Compartir:

A partir de su libro Derecho de Nacimiento: Crónicas de Israel y Palestina (2024), Camila Barón reconstruye una experiencia personal que interpela los relatos dominantes, cuestiona la ciudadanía por herencia y los supremacismos, además de proponer una lectura crítica del conflicto palestino-israelí apelando a la memoria de la tragedia familiar, la ética humanista y los derechos humanos.

¿Qué pasa cuando la experiencia personal rompe con el relato impuesto? ¿Cómo resignificar las herencias a partir del registro íntimo?

Derecho de Nacimiento: Crónicas de Israel y Palestina (Rara Avis, 2024) es un libro necesario. De esas necesidades de conocimiento que creemos satisfechas hasta que nos enfrentamos a la desesperación y el deseo de recomponer rompecabezas dispersos. Este libro es un llamado para recuperar y comprender la historia configurada por occidente desde otro lado, para combatir toda forma de supremacismo y para contribuir al entendimiento del conflicto Israel-Palestina y su culminación en el genocidio en curso.

El libro interpela de manera directa el concepto mismo de Derecho de nacimiento, desnudando su dimensión política y material. Camila Barón, su autora, cuestiona la idea de que exista un derecho automático y hereditario a la ciudadanía israelí por el solo hecho de contar con un familiar judío, incluso cuando esa persona haya nacido, crecido y construido su vida íntegramente en otro país. La autora problematiza el modo en que el vínculo sanguíneo habilita un acceso privilegiado a un Estado, a un territorio y a un conjunto de derechos, mientras a quienes habitan esa misma tierra desde generaciones se les niega la autodeterminación, la movilidad y la ciudadanía plena.

Portada del libro “Derecho de nacimiento”, de Camila Barón | Foto: gentileza

En ese sentido, su trabajo propone una lectura incómoda pero necesaria sobre cómo el Derecho de nacimiento opera como una herramienta de legitimación del colonialismo contemporáneo. Desde la crónica íntima, Barón invita a revisar críticamente los relatos naturalizados y a preguntarse quiénes acceden a los derechos por herencia y quiénes, aún naciendo allí, son despojados de ellos.

“Apenas terminó el proceso que dio origen al Estado, la Ley del Retorno estableció que todos los judíos del mundo tenían derecho a la ciudadanía israelí. Aunque amparada en el Holocausto, la idea de retorno y la condición de ser judío por transmisión materna o por adopción remiten más a un fundamento bíblico que a un criterio de reparación histórica. No todas las víctimas del nazismo son bienvenidas.”

Economista, periodista y docente de la Universidad Nacional de Lanús, Camila Barón expone con coraje y sensibilidad conmovedoras la experiencia que marcó un punto de inflexión en sus reflexiones en torno a la humanidad, la justicia y la ética. Una narración caracterizada tanto por el detalle como por el juego del recuerdo emocional, que logra generar una complicidad singular entre la autora y el lector. 

Atravesada por un contexto amenazante para quienes desafían la instrumentalización del antisemitismo y cuestionan la construcción de la otredad palestina, Barón cuenta cómo se dio su proceso creativo y cuál fue el disparador que la llevó a transformar su experiencia en 2017 dentro del programa BRIA (Birthright Israel Argentina) en una crónica literaria. 

El lazo familiar que marcó su camino

Tanto en su libro como durante su conversación con Refugio Latinoamericano, Camila resalta el vínculo con su abuela materna, cuyos tíos, abuelos y demás familiares fueron víctimas del Holocausto, y cómo ese nexo la acompañó en su búsqueda y conexión con la escritura. A raíz de la pérdida familiar, su abuela creció resignificando su propio sentido de pertenencia, tejiendo lazos e integrándose a las comunidades inmigrantes de distintos lugares; italianos, rusos, españoles y polacos, entre otros grupos étnicos. De este modo, la autora explica cómo desde su crianza incorporó la noción de los vínculos y la herencia familiar no solo desde el hilo sanguíneo, sino también desde el encuentro humano. 

“Crecí con sus propios relatos, los relatos de cómo mi abuela creció reconstruyendo lazos familiares con personas y comunidades inmigrantes de distintos lugares. Mi abuela crece en ese ambiente donde la familia que ella había perdido se reconfigura con esos lazos no sanguíneos.”

