Cada 18 de diciembre, el Día Internacional del Migrante invita a detenernos y mirar más allá de las cifras para reconocer las historias, los recorridos y los aportes de quienes cruzan fronteras en busca de una vida digna. Con ese espíritu, Refugio Latinoamericano reúne tres historias de vida que hablan de arraigo, trabajo, identidad y comunidad. La de Teolinda Urquía y su hija Gabriela, venezolanas que transformaron el desarraigo en un proyecto familiar a través de la cocina en City Bell; la de María José “Majo” Hernández Nava, quien encontró en Córdoba un hogar y en la gastronomía una forma de expresar su identidad caribeña; y la de Carlos Alexcys Cuéllar, migrante boliviano cuya vocación artística y compromiso comunitario lo llevaron a construir una trayectoria pública en Villa Gesell. Tres relatos distintos, atravesados por una misma experiencia: migrar no es solo partir, también es construir, aportar y volver a echar raíces.
Carlos Alexcys Cuéllar Marpartida migró hace casi 20 años de su tierra natal en Bolivia hacia la populosa mancha urbana del AMBA, una zona de tres cordones industriales en la provincia de Buenos Aires, limitante con el distrito federal de la República Argentina. Corría la Semana Santa del año 2006 cuando una visita corta a su madre cambió un camino seguro como periodista en la Televisión Boliviana por otro incierto, donde los deseos por la carrera de cine y la literatura aún sin materializar, desafiaron aquella primera formación y joven desarrollo profesional como comunicador en su país de origen.

Desde muy jóven se había iniciado en el campo mediático, cuando a partir de los 15 años conducía programas de radio y posteriormente realizara pasantías en la Red Uno de Bolivia. Pero aquella deuda a nivel vocacional le tendría reservada una sorpresa a sus 22, en línea con la premonición de su abuelo cuando le dijo “acordate que te vas a quedar allá” (por su viaje a Buenos Aires). Junto a su madre, en el medio de un mandado durante esas vacaciones de pascuas, vieron un cartel con una propaganda en las inmediaciones del Puente 12, en un enjambre de rulos en la autopista Ricchieri. El mensaje del enorme cartel decía en forma de pregunta: “¿Querés estudiar cine?”. Si bien su madre al leerla juntos le recordó su deseo, la respuesta fueron hechos, no palabras. Al día siguiente la decisión había sido tomada. Carlos se quedó, logró estudiar lo que su deseo le marcaba y ante los primeros síntomas de nostalgia por su tierra natal se activó una bisagra de apoyos entre los que se encontraron su familia, amigos y el realizador audiovisual Nicolás Sulcic, quienes articularon esa red de contención necesaria para toda persona migrante a la hora de luchar por su desarrollo personal en otro lugar, en este caso en suelo bonaerense.
Carlos es trabajador de planta permanente del municipio de Villa Gesell, en licencia por ser actualmente Concejal por segundo mandato consecutivo en esa misma ciudad, en representación del peronismo. Se encuentra integrado activamente la colectividad boliviana, la cual cumplirá próximamente 50 años de existencia y fuera su presidente en el año 2018, habiendo desarrollado tareas de articulación con la embajada y consulado de su país, la provincia de Buenos Aires a cargo del Gobernador Axel Kicillof y el municipio del Intendente Gustavo Barrera, su “mentor político y un hermano de comunidad migrante geselina” como el mismo Carlos dice.
En nuestro ida y vuelta con el Concejal nos llamó la atención una de sus respuestas cuando ante la pregunta sobre el futuro nos mencionó la sigla NyC como la razón por la cual es la República Argentina el horizonte firme para el crecimiento de su familia: ¿Quiénes son los NyC?. Son los “nacidos y criados”, en este caso en esta tierra del sur austral. Ya no es lo pasado un ancla de peso sino el presente futuro con sus nuevos vínculos, el motor de su actualidad. Justamente en ese intersticio donde el porvenir se vuelve llave, este cronista eligió profundizar la entrevista: la cultura, su peso, el viento a favor, los escenarios amenazantes, el cruce con lo multicultural. Los riesgos de salirse de lo propio e ir hacia lo “ajeno”. La incidencia de los contextos, los cambios de políticas públicas y de discursos. El peso de la historia y la acción como herramienta transformadora individual y comunitaria.

