisco ha llevado a cabo acciones simbólicas y visitas a lugares que suelen ser puntos de encuentro de personas procedentes de distintos lugares y que poseen distintas tradiciones, culturas, lenguas e historias.
En 2023, el Papa Francisco realizó una visita a Marsella, Francia, por invitación del cardenal Jean-Marc Aveline de Marsella, en el marco de los “Encuentros del Mediterráneo”, evento que reune obispos y jóvenes de distintos países. Allí, realizó un momento de recogimiento, es decir una reflexión, junto a líderes religiosos en un memorial dedicado a los marineros y migrantes fallecidos en el mar; tuvo un encuentro privado con personas en situación económica difícil en la Casa de las Misioneras de la Caridad y en la clausura llamó a los líderes a hacer de la región mediterránea una “base de paz”.
En 2013, realizó su primera visita pastoral a la isla de Lampedusa (Italia) en donde se reunió con 50 inmigrantes recién llegados de Somalía y Eritrea e hizo un llamamiento al entendimiento y a la solidaridad con los que atraviesan los mares para llegar a Europa. Asimismo oró por los que no lograron cruzar. Cabe resaltar que aquel año se produjo uno de los mayores sucesos trágicos en el que 360 personas perdieron la vida al hundirse dos embarcaciones cerca de la isla.
Además, en 2015 el Papa Francisco caminó también por el centro de detención de Moria, en Lesbos, una pequeña isla griega que ha sido el punto de llegada de familias en botes de madera. En 2015, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estimó que llegaban a las islas alrededor de 600 refugiados a islas griegas, provenientes de Siria, Afganistán e Iraq. Moria funcionó como centro de detención de migrantes deportados, así como lugar de alojamiento de miles de refugiados.
Colaboración con organismos internacionales
Además de pronunciarse contra las medidas gubernamentales de los países más ricos que afectan los desplazados y de realizar visitas presenciales a regiones de tránsito, el Papa Francisco se ha reunido con líderes de distintos organismos internacionales para avanzar en soluciones conjuntas a la problemática migratoria.
En 2021, en el Vaticano el Papa Francisco se reunió con Filippo Grandi, el ex-director del ACNUR, en donde Grandi destacó el enfoque holístico sobre el desplazamiento forzado y las necesidades de los grupos en mayor situación de vulnerabilidad que está presente en Fratelli Tutti, la carta encíclica del Papa Francisco. Además, conversaron sobre la importancia de fortalecer la cooperación entre la Santa Sede y la ACNUR en relación con la protección e integración de personas refugiadas y solicitantes de asilo.
Sobre el Papa Francisco, Grandi sostuvo «Su compromiso incansable ha marcado la diferencia en la atención a las personas que huyen de crisis humanitarias de gran magnitud, al proporcionar protección y apoyo en la integración de los grupos más vulnerables en los países de acogida».
El Papa que nos enseña a construir puentes
Fue hace 8 años, cuando el Papa Francisco le dio uno de sus mensajes más resonantes al mundo instando «no crear muros, sino puentes». En aquella oportunidad, el mensaje fue en respuesta a la decisión del entonces presidente estadounidense de construir un muro en la frontera con México.
En estos doce años, mientras el mundo ha intentado ocultar el flagelo de los que tienen que huir por conflictos armados, desastres naturales y pobreza extrema, el Papa Francisco ha alzado la voz para visibilizar esta problemática y desarrollar soluciones conjuntas entre los gobernantes y comunidades a lo largo y ancho del mundo.
El Papa Francisco ha visto personas de las banderas de todos los países caminando por tierras y navegando por mares esperanzados por un futuro mejor. Nos ha enseñado a construir puentes de hierro y fraternidad. Quizás, la fortuita combinación de haber crecido cerca del puerto de Buenos Aires, lugar que le abrió las puertas a millones de inmigrantes hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX y de pertenecer a una familia de descendencia italiana, marcaron en el Papa Francisco una especial misión humanitaria para con los migrantes y refugiados durante su pontificado.
Es licenciada en Relaciones Internacionales y Magíster en Estudios Internacionales. Realizó una pasantía en la Embajada de EE. UU., siguiendo prácticas de derechos humanos en Argentina. Su familia, con asiento en la Patagonia, posee raíces españolas, italianas, sirio-libanesas y chilenas.