El viaje a Israel y el despertar de nuevas interrogantes

El programa Birthright Israel Argentina (BRIA, por sus siglas en inglés), es la rama argentina de un proyecto llamado “Derecho de Nacimiento Israel”. El mismo ofrece viajes gratuitos de 10 días a Israel para jóvenes adultos judíos de entre 18 y 26 años. Si bien la organización afirma que es un viaje para fomentar la conexión con el judaísmo, la autora plantea que la convocatoria tiene la intención de acercar a personas (que puedan acreditar una raíz sanguínea con la tradición judía) no necesariamente a la religión, sino específicamente al Estado de Israel. Desde esta perspectiva cuestiona el objetivo institucional de la propuesta. 

“La intención de que a partir de vincularte con cierta raíz judía puedas también vincularte con el Estado de Israel. Eso es lo que para mí, por supuesto, es necesario cuestionar y transformar.”

Desde la creación del Estado de Israel, siempre hubo una gran parte del judaísmo que no logró una identificación automática ni explícita con el mismo, sostiene la escritora. Recuerda también que su abuela, y los pocos sobrevivientes de su familia, tampoco construyeron ese arraigo con el territorio instaurado formalmente en 1948.  

También te puede interesar: La literatura de los desplazados: Lucía Nistal y su abordaje literario sobre la temática migrante

El costo de tener una voz disidente 

Al explorar los motivos que la llevaron a escribir diariamente durante su viaje, la autora expone ese gesto como un acto de supervivencia; el de sentirse acompañada por sus propias reflexiones. Destacando que son la mayoría las personas que vuelven del viaje con una lectura positiva sobre el Estado de Israel y, sobre esa interpretación, que es su deber defenderlo y silenciar los cuestionamientos. Las observaciones y las críticas que logró identificar en su momento la llevaron a planteamientos profundos sobre el rol de la militarización en la juventud. 

El libro de Camila Barón cuenta con prólogo de Silvana Rabinovich y la fotografía de Ariel Feldman | Foto: gentileza

Asimismo, menciona que esa capacidad de detectar mecanismos de manipulación afectiva se le dio, en parte, por la edad. Originalmente el viaje está pensado para personas de alrededor de 18 años, una edad muchas veces marcada por la vulnerabilidad y la permeabilidad hacia nuevas creencias. Sin embargo, su grupo fue la excepción, dado que la organización les otorgó una última oportunidad para sumarse a pesar de sus 27 años. 

Del mismo modo, la autora resalta que una de las condiciones que había determinado para participar de la iniciativa era la posibilidad de cruzar y visitar Cisjordania, instancia que la expuso de manera intensa al contraste de la realidad sociopolítica entre israelíes y palestinos. Esa experiencia por fuera del itinerario oficial, sumada a su edad, fue determinante en la construcción de una mirada crítica durante su recorrido. 

La discordancia entre los discursos de quienes formaban parte de la organización y las vivencias propias despertaron y alimentaron los interrogantes que luego volcaría en su libro. Esa tensión entre perspectivas fue la que, en gran medida, invadió los aires durante su permanencia. 

Camila enfatiza particularmente en el riesgo y el costo emocional que acarrea expresar una posición que contradice la ideología dominante sobre la naturaleza del Estado de Israel. 

“Tener una voz crítica tiene un costo siempre, a todo nivel. Puede ser más a nivel afectivo personal, puede ser a nivel laboral, puede ser en muchos planos, pero yo sigo sosteniendo que hay una posición ética y la posición ética no se negocia cuando se trata de sostener una verdad.”

Palestina, feminismos y movimientos LGBTQ+: un frente unido

Hablar de Palestina es reconocer los derechos vulnerados de un pueblo, y en virtud de esa convergencia la autora recalca el valor de los movimientos sociales anticoloniales y sus esfuerzos para hacerle frente a las formas de opresión. En la mirada de la autora, poner en duda la interseccionalidad resulta reduccionista y negacionista, dado que gran parte de los movimientos sociales comparten demandas sobre descolonización, autodeterminación de los pueblos y la protección de la integridad humana. “No es casualidad la presencia de la bandera palestina en las Marchas del Orgullo ni tampoco lo es la bandera feminista en las marchas del 24 de marzo”, declara.

“Hay un solapamiento de los movimientos que tienen por delante la búsqueda por mejorar los derechos y las vidas de las personas, en ese sentido es lógico que los movimientos feministas tengan una mirada anticolonial, que tengan una mirada de defensa de la vida y que estén en contra de cualquier forma de guerra.”