¿Si fuera posible pensar a la identidad cultural como un proceso desde lo “lineal”, desde un cruce “frío” entre artefactos culturales, podrías contarnos qué elementos de Villa Gesell se amalgamaron o complementaron con los propios, y viceversa?
Creo que es justamente el sentido de pertenencia y la vida en comunidad que se vive en Villa Gesell. Aunque los tiempos han cambiado por supuesto, cuando me vengo a la Argentina, Santa Cruz de la Sierra por más millones de habitantes que tenía, y su desarrollo económico, aún persistía su esencia de pueblo, sobre todo en la cercanía de sus individuos y la fortaleza de sus instituciones. Otro punto importante, es el desarrollo de las artes. Ambas ciudades; con todas sus diferencias a la vista por supuesto; comparten ese amor por el arte e incentivan a sus habitantes a expresarse a través de ellas.
Otro punto importante, es por ejemplo como Villa Gesell a adoptado como suyas algunas costumbres bolivianas, como la fiesta de la Virgen de Copacabana, que se encuentra dentro del calendario de fiestas populares, y generando un sincretismo cultural interesante en el mes de agosto, que a los migrantes nos permite promocionar nuestra cultura en la ciudad de la que somos parte.
¿Qué espacio de lo simbólico o territorial existe para pensar a la identidad cultural por fuera del paraguas colonial aún subyacente, evidenciado en expresiones de odio, intolerancia y securitización hacia las personas migrantes por ejemplo en varias de las líneas de políticas públicas del gobierno actual nacional de la República Argentina?
El espacio existe en la propia vida en comunidad pero no es neutral ni garantizado: es un espacio de disputa política. Como te mencioné en algún punto, no todo es color de rosas ya que la matriz colonial sigue operando y jerarquiza culturas, define quién pertenece y quién es considerado una amenaza. Eso se ve claramente en las políticas públicas y discursos de la derecha y ultraderecha, que asocia migración con inseguridad, con carga social o con peligro. Milei, Bullrich y Adorni son las principales voces desde el gobierno nacional actual.
Considero que pensar una identidad cultural no colonial implica correr el eje del control y la exclusión hacia el reconocimiento de la diversidad como parte constitutiva de la sociedad argentina. No se trata solo de símbolos o relatos, sino de decisiones concretas: cómo se legisla, a quién se protege y a quién se expulsa del imaginario nacional.
Mientras el Estado refuerce lógicas de securitización y sospecha hacia las personas migrantes, ese espacio simbólico se reduce. Pero al mismo tiempo, existe una resistencia activa desde los territorios, las organizaciones sociales, las comunidades migrantes y las prácticas culturales que siguen construyendo identidad desde abajo, desafiando esa herencia colonial, y el intervencionismo en nuestros pueblos.
Si pensamos a la cultura desde la globalización neoliberal, el tecno feudalismo actual o la dominación algorítmica de la psicopolítica, ¿qué reflexión podrías hacer cuando la relacionas con tu empleo como trabajador municipal o de legislador local en Villa Gesell?
Cuando hablamos de cultura desde el lugar que me toca ocupar como concejal, no lo hago desde una mirada abstracta, sino desde lo que pasa todos los días en Villa Gesell. Hoy vivimos en un contexto donde la lógica del mercado, la tecnología y las redes sociales influyen cada vez más en qué se valora, qué se visibiliza y qué queda afuera. Y eso también impacta en el día a día de los geselinos, y es por ello que es importante fortalecer las políticas públicas locales. Un trabajo arduo que llevamos adelante como gestión.
En muchos casos, se intenta reducir la cultura a un producto o a un atractivo turístico, algo que tiene que “rendir” en términos económicos o de impacto mediático. Yo creo que ese enfoque es limitado. La cultura es un derecho y es una herramienta fundamental para reforzar la identidad, el sentido de comunidad y la participación de nuestros vecinos y vecinas.
Entendemos que el Estado local tiene una responsabilidad clave frente a estas dinámicas. Aun con recursos acotados, siempre se impulsan políticas culturales que no estén dictadas sólo por la lógica del algoritmo o de lo que es tendencia, sino que pongan en valor la historia de Villa Gesell, la diversidad de expresiones y el trabajo colectivo de artistas e instituciones.
