De chico le tocó hacer cosas de adulto: leer documentos, aprender de negocios y oficiar de traductor de sus padres. De grande, decidió comenzar por – lo que considera– algo más chico: ayudar a la comunidad surcoreana a acceder a la posibilidad de tener un carnet de conducir en Argentina. De ahí en adelante Kim decidió que la manera de cambiar la realidad era la política.
Una reunión de cuatro amigas con deseos de jugar un deporte típico de las escuelas en Venezuela terminó en la conformación de 17 equipos que se reúnen todos los domingos en el Parque Olímpico de Ciudad de Buenos Aires.