La escritora advierte sobre la peculiar relación entre la resistencia palestina y la lucha  LGBTQ+, considerando la autoproclamación israelí como única democracia de Medio Oriente un supuesto paradójico, puesto que existen diversos motivos que refutan su carácter democrático. 

En primer lugar, profundiza en el protocolo burocrático implementado por el régimen —y evidenciado en primera persona por la autora— que consiste en clasificar ciudadanos de primera clase, ciudadanos de segunda clase y ciudadanos de origen palestino. Esta discriminación ejercida sobre la población implica que gran parte de los habitantes no gozan de los mismos derechos ni garantías que los ciudadanos judíos israelíes, aún cuando alrededor de un 20% de la población israelí es de origen árabe. Dicha dinámica institucionalizada obstaculiza las garantías para una vida digna instaurando una lógica Estado de apartheid, opuesto en teoría y praxis a los principios de igualdad y justicia.

Por otro lado, si bien el rainbow washing impulsado por el Estado de Israel busca proyectar una imagen de respeto y ampliación de los derechos LGBTQ+, dicha narrativa se vuelve frágil y contradictoria cuando se la confronta con sus prácticas materiales. La instrumentalización de la bandera queer convive con una avanzada militar sostenida, en la que los símbolos de la diversidad sexual son utilizados para legitimar políticas de ocupación y violencia, llegando incluso a ser exhibidos sobre tanques de guerra como emblemas de una supuesta superioridad moral.

A esto se suma el rol del aparato religioso estatal, que continúa prohibiendo el matrimonio igualitario dentro del territorio israelí, evidenciando los límites reales de esos derechos que se promocionan hacia el exterior.

Lectura y propósito en retrospectiva

Derecho de Nacimiento: Crónicas de Israel y Palestina se publicó en agosto 2024, 7 años después de aquel viaje y 1 año después del ataque terrorista de Hamás que desató el recrudecimiento del genocidio en Palestina. El aporte de la distancia temporal se explica no sólo por la influencia que tuvo en Camila sobre su concepción actual del Estado de Israel, sino también por la manera en que aplicó sus memorias para enfrentarse a distintos mundos dentro de uno solo.

Si bien en 2017 el escenario en Medio Oriente no se encontraba inmerso en la catástrofe humanitaria actual, las condiciones durante su estadía fueron las necesarias para anticipar y cultivar la intuición de que el conflicto extremo era inminente. 

“Desde ese momento hasta ahora, esa sensación se corroboró. Esa sensación de que algo del relato estaba conduciendo a un lugar complejo. El libro tiene ese valor literario, esa atmósfera, cómo se va desarrollando, ampliando, y hasta dónde puede llegar esa sensación de opresión.”

Finalizando la conversación, Camila comparte sus proyecciones en el ámbito de la escritura y sus próximos pasos para seguir reflexionando sobre las cuestiones que explora en el libro. En este sentido, destaca también su interés en investigar y profundizar sobre el antimilitarismo y la relevancia del mismo a la hora de plantear procesos de paz. Remarca la urgencia de comprender la lógica de los presupuestos bélicos para interpelar la industria armamentística y sus secuelas en los procesos de desigualdad global. 

“Toda forma de supremacismo es un holocausto en potencia. Cualquier forma de supremacismo es una nakba en potencia. Nos queda entonces la humana tarea de inventar el antónimo de supremacismo y que ese sea el “derecho de nacimiento” de las generaciones por venir.”

Su libro Derecho de Nacimiento: Crónicas de Israel y Palestina se puede adquirir en la tienda online de su editorial, Rara Avis


Contenidos relacionados:

La Literatura de los Desplazados: Lucía Nistal y su abordaje literario sobre la temática migrante

Gaza: genocidio, migraciones forzadas y una “paz” que no contempla a los palestinos

La Comunidad Palestina de Chile: una historia de migración, identidad y arraigo. Entrevista a Gazan Qahhat Khamis

Equipo periodístico |  + notas

Posee formación en Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano. Trabajó como redactora de análisis político en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Integró el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano en los observatorios de la Unión Europea y de Derechos Humanos en América Latina. Cuenta con experiencia en ONG's y equipos de Diversidad, Equidad e Inclusión.


Compartir:
Mostrar comentariosCerrar comentarios

Deja un comentario