Legislar en este contexto también es una forma de disputar sentidos. Es decidir si acompañamos un modelo como el libertario que tiende a individualizar y mercantilizar todo, o si apostamos a una ciudad donde la cultura sea un espacio de encuentro, de identidad y de construcción democrática. Es por ello, que este año por iniciativa del Intendente y nuestro Bloque peronista, hemos impulsado la Ordenanza que declara a Villa Gesell como ciudad Plurinacional y Multicultural, un orgullo que ostentamos los geselinos desde el mes de agosto cuando aprobamos por unanimidad dicha declaración, y nos convertimos en el tercer distrito a nivel nacional en hacerlo.
¿Cómo evaluás la promoción y protección de la identidad local en la intendencia de Villa Gesell cuando la miras con los anteojos de la movilidad humana? ¿Cuánto pueden hacer los estados locales o sub nacionales por el respeto a la diversidad cultural?
Pensar la identidad de Villa Gesell es reconocer que nuestra ciudad se construyó históricamente a partir de migraciones. Nuestro propio fundador, don Carlos Idaho Gesell, es la clave cuando hablamos de identidad geselina. Con lo cual, siempre ha sido un proceso vivo que se enriquece con cada persona que llega y se arraiga. Los migrantes no amenazamos la identidad local, la tonificamos con los elementos que traemos en nuestras maletas porque son un aporte para la construcción de la comunidad.

Desde la gestión municipal hay grandísimos avances y también serios desafíos. Si bien Villa Gesell es la cuna de la Fiesta Nacional de la Diversidad Cultural, también ha sido importante la declaración por Ordenanza de “ciudad Plurinacional y Multicultural” como te mencionaba anteriormente, porque eso implica ser conscientes de la riqueza que tienen nuestros cimientos como sociedad.
Pero los desafíos son muchos como Municipio, en especial en materia de discursos de odio, discriminación y xenofobia, un mal que afecta a todas las sociedades y por la cual debemos trabajar mucho, ya que por parte del gobierno del presidente Javier Milei, no existe voluntad política para erradicar el tema, sino todo lo contrario, se promovueve la idea de que la diversidad es un problema.
Por último te proponemos leer una frase del filósofo sur coreano Byung-Chul Han y te invitamos a realizar una reflexión libre articulándola con la efeméride aludida por el Día Internacional del Migrante:
La cultura presupone un entorno en el que es posible una atención profunda. Cada vez más, esta reflexión inmersiva está siendo desplazada por una forma de atención completamente diferente: la hiperactividad.
Byung-Chul Han
La cultura necesita tiempo, escucha y atención profunda. Pero vivimos en una época que nos empuja a la hiperactividad, al consumo rápido de información y al individualismo. En ese escenario, muchas veces se intenta reducir a las personas migrantes a números, prejuicios o amenazas, negando sus historias, su trabajo y su aporte a la comunidad.
Desde una mirada profunda, sabemos que la patria no se construye en soledad: la patria es el otro. Y ese otro, muchas veces, es quien llega buscando un lugar donde vivir con dignidad, trabajar y criar a su familia. La historia de nuestros países y de nuestras ciudades está hecha de migraciones, de abrazos solidarios y de construcción colectiva.
En el Día Internacional del Migrante, debemos reafirmar que no hay identidad nacional ni identidad local sin inclusión. Frente a una cultura de la velocidad y la exclusión, elegimos una cultura del encuentro, del trabajo y de la justicia social. Porque una comunidad organizada no le teme a la diversidad: la abraza, la cuida y la transforma en fuerza para construir una patria más justa, libre y soberana.
Datos
A principios de agosto último se celebró el 49 aniversario de la Fiesta de la Virgen de Copacabana en Villa Gesell, una celebración en la que la comunidad boliviana realiza en honor a su patrona y tiene origen en el siglo XVI a orillas del lago Titicaca en Bolivia. En la Avenida 15 entre Paseos 107 y 107 bis de esta localidad balnearia se encuentra la Capilla “Nuestra Señora de Copacabana”. El próximo año la colectividad cumplirá su 50 aniversario de vida en esa localidad marítima argentina.
Imagen de portada: Carlos Alexcys Cuéllar y Gustavo Barrera en la celebración de la colectividad boliviana en Villa Gesell, año 2022. (Foto: Facebook de Carlos Alexcys Cuéllar)
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Comunicador popular y digital de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Platense de pura cepa. Poeta. Pincharrata y peronista. Con ascendencia libanesa (Jasime), española (Giner), portuguesa (Dias) y autro húngara (Iurada).
