De chico le tocó hacer cosas de adulto: leer documentos, aprender de negocios y oficiar de traductor de sus padres. De grande, decidió comenzar por – lo que considera– algo más chico: ayudar a la comunidad surcoreana a acceder a la posibilidad de tener un carnet de conducir en Argentina. De ahí en adelante Kim decidió que la manera de cambiar la realidad era la política.